En Los Ojos De La Bestia [completa]

❧| III

HAZEL

El chico que coqueteaba con Bee para venderle la revista no tenía ni idea de dónde se estaba metiendo. Si cierta persona se enterara, se volvería loco, aunque sería entretenido. No podría decirlo hasta que estuviera de vuelta. Nuestra vida tomaría un giro inesperado. Odiaba que fuera a ser así para ella, pero nos quedábamos sin tiempo.

Ugh, no tuvimos que salir. Si llegaran a saberlo, estaríamos en grandes problemas, como lo estaría la cabeza que vi asomada por el callejón. Fijé mi atención en ese punto, esperando haberme equivocado, pero no fue así. ¿Alguien aquí era responsable?

—¿Pasa algo? —preguntó Bee a quien había dejado de escuchar.

—Solo vi una tela que me gustó en esa tienda. Adelántate, te alcanzaré en un rato. —Sin esperar que me respondiera, crucé la plaza hasta Yr Emporiwm Sidan11 y entré para despistarla. Fingí mirar unas telas mientras estaba pendiente de que se alejara lo suficiente. Cuando avanzó, aproveché para salir rápido e ir hacia el callejón al lado. Con sigilo, me acerqué viendo cómo una silueta se perdía al dejar de asomarse.

Di la vuelta y lo vi subiendo las escaleras de piedra. Cubriendo el paso detrás de él, crucé los brazos sobre el pecho.

—¿Qué se supone que haces?

El rubio dio un salto al escucharme. Posando una mano sobre su pecho, negó repetidas veces.

—¡Hazel! Me asustaste. —Rascó la parte trasera de su cuello.

—Espero no estén haciendo una tontería, ella podría verlos. — Busqué a mi alrededor y al darme cuenta de que solo había una persona allí, me acerqué al chico de ojos verdes hasta que sentí su aliento mezclándose con el mío—. ¿En dónde demonios está Breogán?

—¿Breogán? —Asentí—. Ah Breogán. El, está en la librería. —Levantó los brazos como si estuviera estirándose y moviendo la cabeza de un lado a otro.

—Claro, Breogán en una librería ¿al menos saben leer?

—Ja, ja. Que graciosa. —Ahí estaban el otro par de ojos verdes que me faltaban.

—Mientras ustedes se arreglan, yo iré a buscar un baño. —El rubio uno utilizó ese momento de distracción para alejarse y salir corriendo.

—¡Brenan! — Grité lo suficientemente fuerte para llamar la atención de algunas personas que iban pasando, les sonreí sin mostrar los dientes y volví mi atención al gemelo dos.

—Ustedes no deberían estar aquí. ¡Es peligroso! —rebatió.

Mordí mi labio inferior.

—¿Crees que no lo sé? Pero no pude hacer mucho, o la acompañaba o venía sola. Es demasiado terca. Me recuerda a alguien.

 Mantuvimos la mirada fija el uno en el otro, sin parpadear, sin perder la concentración. Al conocernos durante los viajes que ellos hacían a la ciudad para visitarla, solíamos tener peleas de miradas después de alguna discusión y Breogán nunca me había vencido.

Parecía que habían pasado varios minutos y que tardaríamos mucho en terminar, pero nuestro juego se vio interrumpido cuando Brenan llegó corriendo y chocó contra Breogán, logrando que ambos cayeran al suelo.

—Demonios Brenan, estaba por ganar.

—Si, claro.

Ambos se levantaron con el mismo gesto, el entrecejo fruncido y una mueca.

Si no los conociera desde hace años, sería muy difícil distinguirlos. Sus voces son muy parecidas, tienen los mismos rasgos y gestos, y cuando se lo proponen, pueden ser muy tontos. Pero, aun así, son los mejores de su "clase".

Brenan y Breogán, los gemelos Edris, bastante conocidos por aquí y hermanos de mi querida Bee.

—Fue un gusto verlos chicos, pero ninguno de nosotros debería estar aquí.

Los gemelos asintieron al mismo tiempo. La expresión de tristeza en sus rostros me hizo lanzarme hacia ellos y abrazarlos fuerte.

—Cuidarás de ella ¿no es así? —Brenan escondió su rostro en mi cuello.

—Haré todo lo que esté en mis manos. Pronto podrán estar juntos.

—Lo sabemos. Mientras tanto las vigilaremos a lo lejos. —Con su dedo índice y medio Breogán hizo una seña de sus ojos a los míos—. Por cierto, creo que tal vez la complicamos un poco. —Los miré confundida—. En realidad, piensa que Breogán está loco. Que yo estoy loco.

Con mi pulgar e índice apreté el dorso de mi nariz.

—Díganme que no se han acercado a ella.

—No pudimos evitarlo. Necesitábamos hacerlo y la loca señora Blevins tuvo la culpa —dijo Brenan.

—¿Qué le hiciste esta vez a Glyn?

—¡Nada! —Brenan se quedó pensándolo y después volvió a exclamar—: ¡Nada! Creyó que yo era él —Señaló a su gemelo— y me golpeó con esa sombrilla horrible.

» Bee seguro escuchó que me llamó Breogán y también debió confundirme, sobre todo si él llegó a presentarse como Breogán cuando supuestamente ya lo había visto tiempo atrás en la tienda de antigüedades.

—¡Por supuesto que te confundió! —Me acerqué y les di un golpe en sus respectivos brazos—. Cree que solo hay uno de ustedes, todavía no sabe que son un par de tontos que solo saben meterse en problemas.




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