En manos de la bestia

Noche de cacería.

 

Podíamos sentirlo y no eran los nervios, Daven, Stephan y el resto de líderes tenían una actitud extraña, se percibía la incomodidad y cierta culpa, no sabíamos si al final estaban arrepentidos de salir con nosotras, cuando nos dieron la noticia, Irina y yo estábamos confundidas, era un honor luchar al lado de los mejores cazadores, era un privilegio que solo se conseguía si eras una de las mejores valquirias, sabíamos que algunas de ellas nos odiarían por esto, pues algunas nos detestaban por habernos comprometido con Daven y Stephan, no imagino lo que nos harían si nos hubiésemos convertido en esposas Suguru, seguro intentarían matarnos.

Deben pensar en que estamos haciendo uso del tan odiado nepotismo, solo por ser hijas del jefe ya estábamos bastante privilegiadas y éramos conscientes de eso, por eso no podíamos dejarlo en vergüenza, debíamos demostrar que estábamos aquí por nuestras habilidades y nada más.

—¿Soy yo o parecen estarnos evitando? —le susurró Irina a Linéa mientras caminaban delante de ellas había dos líderes, Bladimir y Herleif y detrás de ellas estaban Karsen Stephan y Daven.

—Ah, no soy la única que lo nota. —le respondió Linéa en voz baja.

—¿Qué tanto se están secreteando ustedes dos? No vayan a intentar nada raro ¿de acuerdo? —les dijo Stephan con el ceño fruncido amargado como siempre.

—¿Y que piensas que vamos hacer? ¿por eso tienen esa aura extraña? —le preguntó Irina mirándolo feo.

—Escaparse y meterse en problemas como la ultima vez. —respondió él mirándola fijamente.

—No pensamos hacer nada de eso. —externó Linéa y después Irina le dijo a su hermana:

—¿Por qué me tocó el amargado? ¿Qué nunca sonríe? Debería estar feliz al ver la esposa tan linda que le dieron.

—Ya, baja la voz, te van a escuchar. —exclamó Linéa apenada.

—No me importa, aver si le da vergüenza.

Stephan logró escucharla y se enojó aún más.

—Malcriada…

—Si no las quieren yo me las quedo, son tan bonitas, miren que buena esta la vista desde aquí jeje. —manifestó Karsen quien iba en el medio y de pronto dos codazos en las costillas le llegaron por parte de Daven y Stephan y le sacaron el aire.

—Ay…mis costillas, malditos…. —expresó Karsen sin aliento.

—Es para que dejes de decir tonterias idiota. —refunfuño Stephan sin importarle que Karsen fuer mayor que él.

Mientras más se introducían en el bosque más cuidadosos debían ser, pues en cualquier momento podían ser increpados por algún ser de las sombras.

—Sean cuidadosos, ya estamos en territorio peligroso. —les dijo Daven alerta.

—Si. —Linéa he Irina trataban de no respirar y hacer el menor ruido posible cuando de pronto, un lobo enorme les saltó encima.

—¡Cuidado! —gritó Daven y los cinco rodearon a las hijas del jefe, su plan de exponerlas para ponerlas a prueba se deshizo cuando vieron el peligro, en verdad no querían exponerlas, a la mitad del camino ya todos habían claudicado con eso.

Aquel lobo tenía un tamaño descomunal, Irina y Línea jamás habían visto uno, sabían que eran enormes, pero no de esa magnitud, con razón les llamaban monstruos, las pieles y las cabezas que exhibían en la mansión como trofeo no demostraban ni un poco lo aterradores que estos seres podían llegar a ser.

La bestia era salvaje, le había herido el brazo y el costado a Herleif quien había recibido todo el impacto.

—¡Herleif! —gritó Bladimir quien era muy amigo suyo.

—Estoy bien… no está solo, hay por lo menos seis lobos esperando entre los árboles. —exclamó Herleif con dolor mientras la sangre le escurría hasta los pies.

—¡Voy a cubrirte la espalda! —le dijo Bladimir acercándose a él.

—¡Protejan a las señoritas!  Esto es una pelea uno a uno, yo aun puedo pelear. —dijo Herleif empuñando sus armas.

Linéa he Irina miraron los ojos brillantes de los otros lobos, era una pequeña manada y todos gruñían asomando los dientes y gruñendo feroz mente.

—¡Apúrate Wood y arráncale la cabeza! —le gritó Veltris entre gruñidos.

—¡Eso haré perro entrometido!

Wood volvió a atacar y se le prensó del brazo a Herleif, ya que tenían la vista en su presa se obsesionaban y no paraban hasta que lo asesinaran.

—¡Herleif! Gritó Linéa preocupada pues no entendía por que los demás no intervenían, pero así era la pelea contra los lobos, uno a uno, a no ser que la manada se metiera ellos no podían interferir.

—¡No se entrometan Linéa! Las cosas no funcionan así. —le dijo Daven con voz fuerte.

—Está herido, terminará arrancándole el brazo si no hacemos algo.

—Linéa tiene razón no tienen que protegernos, nosotras nos defenderemos solas. —exclamó Irina con frustración.

—¡Como son tercas! ¡no interrumpan! Debemos respetar el afbagar (pelea uno a uno hasta la muerte) eso provenía de los lobos y si violaban su tradición, cualquier día de estos buscarían el territorio de la flor púrpura y cometerían una masacre contra su gente, no es que los cinco líderes tuvieran temor a eso, pero era un mal innecesario.   

Aun que Herleif estaba herido, peleaba muy bien, a pesar del dolor, se movía con agilidad dejando rastros de su sangre y de un ataque, logró herir a Wood en la pata derecha cortándolo profundamente.

—¡Ahhhhh! ¡bastardo!

Daven Karsen, Stephan y Bladimir no apartaban la vista de sus oponentes, vigilaban cualquier movimiento, acostumbrados a que estos fueran sus contrincantes más fuertes, eran mucho peor que los vampiros, literalmente eran unas bestias deseosas por arrancarles la carne de los huesos, los lobos odiaban a los humanos especialmente a los cazadores del clan de la flor púrpura, los aborrecían un poco más que a los vampiros por haberles robado su única manera de sobrevivir “la flor de acónito”

—Muévanse malditos, háganos ese favor y entonces si los desollaremos. —exclamó Karsen impaciente.




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