En manos de la bestia

Lucha por el liderazgo.

 

Parecía que la paz no pensaba quedarse por mucho tiempo en la vida de Arnes y Linéa, pues, aunque la relación con Irina había mejorado bastante, el verdadero peligro estaba por cruzar la puerta, Miserad entró al castillo como una vestía monstruosa y gigantesca, su aullido era aberrante y traspasó la entrada principal burlando toda la vigilancia, les rompía el cuello como si nada.

El disturbio llamó rápidamente la atención de la manada y todo comenzó a salirse de control.

—¡Mi señor! ¡Miserad a regresado! —gritaban los centinelas a voz en cuello.

—¿Qué esta pasando allá afuera? —preguntó Arnes con seriedad.

—¡El cobarde de Miserad exige retarlo a un combate para arrebatarle el titulo de líder de la manada!

—¿Qué? Eso no puede ser… —exclamó Linéa extrañada y añadió. —No salgas, debe ser una trampa.

—¿Quién es Miserad? —preguntó Irina confundida ante tanto alboroto.

—No pienso quedarme de brazos cruzados, ese infeliz debe pagar por lo que hizo, si quiere pelear conmigo, le daré el placer de morir en mis manos.

—¡Espera Arnes!

En el camino, Adbin se encontró con su señor y lo puso al tanto de todo lo que estaba pasando.

—Miserad no es el mismo de antes, no tengo mucho tiempo para explicarle, pero parece que Odegar logró su objetivo con él.

—¿A qué te refieres con eso?

—Quizás su fuerza se compare a la de tres lobos y tres vampiros.

Arnes caminaba junto a Arnes al gran patio, lugar donde se acostumbraba a retar aquellos que tenían la corona para ser remplazados, la osadía de Miserad no tenía limites, estaba empeñado en convertirse en el alfa del clan de los colmillos de obsidiana y aunque no contaba con el favor de ningún lobo, debían respetar aquella vieja tradición.

Cuando los ojos de Arnes vieron a Miserad este se sorprendió al ver que ahora era un hibrido.

La manada estaba reunida en un gran circulo y en medio estaba Miserad impaciente por arrancarle la cabeza al rey, Daven se hizo presente, lo aborrecía con toda el alma por el daño que le había hecho a Artemis.

—¿Qué haces aquí infeliz? No eres bienvenido en la manada. —le dijo Daven mientras empuñaba sus espadas.

—Déjalo, el adefesio viene a buscarme a mí, parece que tubo que acudir a los vampiros para poder sentirse más confiado. —externó Arnes mirándolo con desprecio.

—Arnes… por fin te haces presente… —pronunció Miserad apretando los dientes.

—Ay Miserad, nunca fuiste demasiado listo, por eso dudo que alguien como tú sea capaz de dirigir la manada ¿acaso tu creador no te advirtió sobre las advertencias de convertirte en esto? ¿no leíste las letras pequeñas?

—¿De qué estás hablando? —le preguntó Miserad con su voz gruesa.

—¿Acaso piensas que eres el único hibrido que han visto mis ojos? ¿te has preguntado si hubo más como tú?

—¡Quieres burlarte de mí! ¡estas aterrado! ¡soy el primer hibrido! ¡soy tan fuerte que logré sobrevivir a la transformación!

—En primer lugar, alguien de tu especie no puede liderar la manada, tu sangre esta contaminada con la de nuestros enemigos los vampiros, solo uno de nosotros puede convertirse en alfa y tu ya no perteneces aquí.

—¿Y quién lo dice?

—Yo lo digo, además, aun si tuvieras un golpe de suerte y por alguna razón extraordinaria, lograras asesinarme ¿Cuánto crees que dure tu patética vida como mutante? ¿Tres meses a por mucho? ¿Un mes? La razón por la que los híbridos no existen es por que no viven lo suficiente, es anti natural su existencia, te has condenado tu solo y cabaste tu propia tumba al dejarte convencer por Odegar, ese mal nacido es bueno convenciendo a la gente débil como tú.

—¡Estás mintiendo! Transfórmate ahora mismo y definamos cual será el destino de la manada, veras que soy mejor que tú.

—Si es lo que quieres.

Arnes se aflojó la corbata y se transformó en lobo, este seguía siendo más agrande y fuerte que Miserad, pero ya era demasiado tarde para retractarse, el hibrido estaba decidido a sobrevivir al rey de las bestias.

Haré mi duelo de manera oficial. —Miserad se arrancó un dedo y se lo lanzó a los pies a Arnes y se le fue encima iniciando así con la pelea.

Por otro lado, Linéa he Irina corrieron a toda prisa hacia el lugar donde se estaba llevando acabo la batalla, ella estaba preocupada por su pareja destinada, sabía que Miserad era un tramposo y no pensaba ganar de manera justa, en el agujero que él había hecho cuando entró al castillo por la fuerza, comenzaron a entrar varios vampiros y Linéa se encontró con un grupo de guerreros que trataban de contenerlos.

—Tensa tu arco hermana, no podemos permitir que estas cosas interrumpan el duelo de Arnes, debe derrotar a Miserad a como dé lugar.

—Muy bien, voy a enseñarte lo mucho que he crecido desde entonces.

Linéa he Irina, comenzaron a pelear contra los vampiros que querían infiltrase en su territorio y la batalla se puso cada vez más intensa.

Artemis estaba preocupada por Daven, temía que Miserad le hiciera daño y lo buscaba por todos lados, a lo lejos pudo ver a Linéa y a su hermana que peleaban codo a codo contra los enemigos.

—¿Qué esta pasando? ¿Ellas dos podrán cubrir a los guerreros? Debo avisarle a los demás.

Artemis vio el gran tumulto y al ver a Daven su corazón descansó.

—¡Daven!

—Artemis ¿Qué haces aquí? Es peligroso que salgas de tus aposentos.

—Hay vampiros que están tratando de infiltrase en el castillo, Linéa esta tratando de detenerlos junto a otros guerreros, pero creo que necesitan refuerzos.

Los ojos de Artemis se desviaron hacia Miserad y se llenó de mido al verlo tan espantoso.

—Ven conmigo, iré a cubrirle la espalda a Linéa, pero antes debo ponerte a salvo a ti.

La pelea entre Miserad y Arnes era brutalmente salvaje, el destino de la manada estaba apunto de definirse.




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