En Los Ojos De La Bestia [completa]

❧| V

HAZEL

Conocí a Bee a los ocho años. Me sentía asustada por lo que pasaría. Era solo una niña que continuaba con el legado de su familia. Tal vez a esa edad debía estar jugando, concentrada en cualquier cosa menos en proteger a alguien. Pero desde entonces, me preparaban para convertirme en guardiana. Y mientras lo lograba, ser su amiga de cualquier forma era lo principal. Acercarme a ella y decirles si algo iba mal.

Conforme pasaban los años, fui mejorando. Aprendí a mentir tan bien, a defenderme, a ser lo que estaba destinada. Solo que no contaba con que ella se convertiría en una hermana para mí.

Cuidarla ya no era solo una obligación, sino algo que hacía con gusto por alguien a quien quería. Si supiera todo lo que había hecho a sus espaldas, todo lo que le oculté, me odiaría. Porque, como todos, le quité la oportunidad de elegir. Seguía diciéndome que lo hice por su bien, por protegerla y, aun así, continuaba sintiéndose incorrecto.

Lo que ocurrió por la tarde era solo la primera parte de lo que estaba por descubrir. Había tantos secretos a nuestro alrededor que uno a uno se iba desmoronando. La tristeza y el dolor que todo le provocaría era lo único de lo que no podría protegerla. Solo existía una persona capaz de sobrellevar a su lado lo que venía.

—¡Hazel! —Me giré para ver a la mujer que bajaba con rapidez y elegancia por la escalera. Sus tacones de aguja chocaban contra el mármol de la escalera, creando el único ruido a nuestro alrededor. Terminó de bajar y, en cuanto estuvo frente a mí, me miró de arriba abajo, manteniendo una expresión seria hasta que llegó a mis ojos. Sus labios rosados se estiraron en una sonrisa y me abrazó con fuerza.

—Hola, Dáire. — Correspondí a su abrazo; ella era una de las tres mujeres que habían tomado el papel de madre desde que la mía faltó. Extrañaba estar de regreso, porque, aunque pasé la mayor parte de mi vida en otro lugar, Wolfscastle era el único que se sentía como un hogar.

Me separé para mirarla mejor. Su largo cabello, igual al de Bee, estaba recogido en una coleta alta, dejando al descubierto su cuello que estaba acompañado por un hermoso collar de perlas que combinaba a la perfección con su atuendo: un traje de dos piezas que diseñé para ella. Mirándola, me pregunté, como tantas veces lo había hecho, ¿cómo sería si mi mamá todavía estuviera conmigo? ¿Cómo serían las cosas si no tuviéramos que proteger a nadie? No es que lo odiara, después de todo, era gracias a ello que tenía una familia. Pero debido a mi naturaleza y misión, quizá algún día también los perdería.

—Te vez muy bien.

—Es gracias a la diseñadora. —Me guiñó el ojo manteniendo la espalda recta y los hombros erguidos, mostrando la seguridad que la caracterizaba, aunque el brillo en sus ojos marrones delataba otra cosa. Estaba esperando buenas noticias de mi parte, odiaba tener que decirle todo lo contrario.

Quise devolverle la sonrisa, no quería arruinar sus esperanzas, pero necesitábamos idear otro plan porque el que teníamos fue un fracaso. Al darse cuenta de mi cambio de actitud, sus labios se apretaron. Me hizo un gesto con la cabeza para seguirle hasta la estancia, donde después de sentarnos, comencé a hablar.

—Ayer las cosas se salieron un poco de control. —Relamí mis labios antes de continuar—. Leah quiere regresar a la ciudad, que todos regresen.

—Eso no es lo que acordamos —dijo en un tono duro poniéndose de pie—. No puede llevarse a mi hija.

—Dáire, las dos son madres de la misma persona, esto ya no es por ustedes, creo que ahora es Bee quien debe elegir lo que quiere. En el pasado tomaron decisiones por ella y si vuelven a hacerlo las dos terminarían perdiendo a su hija.

Consideró mis palabras unos segundos antes de asentir y caminar hacia el ventanal que daba hacia uno de los jardines del castillo.

—¿Nos odia? —preguntó recargando el hombro sobre el marco.

—Está confundida, enojada, triste. Se siente traicionada. Después de saberlo se desmayó y cuando despertó no quiso hablar con ninguno.

—Me temía que algo así pasara, pero dejé que mis expectativas fueran bastante altas. Supongo que esperaba ver a la misma niña que dejamos hace tantos años, en realidad todos lo hacíamos, no solo mi familia, hay alguien en especial que espera por ella.

—Lo sé. Estuvo ahí la noche que llegamos —respondí desde el sofá—. Conforme pasan los días, lo tiene más claro a él y sus poderes no seguirán atrapados por mucho tiempo. Tan solo el descubrir que no es hija de los Devane fue un detonante para provocar esta lluvia.

» No lo sabe, por supuesto. Creo que perdería la cabeza si le dijera que su estado de ánimo está controlando el clima.

Solo silencio. Podía sentir el estrés que crecía en Dáire, sus hombros estaban tensos, su mirada perdida en el solitario jardín.

—El lazo recupera su fortaleza y el hechizo se debilita —dijo sin apartarse del ventanal—. Han sido muchos años suprimiendo su poder, a veces me pregunto si hicimos lo correcto.

» Todo lo que ha estado guardando saldrá. Es por el Ilium que el hechizo no ha funcionado de manera permanente y solo ha funcionado como una protección. —Alejó la vista del ventanal y se giró para mirarme—. Ahora que regresó hay quienes darán todo para conseguirla.




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