En manos de la bestia

La prisionera del alfa.

 

Mis ojos por fin veían la luz, pensé que me encontraba en una alcantarilla llena de ratas y perros rabiosos con sed de beber mi sangre y usarla para su propio beneficio, apenas había logrado escapar de las garras del príncipe de los vampiros cuando fui capturada por el clan de los colmillos de obsidiana, la peor mafia lobuna que existe, delincuentes y bestias que solo piensan en comer carne y aparearse como los animales que son, asesinos, criminales y monstruos incivilizados, perros sucios que viven entre la basura.

Al menos eso creí por el gran odio que les tenía, pero cuando mis ojos vieron el palacio donde me encontraba prisionera, me di cuenta de que aquel lugar era tan hermoso como los castillos que veía en las películas de los cuentos infantiles que tanto me gustaba leer cuando era una niña.

Olía a flores frescas y dulces que perfumaban los largos pasillos, buganvilias que tenían los colores más diversos y vivos que me causaban un cosquilleo al corazón, la guarida de los lobos no era ninguna cueva, si no un castillo adornado con elegancia y buen gusto.

—¿Le gusta nuestro castillo? —le preguntó Adbin al ver que Linéa estaba embobada con la arquitectura y la decoración.

—Es todo lo opuesto a lo que me imaginé que sería, no se compara en nada al calabozo. —expresó ella sin dejar de mirar todo a su alrededor.

—¿Pensaba que vivíamos en cuevas? Jajaja.

—Algo parecido.

—No, nuestro clan es refinado, elegante y orgullosamente puedo decirle que la riqueza que nos ha dado el señor Arnes es abundante.

—Hablas de tu alfa como si fuera la gran cosa, yo solo puedo recordar su horrible voz gruesa y la forma en la que gruñía cada vez que terminaba. —manifestó Linéa con resentimiento.

—Por favor perdone la rudeza con la que fue tratada, le prometo que a partir de ahora las cosas serán diferentes para usted, para empezar, la dejaré en los baños donde las lobas de alto rango se limpian después de que su celo termina, algunas vienen después de que su ciclo menstrual llega a su fin y toman baños curativos y relajantes para embellecer la piel.

—Yo no soy una loba y en cuanto a mi periodo…pues…ya pasó. —externó Linéa con vergüenza.

—No se preocupe, si la traje aquí fue por lo bien que le caerá consentirse a su cuerpo, véalo como un spa, después de aquí la llevarán a su habitación permanente donde podrá disponer de ella como guste.

—¿Como que permanente? —preguntó Linéa con angustia y añadió. —¿no piensa dejarme ir?

—Lo lamento…pero, usted deberá quedarse aquí, le suplico que trate de hacerse a la idea, aprenderá amar este lugar.

—¿Qué? Espera Adbin ¿así te llamas no? ¡yo no pertenezco aquí! ¡no pueden retenerme en contra de mi voluntad! Por favor…quiero ver a mi familia… —exclamó Linéa al borde del llanto mientras suplicante le agarraba las ropas del pecho a Adbin.

—No haga esto más dificil señorita…no puedo hacer nada más que alentarla a sobrevivir en este lugar, al principio le parecerá ajeno y seguro lo odiará, pero después amará su entorno, se lo prometo.

—Nunca voy amar el lugar donde me mantienen cautiva como si fuera una prisionera de guerra…buscaré la manera de regresar, aun si me cuesta la vida. —le dijo Linéa a Adbin mientras lo veía con enojo y las lagrimas le caían por las mejillas con impotencia.

—No importa cuantas veces intente escapar, su destino siempre será el mismo, el alfa irá por usted, aun si se esconde en lo más profundo del bosque, depende de usted despertar a la bestia que hay en él o mantenerla dormida con su buen comportamiento.

Adbin se fue dejando a Linéa en manos de las sirvientas y vigilada por un grupo de lobos que cuidaban las puertas de los baños, Linéa no tubo más remedio que obedecer, su corazón anhelaba el momento en el que Daven y los cinco líderes fueran a su rescate, se sintió enjaulada en una prisión hermosa que se sentía como el peor de los calabozos.

Los lobos la veían como una criatura rara, no la despreciaban en lo absoluto, pues era la heredera de la flor de acónito, les aprecia una especie de diosa o sacerdotisa que les daría esperanza, pero ella los miraba con odio y resentimiento, especialmente a ese tal Arnes a quien no quería ni ver en pintura.

Linéa fue atendida por dos criadas que la bañaron y perfumaron su piel, en ningún momento dirigieron palabra con ella, pues lo tenían estrictamente prohibido, el silencio era una tortura, se mantuvo en tratamientos de belleza durante tres días para recuperarse y le daban la mejor de las comidas, ella sabía que debía mantenerse con vida y se alimentaba bien, quería estar fuerte para cuando la revuelta sucediera y su clan fuera a rescatarla.

Tenía la esperanza de que Daven apareciera por alguna de esas puertas y la llevara de regreso a la mansión, extrañaba mucho a su padre y a Irina.

—Irina…¿Qué estarás haciendo? Debes estar llorando mucho por mi culpa, estoy segura de que fuiste la primera en querer venir a rescatarme, pero Daven debe tener un buen plan, Daven…ese chico de cabello blanco como la nieve, el que pudo haber sido mie esposo…

 Linéa había empezado a pensar mucho en el líder de la casa de Oberland, de hecho, ocupaba todos sus pensamientos, de día y de noche lo imaginaba y soñaba que venia por ella y la llevaba a la mansión en sus brazos, su corazón comenzó añorarlo y a generar sentimientos por él.

—Me pregunto si él querrá casarse todavía conmigo…

Habían pasado tres cuatro días y ella estaba muy desesperada, recién había tomado un baño perfumado y vestía con ropas de terciopelo suabe y brillante, un vestido verde largo de manga larga y traía su cabello suelto y unas zapatillas negras de tacón bajo, se veía muy hermosa, tanto que los lobos que cuidaban sus pasos no podían dejar de verla.

Linéa aun no era exhibida como trofeo ante la manada, faltaban dos días para la asamblea donde sería revelada como su trofeo de guerra, su prisionera que les devolvería aquello que tanto codiciaban y que por derecho les pertenecía, el poder de la flor de acónito para vencer a los vampiros y repeler a los humanos para vivir una vida pacífica.




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