En manos de la bestia

Sangre codiciada 2

 

Parecía que la vida se encargaba de someternos a sus caprichos a la fuerza, la idea de compartir un hombre con mi hermana me aprecia repulsivo he inaceptable, pero dada la situación de nuestro clan y la desesperación que nos cegaba, el mandato de mi padre de convertirnos es esposas Suguro no se veía tan reprobable, aunque realmente lo era.

 Queria salvar a mi hermana de ese fatídico destino, pero no sabía cómo logarlo, debía presentar una idea mejor para asegurar la sobrevivencia de nuestro clan y la seguridad de la humanidad, pero, ¿cómo? ¿Qué debo hacer para quitarle este gran peso de la espalda?

Irina se veía muy decaída, la tristeza de la perdida de Sebastián más la culpa por el pre infarto de su padre se la estaban comiendo viva.

—Odio todo esto ¿pretenden que lo aceptemos, así como así? No he podido procesar la muerte de Sebastián y ahora nuestro padre quiere convertirnos en esposas Suguro ¿Qué tal si nos enamoramos del mismo hombre? ¿Qué tal si yo tengo el hijo del que tú amas o vise versa? ¿Qué demonios piensan ellos al respecto? Seguro que tampoco tienen opción. —expresó Irina entre lágrimas de impotencia.

—Deja de pensar así…solo lo haces más difícil. —externó Linéa tratando de que esto no le afectara tanto.

—¿Por qué tienes esa actitud? No me digas que ya te resignaste… ¿de verdad no te provoca nada todo esto?

—¡Irina ya basta!

De pronto, una de las enfermeras las interrumpió para decirles que su padre se encontraba fuera de peligro y les dijo que el jefe había sufrido de un pre infarto, les sugirió que no discutieran con él y lo dejaran tranquilo.

Saber que su padre estaba estable les dio tranquilidad y por esa parte descansaron un poco, Noren pudo reflexionar acerca de lo último que les había dicho y tomó una decisión basada en una mente tranquila y las citó al día siguiente en una reunión privada para darles su ultimo veredicto acerca de su destino como esposas Suguru.

—¿Qué crees que quiera decirnos? ¿crees que se haya arrepentido? —le preguntó Irina con angustia.

—No lo sé, trata de descansar, mañana será un día largo.

—Déjame dormir contigo, me siento muy intranquila, no dejo de pensar en Sebastián y en lo mucho que lo extraño. —le dijo Irina conteniendo las lágrimas.

—Ven aquí. —Linéa se hizo a un lado he Irina se metió entre las cobijas abrazándose a ella.

—Perdón por estar así…

—No tienes por que aguantar tu dolor, no pidas perdón, sé que no han sido unos días buenos, pero llora y saca todo lo que tienes a dentro. —le dijo Línea sintiendo pena por ella.

—Odio todo esto…desearía estar soñando, no debí enamorarme de él, lo involucré en este asqueroso conflicto y no dejo de pensar que es mi culpa que este muerto. —exclamó Irina entre lágrimas.

—No es tu culpa que Sebastián haya sido víctima de ese vampiro, resultó ser un asesino serial, es probable que ya lo hubiese elegido y eso no te hace responsable, el amor es inevitable, ustedes se amaban de la manera más pura y honesta, lamento tanto que les haya pasado esto, él ya no esta aquí, pero tu si Irina, se que el panorama no es precisamente acogedor, pero te espera una gran vida por delante, no serás una esposa Suguro, yo tomaré la responsabilidad, siento que puedo hacer algo por nuestro clan, algo mejor que solo darles hijos.

—Ya no quiero una vida pacífica, aun quiero vengarme de esas bestias, tanto de los lobos como de los vampiros, quiero ser una valquiria y así poder extinguir a esos infelices, exterminarlos de la faz de la tierra para que no vuelvan hacer daño nunca más.

La noche había transcurrido, unas sirvientas de la mansión habían ido arreglar a las hermanas para presentarse delante de su padre, debían verse presentables y hermosas, Irina vestía de color blanco y Linéa de color rojo, los colores de su clan y enmudecidas con miles de pensamientos pasando por sus cabezas fueron escoltadas hasta el salón ceremonial de té.

—Pss..pss…Linéa. —Irina trataba de llamar cuidadosamente la atención de su hermana y le mostro una horquilla de plata que se había sacado del cabello y añadió entre susurros. —mira lo que tengo, podemos escapar, tu encárgate de la mitad.

—¿Qué? Ni se te ocurra hacer eso…no vas apuñalar a nadie ¿estás loca?

—No dije apuñalar, solo cortar…

—Guarden silencio ustedes dos, su padre las espera. —les dijo un miembro que las escoltaba.

Las puertas se abrieron de par en par y sus corazones latían con desesperación, ante ellas estaba su padre, sentado en su imponente silla y a su lado los cinco líderes de las cinco casas que componían la flor púrpura, quienes mantenían su postura seria y reservada.

—¿Que hacen aquí? ¿Por qué mi padre los ha traído? —se preguntaba Linéa confundida.

—Linéa, Irina, las he mandado llamar, por que he cambiado mi decisión acerca de lo que hablamos ayer, estaba dominado por el enojo y la angustia de pensar que pudieron aver muerto en manos de ese vampiro, tanta fue mi impresión que tuve ese desafortunado episodio de salud, lamento haberlas deprimido con mis palabras, espero que puedan entender que solo busco el bien para ustedes y para nuestro clan, ya no serán esposas Suguru, creo que puede haber otra forma para salvar a nuestro pueblo y no será a base del sometimiento, no es necesario comprometerlas con los cinco líderes, pero si van a casarse con dos de ellos, los hombres que e elegido para ustedes son Stefan de la casa Orgrimar para mi hija menor Irina y Daven de la casa Oberland para mi hija mayor Linéa, a partir de ahora se anunciara sus compromisos con estas dos honorables casas.

Un silencio sepulcral se apoderó de todo, por un momento, Irina y Linéa pensaron que su padre las libraría del matrimonio, pero, aunque despejó sus cargas, seguían siendo obligadas a casarse por el bien de su clan.

—Pero padre…—Linéa fue interrumpida por Noren dejándolas aún más sorprendidas.




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