En manos de la bestia

El plan para liberar a la flor

 

Noren y el clan de la flor púrpura estaban devastados por el secuestro de Linéa, sabían que por ellos mismos no podrían rescatarla sin perecer como clan, pues Arnes los superaba en número y poder, estaban entre al espada y la pared, no podían quedarse de brazos cruzados, no después de saber que Linéa era la heredera de la sangre sagrada.

—Se que usted se encuentra indispuesto, comprendo a la perfección su estado de salud, pero tiene que escucharme. —exclamó Daven con seriedad.

—Quieren que escoja entre salvar a mi hija o perder a la heredera de la flor de aconito, me dejan en un gran conflicto, por que por un lado mi hija mayor se encuentra en las garras de esa bestia sádica y al mismo tiempo el líder del clan de los colmillos de obsidiana tiene nuestra única herramienta para salvarnos de nuestros opresores, la sangre de Linéa, rescatarla sería un acto suicida al igual que dejarla ir, ninguno de ustedes regresaría con vida de ese lugar. —manifestó Noren desconsolado.

—Por eso solo uno de nosotros tiene que sacrificarse, yo estoy dispuesto a infiltrarme en la manada y liberar a Linéa. —anunció Daven ya decidido.

—¿Qué?

—¡De ninguna manera! ¡dejémoslo a la suerte! —intervinieron los líderes restantes de las casas del clan de la flor púrpura.

—¿Qué hacen ustedes aquí? Ya hablamos de esto. —les dijo Daven reprendiéndolos.

—Lamentamos entrar de esta manera señor, pero no podemos dejar que Daven se sacrifique de esa forma, es nuestra obligación proteger a la señorita Linéa y traerla con bien a casa. —exclamaron ellos convencidos.

—En ese caso, Yo también me apunto, me ofrezco como voluntaria para ir a rescatar a mi hermana. —propuso Irina con convicción.

—¡Ya déjense de tonterias! No dejaré que ninguno de ustedes se arriesgue, no quiero que te involucres en esto Irina, se muy bien que estas preocupada por tu hermana, pero en todo caso, es mi obligación presentarme ante el alfa y enfrentarlo a un duelo para conseguir la libertad de Linéa.

—¡Pero papá! tu corazón esta muy mal, no puedes pelear. —le dijo Irina angustiada.

—Yo soy él líder mientras ella no esta y si ambos desaparecemos los responsables del clan serán Stephan y tu Irina, tendrán que engendrar un hijo o los que sean necesarios hasta que aparezca otro heredero, esto en el peor de los casos…

—Por favor, mi señor, escúcheme, con todo respeto, usted no sobrevivirá a un enfrentamiento contra el líder del clan de los colmillos de obsidiana, tiene fama de bestia que no perdona a su oponente, usted esta muy enfermo, mírese a un espejo, ya esta demacrado por su enfermedad, si reta al alfa en un duelo, morirá y nos dejará a merced de un sanguinario, se perfectamente que Karsen, Bladimir, Herleif y Stephan podrían salir triunfantes si alguno de  ellos va en mi lugar, pero aun que Linéa ya no es mi prometida…es mi deber salvarla, quiero ser yo quien la rescate por que ella es la única mujer a quien quiero servir y aun sueño con ser el hombre que ella escoja para formar una familia, así que por favor, concédame el permiso de infiltrarme.

—Pero Daven ¿sabes lo que eso significa? ¿estas dispuesto a perder tu humanidad por ir a rescatar a Linéa? Si vas tendrás que rendirte ante el alfa y peor aún, te convertirás en lobo, pues solo puedes unirte a la manada si eres mordido por él y aun si logras tu cometido, jamás podrás regresar a nuestro clan, tu clan, por que ya no serás uno de nosotros, si no una bestia al igual que ellos.

—Lo se mi señor…

—¿Y entonces? —le preguntó Noren afligido, pues él era uno de sus mejores guerreros.

—Aun así, quiero ir por Linéa, estoy dispuesto a pagar el precio.

—Daven….

Un silencio ensordecedor, se apoderó del ambiente y después de unos segundos eternos, Noren dio su respuesta.

—Tienes mi permiso para irte, gracias por la lealtad que le tienes a mi familia.

Noren abrazó a Daven y le dio su bendición, el plan para salvar a Linéa estaba en marcha y esa misma noche, él partiría al castillo del rey alfa para entregarse como su aliado.

Por otro lado, en el castillo del rey alfa…

Artemis se encontraba tomando aire fresco en los jardines del palacio, tenía un vestido negro con un escote pronunciado en la espalda y su característico abrigo de piel de oso blanco y afelpado, sus criadas estaban de tras de ella para cualquier cosa que se le ofreciera, cuando de repente su corazón se aceleró al ver a Arnes que pasaba por ahí.

—Arnes… —los ojos de Artemis brillaron con emoción, pero el se fue de largo, pues no la había visto por que estaban de extremo a extremo.

—No se preocupe mi Lady seguro que estaba tan ocupado que no notó su presencia. —le dijo Sora mientras se acercaba a ella y Aquila y Brandy la siguieron.

—Siempre sigue mi aroma, pero se ha ido de corrido… —externó Artemis con pesar.

—Ya se lo dije, es por que debe estar muy apurado ¿Quién se resistiría a su gran belleza?

De pronto, se acercó Miserad, uno de los lobos que había estado presente cuando se enfrentaron a Daven y a su equipo cuando descubrieron a Linéa, el mismo que fue a respaldar a Arnes para secuestrar a la heredera de la flor sagrada.

Miseread, era un lobo veterano, de muchos años de existencia, tenía los ojos verdes y el cabello oscuro y tenía la piel bronceada, era muy alto y fuerte y era de cuidado.

—¿Por qué tiene esa cara tan triste mi lady? ¿acaba de perder un pendiente? —le preguntó Miserad acercándose a ella y despidiendo con la mano a sus criadas, ellas le hicieron una reverencia y se alejaron a una distancia considerable para seguir cuidando de su ama.

—Señor Miserad. —Artemis también lo saludó con respeto, pues era un soldado de elite, respetado y de buena familia, además de que gracias a él se habían ganado varias batallas contra los vampiros.

—Levanta ese hermoso rostro, quiero ver esos ojos rojos como la sangre. —Miserad la tomó del mentón y levantó su rostro ligeramente y añadió. —no me digas que ya te enteraste de los rumores y por eso te vez tan triste.




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