En manos de la bestia

El escape de la luna.

 

Adbin había dado con Daven, pero este se encontraba completamente solo.

—Nuestra luna a escapado, no la encuentro por ningún lado. —le dijo Daven con total seriedad.

—¿Por qué no has ido tras ella? —le preguntó Adbin mirándolo fijamente.

—Aun no puedo controlar mi fuerza, es peligroso mandar a un recién convertido, puedo herirla de gravedad.

Daven tenía razón, aunque su fuerza no era un problema para él, era una buena excusa para zafarse de la responsabilidad.

—¿Dónde esta Linéa? ¿A dónde se fue? —gritó Arnes furioso.

—Mi señor, tranquilícese, déjeme explicarle. —le dijo Adbin inquieto, sabía que las cosas se pondrían color de hormiga.

—¡Tu cállate! ¿Dónde esta mi luna lobo albino? —Arnes comenzó a gruñir, estaba a nada de convertirse en lobo.

—Se ha ido, no he podido ir tras ella. —le respondió Daven sin bajar la mirada, estaba dispuesto a morir si era necesario.

—¿Cómo que se fue? ¡la quiero de vuelta! —ordenó Arnes enardecido.

—No fue culpa del novato señor, es un recién convertido, si iba tras nuestra luna podía haberla herido de gravedad, hizo bien en no seguirla. —abogó Adbin, pero Arnes estaba fuera de sí.

—¡Fuera de mi camino! ¡castigaré a todo aquel que se atraviese en mi camino!

—¡Espere amo!

Arnes se transformó en lobo dejando a todos impactados, era gigantesco, una criatura inmensa y aterradora, sus ojos brillaban como la misma luna, no era como los demás, él era descendiente del dios de las bestias.

Y de un solo saltó cruzó la muralla que los dividía del inmenso bosque, dejando a Daven con el corazón acelerado.

—Si te vas tras él estarás declarándote su enemigo, te aconsejo quedarte aquí, si te preocupa lady Linéa, te aseguro que no le tocará un solo cabello, el alfa esta así por la desesperación que le induce el maridaje, no regresará sin ella. —le dijo Adbin agarrándolo del brazo y entonces Daven volvió a ser humano y calló inconsciente debido a que la transformación le había consumido mucha energía y aun no estaba acostumbrado a eso.

—Linéa, corre y no mires atrás…

Daven se desvaneció y calló a los pies de Adbin quien lo cargó en sus hombros.

—Si no te hubieras desmayado, habría tenido que matarte, eres de los hombres que darían la vida por una mujer, en este caso eso sería tu mayor error, por que la mujer a la que persigues es nada más y nada menos que la luna de mi alfa, tendrás que darte por vencido y dejarla ir.

—¿Qué hacemos nosotros señor Adbin? —le preguntaron Rengo y Murlard quienes habían llegado después.

—Esperen aquí, si desobedecen las ordenes del rey morirán, ya nadie puede hacer nada, permanezcan en vela para cuando nuestra luna regrese.

—Si señor….

Adbin se fue llevándose a Daven y aunque esto no pasó delante de la manada, los rumores de que la luna había escapado, corrieron como pan caliente.

Por otro lado, Linéa se encontraba corriendo con todas sus fuerzas, ya no podía más, le dolía el pecho y sentía que por la falta de oxígeno iba a desmayarse.

—No puedo detenerme, aun no salgo de este lugar, si esa bestia me encuentra el sacrificio de Daven habrá sido un desperdicio y no puedo permitírmelo…

Linéa apenas si podía con su alma y una vez que salió del bosque su sonrisa de alivio se vio eclipsada, cuando de repente un grupo de vampiros salió a su encuentro.

—No…

—¿A dónde crees que vas caperucita?

—¿A caso te comió la lengua el lobo? Jajaja.

—Nuestro rey nos ha mandado a recuperarte, tienes una deuda pendiente con él.

—Aun que no sabemos si lograremos contener las ganas de comerte jaja.

Eran un total de cinco vampiros los que habían rodeado a Linéa, ella miraba atenta a cualquier movimiento, estaba indefensa, no contaba con ningún arma, así que debía sobrevivir peleando cuerpo a cuerpo.

—Nadie me impedirá regresar a casa, aun si regreso sin un brazo, yo volveré a ver a mi familia. —exclamó Linéa consciente de su desventaja.

—Al único que veras será al rey Odegar, sigue loco por tu sangre, si probamos un poco talvez no se de cuenta, de todas maneras, dicen que tu piel sana rápidamente jajaja.

—¡fuera de mi camino y atáquenme de una maldita vez! —gritó Linéa con coraje y los cinco vampiros se abalanzaron contra ella.

Ella estaba tratando de defenderse, pero la superaban en número, podía sentir los arañazos, los golpes y sentía como sus ropas eran desgarradas por sus atacantes, eran violentos y salvajes, su fiesta terminó cuando de entre la espesura del bosque salió un monstruo aterrador, el cual les saltó encima arrancándoles la cabeza y desmembrándolos por completo.

—Arnes… —Linéa vio a su pareja destinada escupir el brazo de uno de los vampiros que la había atacado, pero para su sorpresa, le salieron más al encuentro, tantos que no se podían contar, salían como plagas de entre la oscuridad, todos mordían al lobo negro y le encajaban sus largas y afiladas garras, la sangre escurría como un río color carmín, eran por lo menos cien vampiros que intentaban asesinarlo.

— Dios mío… ¿De dónde salieron tantos? Si lo siguen hiriendo de esa forma lo ban a matar… tengo que hacer algo.

Linéa comenzó a sentirse frustrada, Arnes destrozaba a todos los que podía, pero parecían sanguijuelas, todos mordiéndolo y rasguñándolo para abrirle la piel, en un acto de desesperación al ver que estaban amontonados contra él, Linéa gritó:

—¡Arnes!

El lobo negro abrió los ojos de golpe, reaccionando al sonido de la voz de su luna y como pudo se deshizo de sus enemigos y corrió hacia Linéa y la jaló de las ropas subiéndola a su lomo, ella estaba confundida por que no estaban regresando hacia el castillo, Arnes iba dejando rastros de su sangre por donde pisaba y una vez que estuvieron frente a la mansión del clan de la flor purpura él perdió el conocimiento, había perdido mucha sangre.




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