En manos de la bestia

El nuevo miembro de la manada.

 

Desde que sus guardias le dieron aquella noticia, Linéa no pudo conciliar el sueño, pasó toda la noche pensando en Daven y lo peligroso que sería que él estuviera dentro del castillo, Arnes no pasó la noche en la habitación, habían capturado a dos vampiros que merodeaban por sus territorios, buscando la manera de infiltrase en el castillo para asesinarlo, ese era su pan de cada día, los habían interrogado y torturado durante la madrugada y no había pegado el ojo en toda la noche.

Así que Linéa tubo la habitación para ella sola, mientras que Rengo y Murlad dormían en la habitación de al lado.

—Aunque lo desee, no puedo dejar de pensar en ese hombre que se ha unido a la manada, Rengo y Murlad no tienen completa la información, pero estoy segura de que difícilmente hay otro hombre con las mismas características físicas que él, especialmente su cabello blanco. —se decía Linéa a sí misma mientras caminaba de un lado al otro en la habitación.

Hasta que la desesperación pudo más con ella y se asomó por el balcón asegurándose de que no hubiese nadie vigilándola y como pudo, se escabulló saltando de aquel lugar alto sin hacerse mucho dañó a excepción de unos cuantos rasguños, pues calló entre los arbustos.

—Auch…como duele… se me enterraron las espinas ¿Qué clase de persona tiene rosales tan peligrosos como estos? Solo falta que tengan plantas carnívoras, ahora solo debo asegurarme de que no haya guardias merodeando este lugar.

Era común que los vigilantes dieran rondines en la alcoba real, para mantener la seguridad de su alfa, pero al saber que él no se encontraba ahí, no había nadie alrededor, así que Linéa aprovecho esa ventaja para escabullirse por los pasillos.

—No sé por dónde buscar, no he recorrido el castillo, mi libertad ha sido muy limitada, si la seguridad funciona como en la mansión, la enfermería debe encontrarse cerca de algún jardín, existe la creencia de que las flores ayudan a los enfermos a recuperarse, todos los seres vivos tendemos a ser supersticiosos, así que la enfermería debe estar por allá.

Cuando Linéa estaba por acercarse a la enfermería, ya estaba apunto de amanecer, su corazón latía lleno de miedo y adrenalina al no saber que encontraría ¿sería Daven o cualquier otro hombre? La incertidumbre no la dejaba en paz.

—Estoy a unos cuantos metros de ahí y me siento incapaz de seguir caminando ¿Qué voy a hacer si se trata de Daven? Si ya lo a mordido el alfa ¿cómo saldremos juntos de aquí?

La angustia se apoderó de Linéa y titubeante comenzó avanzar, hasta que aquella voz conocida le heló la sangre.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó Arnes quien se encontraba detrás de ella.

Linéa se encogió de hombros y trato de mentir, pero las palabras no le salían de la boca.

—¿Vas a decirme ahora que eres sonámbula? —le preguntó nuevamente pero ahora con molestia.

—Estaba tomando aire fresco…pero me perdí. —declaró Linéa con el corazón agitado.

—¿A quién estás buscando? ¡responde!

Linéa pegó un brinco y Arnes la volteó hacia él bruscamente.

—¡Ay!

—¿Te llegaron los rumores sobre el cazador que se ha unido a mi manada? ¿lo conoces no es así?

—No…

—¡No me mientas! No eres tan tonta como quieres aparentar, tampoco inocente, confiésate de una vez. —los ojos de Arnes brillaban como los de una bestia a punto de transformarse y la agarró de la cintura y se la subió encima cargándola como a un costal de papas y comenzó alejarla de aquel lugar.

—¿Qué haces? ¡suéltame! ¡bájame! Esto es ridículo ¡te exijo que me sueltes! —gritaba Linéa pataleando y golpeándolo con los puños en la espalda, Arnes ya estaba arto de su desplante y una vez que estuvieron lejos, la bajó de golpe mientras Linéa caía de pompis al suelo.

—Auch… ¡eres un salvaje! ¿Dónde está Daven? —inmediatamente, Linéa se tapó la boca.

—¿Vez como si lo conoces?

—¿Qué fue lo que le hiciste maldito? ¡lo mordiste en contra de su voluntad! ¿no es así? ¡Él vino a rescatarme y tu lo convertiste en un maldito animal! ¡déjame ir a curarlo con mi sangre! No permitiré que se convierta en un monstruo como tú. —exclamó Linéa entre rabia y frustración.

—¡Deja de decir tonterias! ¡Él fue quien vino a suplicar que lo convirtiera! ¡Deja de fantasear y aterriza tonta! Él no vino a rescatarme ¿quieres saber lo que me entregó para convencerme de su lealtad?

—¡Estás mintiendo! ¡mentiroso! ¡Eres un embustero! ¡Daven daría la vida por mí! ¡juró que me protegería y el no miente!

—¡Ven aca! veras con tus propios ojos la verdad.

Arnes la jaló del brazo y la iba arrastrando hasta su oficina y una vez que llegaron la aventó a una cilla y agarró la bolsa que tenía en una hielera y la sacó y se la arrojó en las piernas.

—¿Qué es esto?...

—Sácalo de la bolsa ¡rápido! ¡Quiero que veas con tus propios ojos lo que tu adorado amigo hizo en realidad! —manifestó Arnes enardecido, estaba cansado de la actitud de Linéa.

Ella temblorosa metió la mano y sacó el brazo de su padre, quedando horrorizada, supo que era de Noren por el lunar tan extraño que tenía en el brazo izquierdo en forma de mancha de conejo y las lágrimas brotaron de sus ojos de manera incontrolable.

—No…no…no puede ser…. ¡es el brazo de mi papá! ¡Mi papá! ¿por qué? Dime que no lo asesinó, dime que esta vivo mi papá…. ¡dímelo! —le gritó Linéa mientras lo sacudía de la ropa.

—Se ofreció a traerme su cabeza si no me convencía de sus palabras, acepté su brazo como prueba de lealtad, yo no se lo pedí, él me lo dio.

Arnes no disfrutó ver llorar de esa manera a Linéa y sus lágrimas no le fueron indiferentes y se sintió mal de haber sido tan brusco Y pensó que había sido mejor ocultárselo.

—Dios mío…no, no creo en tus palabras, Daven no sería capaz de hacerle esto a mi padre, él prácticamente lo crío, no es posible tanta maldad en su corazón… él no es así…




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