El bosque sin salida me rodeaba, los árboles cubrían el cielo, dejándome espectadora de una cruel oscuridad que de cernía, inquietante, sobre todo aquel bosque. Una corriente helada estremeció mi cuerpo ante la frase que se coló en mis oídos de una manera siniestra por aquella voz tan conocida:
—¿Estás lista para correr, mi presa?
El aroma a café fuerte y a los panecillos de canela que Eliana horneaba en las mañanas me anclan a mi realidad. Mis ojos abiertos se pierden en algún punto inexistente del techo y suelto un largo suspiro, aún sintiendo los escalofríos en mi cuerpo.
El sonido de una notificación llega a mis oídos y tanteo con mi mano sobre la mesita a mi lado, hallando mi teléfono donde visualizo la notificación de mi editora:
[Contacto: Clare Editora]
Estoy esperando el escrito del próximo capítulo, estoy ansiosa por revisarlo. Ten un buen día.
9.35 am ✓✓
Doy un largo suspiro y me siento en mi cama, mirando por el gran ventanal de mi habitación. A mis oídos llegan las noticias que están dando en la TV fuera de mi cuarto:
"Adelyne Blacke, la famosa escritora de fantasía oscura, pronto lanzará su tercer libro de la saga 'Los ojos del abismo'. A sus 28 años ha revolucionado la literatura oscura, haciendo que el 90% de la población mundial sean espectadores de su crecimiento y lectores de su trabajo, con más de..."
Al parecer el canal se cambia y reproducen otras noticias.
Froto mi rostro, cansada. Justo aquí, en mi apartamento con vistas a los tejados de Praga, la vida que cualquier escritor soñaría yo la llevaba, la cual debería ser una rutina predecible. Sin embargo, para mí la realidad se volvía más un lienzo empañado por las sombras de mis sueños, unos sueños que no dejaban de atormentar mi mente desde hace diez años.
Me levanté de la cama, dispuesta a comenzar mi día, caminé despacio hasta fuera de mi habitación donde, en aquella sala revuelta, llena de papeles, tazas de café vacías y un escritorio revuelto, se encontraba mi portátil a la espera, siempre abierto y dispuesto a recibir las visiones que me asaltaban en las noche.
Observo a la chica castaña que invade mi espacio, sentada en el gran sofá mientras ve televisión y come un sándwich que ella misma, estoy segura, había preparado.
Su mirada se posa en mí y sonríe, sacando el mismo gesto de mis labios.
—Buenos días, Adel —Saluda y me cruzo de brazos, con una expresión divertida en mi rostro.
—¿No se supone que la sala es mi lugar?, ¿si se me pierde un escrito que harás?
—Te enseñaré una teta —dice divertida y me causa una sonora risa.
—Mejor págamelo en cash —Le contesto y me estiro.
—¿De qué hablas? Este par de amigas son las más deseadas de Hollywood —responde airosa amasando sus pechos sobre la tela de su camisón de dormir.
Y sí, yo vivía con la mismísima Eliana Elsher, el alma y corazón de Hollywood desde que debutó hace siete años, y próximamente protagonista de la adaptación de mi novela escrita a la pantalla grande. Detallitos mínimos de mi mejor amiga desde la infancia.
¿Y por qué rayos vivíamos juntas cuando teníamos suficiente dinero como para comprarnos una mansión particular cada una?
Sencillo, esta loca me ha avisado y mudado sin mi consentimiento desde hace tres meses cuando le dieron el papel protagónico de mi historia, según ella para "fines investigativos y profesionales" que se basan en acosarme ya que literalmente es mi primera lectora y fan.
—Solo apaga la TV y ve a hacer otra cosa, necesito escribir —Le digo y ella asiente con la cabeza, sin embargo, me mira con preocupación.
—¿Estás bien? Luces agotada —señala.
Solo puedo hacerle un ademán con la mano para que se tranquilizara y marchara, pero lo cierto es que tiene razón.
La noche anterior había sido particularmente vívida: El Bosque Nígredo, parte del mundo central de mi novela "Los ojos del abismo", había vuelto a reclamarme.
No era un bosque cualquiera. Los árboles, como esqueletos gigantes, se retorcían hacia un cielo que no quiera podía distinguirse entre las ramas que se entrelazaban, éstas, desnudas, simulaban manos huesudas que arañan la penumbra eterna de aquel lugar.
El aire denso, pesado, cargado con el olor a tierra humeda y algo metálico, casi ferroso, que se cuela en la nariz y te sofoca. Y, como ficha principal de aquel lúgubre tablero, en el centro, como un Rey en mitad de un juego de ajedrez con la partida ya ganada, mi pesadilla recurrente: él.
Su nombre, susurrado por el viento entre las ramas desnudas de Nígredo sonaba tan espeluznante como su propio dueño:
KAEL.
Alto, una silueta que parecía absorber la luz, con cabellos que eran pura noche y ojos que, incluso en la oscuridad de mi subconsciente, brillaban con una intensidad hipnótica, un azul tan profundo que rozaba el negro. Esa fue la primera impresión que tuve de aquella criatura que sin dudas no era humana.
No hablaba, solo me perseguí por aquel intrincado bosque mientras voces me contaban historias de una civilización pérdida: Cenit, el hogar de los Cazadores de Almas.
Mientras veía a Eliana ir a su habitación para cambiarse de ropa y decirme que mi desayuno estaba sobre mi escritorio recordé aquel sueño en el cual por fin había escuchado su voz, áspera, gruesa y tentadora a mis oídos.
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Editado: 18.07.2025