Desde niña nunca fui codiciosa e impaciente.
No me gustaba exigir que otros cumplieran mis deseos.
Pero si era muy feliz cuando se acordaba de lo que me gustaba o quería.
Siempre trataba de ser un libro abierto, aunque eso daba la oportunidad de que me lastimarán.
En el fondo, si era ambiciosa.
Quería el mejor amor, la mejor persona, mi mejor versión y el mejor trabajo.
De niña solía pensar que merecía TODO lo mejor.
Aunque en el camino, empecé a pensar que le pedía demasiado al universo y sería castigada.
REFLEXIÓN: El merecimiento