En manos de la bestia

corazones rotos.

 

Había una tradición para los alfas que por razones extraordinarias llegaban a tener concubinas, la regla era que se visitarían a las hembras preñadas pasados los tres meses, para asegurarse de que no hubiera perdidas, ya que algunas madres primerizas perdían a sus crías en el parto o dentro del vientre, durante el tiempo que Arnes le confesó a Linéa que Artemis estaba esperando un hijo suyo, esto sucedió:

—Artemis está embarazada…dice que está esperando un hijo mío.

Estas palabras le cayeron como un valde de agua fría a línea y se desplomó por unos segundos perdiendo el equilibrio.

—¿Qué? Ella… pero…

Lo lamento, esto no es lo que quería para nosotros.

Los ojos de Linéa se llenaron de lágrimas y Arnes la consoló en sus brazos.

—Esto no cambia todo lo que te dije, soy tuyo y mi corazón te pertenece solo a ti.

 Sin duda aquella noticia no había alegrado a ninguno de los dos, al contrario, ambos tenían miedo de que su relación se viera afectada, pues ahora ambos habían confesado sus verdaderos sentimientos, para Linéa fue muy doloroso enterarse así, sabía que podía llegar a sentir celos de la convivencia que Arnes y Artemis pudieran tener en el futuro.

—¿Vas hacerla tu concubina? —le preguntó Linéa temerosa.

—Si no lo hago, la convertiré en una cualquiera, ella es mi familia, lleva mi sangre, es mi prima, sus padres me la regalaron, su padre me dijo estás palabras “Haz con ella lo que quieras” y su madre “Puedes tratarla como mejor te parezca” y ambos terminaron con “Si algún día no te sirve no la regreses, solo mátala” no la veían como a una hija, si no como un objeto del cual podían disponer a voluntad, si no era yo, habría sido cualquier otro hombre y su destino sería incierto, por lo menos yo puedo darle un techo y dignidad.

—¿Vas a acostarte con ella? Entiendo que sea la madre de tu primer hijo, tendré que acostumbrarme a la idea de que ese bebé será parte de tu vida para siempre, pero ella…ella no puede entrar en nuestra relación como si fuera parte de ella ¿vas a pasar los fines de semana en su cama? Me rehusó a tener que compartirte… —externó Linéa temblorosa.

—Jamás… no la tocaré ¿no entiendes que solo tengo corazón para ti? No deseo a nadie más, ni a ella ni a ninguna otra.

—Pero otros antes de ti han tenido amantes y… —Arnes le plantó un beso y la dejo callada.

—Yo no soy como ellos, yo te quiero solamente a ti, esposa mía, solo te quiero a ti.

Los ojos de Arnes eran sinceros y Linéa entendió como se sentía, estaba asustado y al mismo tiempo preocupado por el futuro.

—SI hubiese querido que ella fuera mi mujer, ya abría asignado los días de visita conyugal en la ley, pero aquí me tienes, aterrado por la idea de que me dejes después de esto.

—Nunca te dejaré, jamás te abandonaré, eres mi pareja destinada, aunque al principio no lo entendía, hoy mi corazón me lo deja claro… no me iré de tu lado, he decidido permanecer junto a ti por decisión propia.

Por respeto a Linéa, Arnes no pensó en visitar a Artemis hasta pasados los tres meses y como su celo apenas iniciaba pasaron su luna de miel apareándose durante ese lapso de tiempo, fue la primera vez que Arnes pidio unas vacaciones y los rumores de que el rey por fin se había enamorado corrieron por todo el castillo, llegando a oídos de la pobre Artemis, quién más se hundía en su desesperación.

No solo Artemis estaba deshecha con este asunto, si no que Daven también estaba al tanto de lo sucedido, cuando supo que Linéa había regresado por voluntad propia al castillo y ahora estaba de luna de miel con el rey, su corazón se rompió en mil pedazos, no entendía este cambio tan repentino ¿ningún sacrificio había valido la pena?

No es que estuviera arrepentido por haber tratado de ayudarla, pero necesitaba respuestas ¿Por qué Linea había regresado? ¿acaso había enloquecido? ¿era verdad que ella y el rey se habían enamorado?

En una tarde cuando él había terminado sus entrenamientos con los otros guerreros, escuchó que esa misma tarde pasearía en los jardines la Luna sagrada y él aprovechó la oportunidad para escabullirse y una vez que Rengo y Murland se distrajeron, Daven aprovecho la idea para hablar asolas con ella.

Linéa estaba cortando unas flores para ponerlas en su habitación, estaba muy contenta hasta que vio a Daven parado frente a ella y con esa expresión de dolor y confusión.

—Daven… ¿Qué haces aquí?

—¿Esas serán sus únicas palabras? ¿Qué haces aquí? ¿no cree que merezco una explicación más decente? —le preguntó Daven deshecho.

—Lo lamento…de verdad perdóname, no se que decirte, me enamoré de él…yo solo…

—¿Se enamoró? ¿Qué clase de excusa es esa? Dígame algo mas creíble por favor ¿tan poco le parecieron nuestros sacrificios? ¡entregue mi vida por usted! ¡su padre se cortó un brazo! ¡lo dimos todo por su libertad! Sin embargo, usted ha decidido tirarlo todo por la borda… ¿acaso no fue suficiente?

—No Daven por favor…déjame explicarte…

—No hace mucho me confesó sus sentimientos ¿tan rápido se le ha olvidado el cariño que me tenía?

—Aun te quiero…solo que mis sentimientos están claros ahora, es a él a quién amo…

Expresó Linéa entre lágrimas, le dolía en el alma ver la expresión de dolor en el rostro de Daven pudo ver el momento exacto cuando le rompía el corazón.

—Se ha enamorado de nuestro enemigo.

—No es así…él me prometió que crearía una alianza con nuestro clan y…

—Yo ya no pertenezco más a el clan de la flor púrpura, lo deje solo por usted…me convertí en lobo para pagar el precio de su libertad, pero usted sola volvió a ponerse las cadenas, lamento que su padre ahora viva sin un brazo.

—Pero Daven… era inevitable… ¡estoy enamorada de Arnes hasta los huesos! Hasta la medula y más allá… no puedo odiarlo y tú tampoco, te ha perdonado la vida aun a pesar de que me dejaste ir, él no es tan malo como crees…él me ama….




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