En manos de la bestia

Una conexión inexplicable.

 

Esta fue la primera vez que me sentí completamente vulnerable, sabía que ella me había domesticado, no podía explicarlo con palabras, porque esta sensación era nueva para mí, pero era suyo de mi cabeza hasta los pies, tenía en mis brazos a mi dueña, a mi alma gemela, a la única criatura por la que daría hasta mi alma, creí haber conocido el amor, pensé que ya me había enamorado, pero esta loba me había flechado, si ella me pidiera ahora mismo cualquier cosa se la conseguiría, no importaría que tan absurda fuera, me movería por el simple placer de proveerla ¿Qué me acaba de pasar? ¿Por qué de pronto su aroma me parece adictivo?

Todo esto se preguntaba Daven mientras la miraba intensamente, ambos se convirtieron en humanos y él la cargó en sus brazos bajándola de la muralla con cuidado, Linéa se acercó a ellos junto con Adbin, el asombro de aquel maridaje fue simplemente único, fue tan fuerte que los traspasó como un viento sutil y perfumado.

—El alfa ha ordenado que nuestra luna curé a lady Artemis. —expresó Adbin con seriedad.

Artemis estaba igual de confundida, no tubo tiempo ni fuerzas de rechazar a Linéa y ella se cortó la palma de la mano y le dio su sangre aquella loba, quien al beberla se recuperó mágicamente, el dolor y el shock por haber perdido tanta sangre habían desaparecido, al igual que la herida que Linéa se había provocado.

—¿Daven? —Linéa lo vio pasar de largo con su pareja destinada, ella lo miraba como si estuviera en el paraíso, ese fue su momento de tranquilidad después de haber estado sumergida en el caos.

—Señor Adbin ¿Está bien que quiera asesinar al maldito lobo que le hizo esto? ¿Cómo debo proceder para enfrentarme a él por su crimen? —le dijo Adbin mientras la luna se despedía y en su lugar el sol comenzaba a brillar iluminando el cielo con diversos colores rojizos.

—¿Qué? —ni Adbin ni Linéa habían visto lo golpeada que Artemis estaba, hasta que el sol fue iluminando su rostro y como este, se iba sanando gracias a la sangre de la luna sagrada y de pronto, el aroma de un lobo macho les llegó a la nariz.

Adbin abrió los ojos sorprendido, aunque Artemis no le caía bien, nadie merecía ese tipo de trato, seguro que esa fue la razón por la que Arnes se fue, pensó el mayordomo, pues no podía con la culpa de verla en ese estado y ahora que su prima se había enlazado de Daven, su intervención podía ser mal interpretada, es verdad que al ser su alfa tenía el derecho de castigar al o los culpables, pero hacerle justicia, era un derecho que ya no le correspondía.

El viento llevó hasta su nariz, un aroma familiar y Miserad se le vino a la cabeza, Daven no estaba familiarizado con su olor, a pesar de que pertenecían al mismo equipó, pues él se tomaba muchas libertades y se creía el alfa, pero Adbin sintió un nudo en el estómago, pues era el único sospechoso.

Tocar a lady Artemis era como tocar al alfa, pues eran de la misma sangre, así que Adbin debía reportar lo sucedido a su señor y dar lujo de detalle para saber de qué manera intervendrían.

—El alfa le ha dado tres días a lady Artemis para que se recupere del trauma, después de ese tiempo sabremos como intervenir, mientras tanto, interrogaremos a sus sirvientas y a la escolta que se supone debía cuidar su integridad.

—Pero si me encargo yo mismo de eso y castigo a quien se atrevió a ponerle la mano encima ¿habrá consecuencias?

—Bueno la situación es que…

  —Quizá no me estoy explicando, no estoy pidiendo permiso, yo no puedo esperar tres días para vengarla, estoy dispuesto a recibir cualquier tipo de penalización después de cometer mis actos.

—Daven ¡espera! —Linéa trató de detenerlo, pero Adbin se lo impidió.

—No mi señora, esta en todo su derecho, es mejor que Daven busque su propia justicia, si el señor Arnes se entera de quien le hizo esto a lady Artemis las cosas serán aún más grabes.

—Pero… tu no conoces a Daven, él es capaz de morir por su causa… —estrenó Linéa angustiada.

—¿A caso cree que yo puedo hacer algo para cambiar su ira? Un lobo que ha entrado en maridaje con su hembra, vive para protegerla y muere por el mismo propósito, quizá aun no lo entiende, pero para su amigo, lady Artemis ahora es su vida entera y la protegerá con uñas y dientes sin importar a quién se enfrente.

—Daven…

Las palabras de Adbin dejaron a Linéa pensativa, su querido amigo se había enlazado de aquella enigmática mujer, su maridaje había sido tan profundo que hasta ella lo había sentido en el pecho.

—Nunca antes vi esa mirada en él…Daven ha encontrado a su pareja destinada y yo no puedo hacer nada para impedir que se meta en problemas y por lo que veo, Arnes tampoco interferirá.

Por otro lado, Artemis no podía quitarle la mirada de encima a ese hombre tan hermoso, ni siquiera Arnes la hacia entrar en esa fase de encantamiento y paz, ella seguía en sus brazos, completamente protegida por su lobo plateado, sentía que a su lado ningún monstruo le haría daño.

—¿Qué ha pasado entre nosotros? ¿Qué es esto que siento? ¿Por qué me siento así? Esto es diferente a lo que sentía con Arnes, este sentimiento no duele, no me hace sentir miserable, no me siento temerosa o insuficiente, es como si estuviera flotando en los brazos de este precioso ángel, si…mi bebé me ha mandado un ángel del cielo.

Las lagrimas brotaron nuevamente de los ojos de Artemis y como una niña pequeña, se soltó a llorar en el pecho de Daven.

—Por Dios…que vergüenza, pero ahora él es mi lugar seguro y puedo desahogarme con libertad, se que no lo conozco bien y que quizás esta no era la manera que quería para mi maridaje, no es el alfa quien me carga en brazos, si no este novato que recientemente se ha unido a la manada, no es Arnes, pero me siento aliviada de que alguien me haya mirado a los ojos y haya tomado mi alma como algo precioso. —se dijo Artemis así misma mientras se desahogaba.




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