En manos de la bestia

Mi cruda realidad.

 

Esta oscuridad solo me recordaba lo miserable que sería mi vida a partir de ahora, estaba en territorio enemigo, en manos de la bestia más temida y despiadada, el alfa del clan de los colmillos de obsidiana, ese lobo resultó ser más cruel de lo que esperaba, me había quedado claro que no podría ganarle en su propio juego, él no estaba dispuesto a ceder, para él yo no era nada, no tenía consideración alguna con alguien a quien consideraba una prisionera.

Era capaz de matarme de hambre, estoy segura de que me sometería a todo tipo de torturas si me mantenía en mi papel caprichoso de exigir mi liberación, esta claro que no saldré nunca de aquí si no actuó con inteligencia, ese mayordomo tiene razón, debo cambiar de estrategia y sacar mi bandera de paz, ya no puedo seguir tentando a la suerte.

—¿Escuchó los rumores mi lady? —le preguntó una de sus sirvientas a Artemis mientras le cepillaba el cabello.

—¿A qué te refieres Aquila? —Artemis estaba al tanto de las habladurías que corrían por todo el castillo de Masgorá, pero quería actualizarse respecto a ellos.

—Nuestro señor ha capturado a la heredera de la flor de acónito y la tiene encerrada en el calabozo, ya casi se cumplen seis días desde que la privó de todo alimento, dicen que es una mujer vulgar y corriente, no se compara con su belleza y elegancia. —le dijo Aquila con un tono despectivo.

—¿Cómo es ella? ¿es bonita?

—Que va, nadie ha visto su rostro, debe ser igual que una bruja, los primeros días se la pasaba gritando he insultando a todo mundo exigiendo que la pusieran en libertad, dicen que llegó amenazar al alfa y por eso él la castigó sin comida, ja ¿mi lady cree que una mujer así sería considerada bonita?

—En lo absoluto, no me imagino a nadie atreviéndose a amenazar a nuestro alfa y que viva para contarlo, pero eso no es lo que me intriga ¿Cómo es que una mujer resulte ser el heredero que se había estado esperando por años?

—Debe ser una farsante mi Lady, nunca antes se vio algo similar, estoy segura que morirá en ese calabozo, no crep que los guerreros del clan de la flor púrpura vengan a luchar por alguien insignificante.

—No creo que sea una farsante, supe que el líder del clan de los ojos escarlata la tenía prisionera en su castillo, no se habría tomado tantas molestias de no haber confirmado antes la autenticidad de los hechos ¿Cuál es el nombre de esa mujer? —preguntó Artemis con curiosidad.

—No lo sé mi lady, pero lo averiguaré, le preguntaré Adbin, tengo entendido que él es quien se esta haciendo cargo de ella.

—¿El sirviente personal de Arnes?

—Si, ¿es exagerado no cree? Para mí fue mucha consideración, yo dejaría que se al comieran las ratas. —expresó Aquila refunfuñando.

—Es por que su sangre es preciada para nosotros, no veas cosas donde no las hay ¿terminaste de cepillarme el cabello?

—¡Si mi lady! Se ve muy hermosa, su cabello es tan blanco y suabe que parece el pelaje de un oso polar o de un tierno conejo ¡ay! ¡también parece un manto de nieve! Pero definitivamente, con esos ojos rojos y brillantes parece un conejo blanco. —le dijo Aquila sonriente.

—¿Dónde están Sora y Brandi? —preguntó Artemis con seriedad.

—Fueron a recolectar flores para su baño nocturno, recuerde que el agua de rosas es buena para la fertilidad.

—Ya tomé un baño de esos esta mañana, suspéndanlo, prefiero bañarme en leche para que mi piel sea tersa y suabe, si quieren agréguenle rosas, me aburre hacer las mismas cosas constantemente.

—Por su puesto mi lady.

En ese momento, las otras dos sirvientas de Artemis llegaron con dos canastas repletas de rosas.

—¡Señorita que hermosa se ve! Y eso que aun no usa su vestido, el rojo le queda espectacular, hace que sus ojos resalten. —le dijo Sora maravillada con su belleza.

—Lustramos sus zapatillas y elegimos estas joyas para su encuentro con el alfa ¿Qué le parece? — le pregunto Brandi acercándole los accesorios.

—Solo usaré la gargantilla, y estos brazaletes, cambien estos aretes, son muy llamativos, prefiero algo pequeño.

—Como ordene Lady.

Artemis era una loba albina de ojos rojos y brillantes, era tan hermosa que la apodaban la princesa de la luna, pues su piel era tan pálida y su cabello tan blanco que sus pestañas y cejas eran del mismo color, ella resaltaba entre todas las hembras y contaba con el favor de Arnes pues eran primos lejanos.

—Se ve preciosa señorita, nuestro señor quedará maravillado con su belleza. —le dijeron sus sirvientas cautivadas por sus encantos.

Esa era una noche especial, por que ella estaba en celo, cuando el olfato de Arnes se encontrara con las feromonas que desprendía el cuerpo de Artemis, él también entraría en celo, estos eran los días en los que ella ovulaba y tenía más posibilidades de quedar embarazada, pero cuando el alfa entraba en celo, era como una bestia insaciable, así que ahora el reaccionaria al aroma de Artemis de una manera menos agresiva he intensa.

El corazón me alte con fuerza, no es la primera vez que pasamos la noche juntos, pero cuando yo estoy en celo, la manada debe alejarse y enclaustrarse para no ser tentados por mi perfume, mientras más cerca estoy de un macho, más intensas son las sensaciones de aparearme, pierdo la razón y también al vergüenza, solo pienso en satisfacer mis instintos primitivos y ahora mismo empiezo a sentir que la temperatura se apodera de todo  mi cuerpo, todo me parece excitante, el más mínimo rose me provoca al instante, solo pienso en vaciar mis deseos en él, el hermoso lobo salvaje que me deja la mente en blanco.

Artemis era la única hembra destinada para que Arnes tuviera descendencia, pero habían pasado tres años desde que ella llegó al palacio y no había podido ser preñada, eso era un gran estrés y una gran preocupación para ella, pues si en este encuentro ella no salía embarazada, el alfa tomaría a otras hembras con las cuales pudiese tener cachorros y eso era algo impensable para ella, pues estaba muy enamorada de él.




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