En manos de la bestia

¿Luna de miel? ¿o luna amarga?

 

Mi lobo alfa me cargó en sus brazos y me llevó hasta nuestra habitación, estaba segura de que yo ya había perdido, tenía todos los síntomas, desvelo, mariposas en el estómago, ansiedad por despego, añoranza, nerviosismo, ilusión, emoción, estaba claro, me había enamorado de Arnes, no había una cura para el enamoramiento, solo quedaba resignarme ante esta hermosa enfermedad.

Cuando ambos entraron al castillo, Adbin salió a su encuentro interrumpiendo uno de sus besos, Arnes se encontraba encima de Linéa cuando el mayordomo llamó a la puerta.

—¿Esperas a alguien? —le preguntó Linéa ruborizada.

—Es Adbin, puedo olerlo desde aquí, debe estar sorprendido por nuestro regreso, hay que ignorarlo.

—¿y si es urgente?

—Tu misma lo dijiste, ahora eres mi esposa ¿Qué puede ser más importante que nuestra luna de miel?

—Jajaja, me gusta cuando dices esa palabra, esposa…

—¿Te gusta más que diga que eres mi luna?

—No, prefiero que me sigas llamando esposa jeje, pero el pobre Adbin sigue parado llamando a la puerta, deberías ver si no es algo urgente.

—Solo le diré que se largue, no me tardo.

Arnes se colocó una sabana y salió a atender a su mayordomo, una vez que lo tubo en frente y vio su semblante, se preocupó.

—Adbin ¿Qué quieres?

—Mi señor… ¿puede acompañarme un momento? —le preguntó Adbin con mala cara.

—Ahora mismo estoy ocupado, estoy con mi esposa. —declaró Arnes sin tapujos dejando a Adbin anonadado.

Era la primera vez que escuchaba a su señor referirse de esa manera tan entrañable.

—Lady Artemis le mandó este recado, me tomé la libertad de abrirlo dadas las circunstancias.

—¿Un recado? ¿y que dice? ¿por qué se toma estas molestias?

—Mi señor, ella esta…

Una vez que Arnes abre el recado y le las primeras líneas se queda congelado, con una expresión de suspenso y su piel se puso pálida, el recado decía que Artemis estaba preñada y que él era el padre de esa criatura, eso solo significaba una cosa, si ella daba a luz a una de sus crías, debía convertirse en su concubina y estaría forzado a mantener intimidad con ella para darle más descendencia, pues era un derecho que la concubina adquiría, pues no era común tratar a las ladys con indiferencia, pero Arnes estaba lejos de alegrarse por la noticia, no ahora que por fin él y Linéa habían aceptado sus sentimientos rindiéndose a ellos.

El rey de las bestias se quedó en shock por que no se esperaba algo como esto, no se atrevía a decir que era una mala noticia, pues siempre había querido un heredero, pero no era Artemis la mujer con la que ahora quería procrear, deseaba sinceramente que fuese Linéa la madre de sus futuros hijos.

—Le prometo que investigaré más afondo sobre este asunto, debemos cerciorarnos de que realmente este preñada, de ser así… —Arnes lo interrumpió tajantemente.

—De ser así me haré responsable de ella y de la criatura…. —exclamó el alfa con una seriedad de ultra tumba.

—Deje todo en mis manos alteza, lo resolveré.

—Manda llamar a Rengó y a Murlad, que cuiden a mi esposa mientras doy un paseo.

—Como ordene señor…

Adbin vio partir a su líder y un gran peso le cayó encima, al verlo tan decaído se sintió imponente.

—Justo ahora que por fin se había entendido de su luna…

Arnes se recargó en uno de los balcones que estaban cerca de su habitación y se recargó soltando un suspiro.

—Prometí que no le haría más daño y ahora volveré a infringirle dolor con esta noticia ¿Qué se supone que le diga? ¿Te amo, pero me haré de una concubina por que tendrá un hijo mío? Esto no es lo que tenía en mente después de lo que pasó entre nosotros, ahora que ya no debo esconder mis sentimientos, me veo obligado a defraudarla…

—¿Qué pasa? Aun no regresa y ya pasaron varias horas… ¿habrá pasado algo malo? ¿Será que se trata de Daven?

La angustia creció dentro de Linéa y agarró una bata y salió de prisa para buscar a su amado lobo, cuando pasó por los balcones, Arnes ya no se encontraba ahí y lo buscó con desesperación imaginándose lo peor.

—¿Dónde está? Se fue sin decirme nada… ¿estará bien? ¿y si decidido que no me quería tanto como pensaba? ¿y si el maridaje ya se le pasó? Dios mío… ¿Qué voy hacer si solo yo me enamoré?

La angustia crecía cada vez más dentro de Linéa y una vez que lo vio recargado en una columna de mármol, ella corrió y lo abrazó por la espalda.

—Ay Arnes…ahí estás… pensé que me habías abandonado…

—¿Linéa?

Al sentir sus manos temblorosas, Arnes se dio la vuelta y la abrazó de vuelta.

—Jamás voy a abandonarte, estoy obsesionado contigo ¿acaso ya lo olvidaste? —le preguntó Arnes con una sonrisa forzada.

—¿Por qué te vez tan triste? ¿Qué fue lo que te dijo Adbin?

Le preguntó Linéa mientras le acariciaba el rostro.

—Voy a ser honesto contigo, solo te pido que no me odies, lo que pasó entre ella y yo fue antes de que el maridaje ocurriera, te lo prometo.

—¿Qué pasa? —Linéa tragó saliva y su corazón se angustio, el nombre de Artemis se le vino a la cabeza nublando su alegría.

—Artemis está embarazada…dice que está esperando un hijo mío.

Estas palabras le cayeron como un valde de agua fría a línea y se desplomó por unos segundos perdiendo el equilibrio.

—¿Qué? Ella… pero…

Lo lamento, esto no es lo que quería para nosotros.

Los ojos de Linéa se llenaron de lágrimas y Arnes la consoló en sus brazos.

—Esto no cambia todo lo que te dije, soy tuyo y mi corazón te pertenece solo a ti.

 




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