En manos de la bestia

Profecia de una eterna oscuridad.

 

No sabía como sentirme al respecto, ni como debía interpretar los sueños que me acosaban con insistencia, pero desde hace mucho comencé a temerle a la luna, su luz brillante solo reflejaba la maldad que escondía dentro de ella, aquella dama de plata cometió actos imperdonables que iban más allá del adulterio, los pecados que acumuló con el abandono de sus hijos fueron condenables, tanto así, que el sol y el dios de las bestias terminaron aborreciéndola.

Ella fue la creadora de la raza alvina, personas únicas y extraordinarias que destacaban por su rareza y su belleza sobrenatural, ella creó a los vampiros por culpa de su negligencia y gracias a su infidelidad nació la flor de aconito, ninguna de las tribus tenemos la verdad de los hechos, mis sueños cuentan una historia diferente a la que conocía de toda la vida, la luna no es una guardiana protectora, los clanes no somos enemigos y el poder de la flor sagrada no es más que su propio castigo, sus tres hijos nacieron para destruirla, ese era su destino, morir en manos de a quienes había maldecido.

 Línea se encontraba agitada, dormir era un lujo que no podía darse, descansar estaba fuera de sus posibilidades, en cuanto cerraba los ojos, las pesadillas volvían a ella como si en su cabeza se estuviera reproduciendo una película de terror llena de destellos futuros que gritaban desesperados que el día de la luna sangrienta estaba cerca.

La cosa se complicó en el momento en el que Odegar, Daven y Artemis comenzaron a tener esos mismos sueños que les robaban la paz y el aliento.

—¡Ahhhhhh! —gritó Odegar con una súplica ahogada, mientras agitado, se levantaba de su cama con el corazón en la garganta.

Había tenido una parálisis del sueño, no podía moverse, ni escapar de aquellos recuerdos que inundaban su cabeza, la vida de su abuelo, su nacimiento, la manera en la que fue concebido, terminaron por horrorizarlo.

—¿Qué significa esto? ¿Por qué no puedo dormir en paz? En cuanto cierro los ojos, esa mujer aparece, es como un espectro maligno que suplica su liberación, una hechicera que posee mi cuerpo y trata de meterme una historia asquerosa en la cabeza, tengo sus palabras metidas en el cerebro taladrándome hasta irritarme “los cuatro cellos deben romperse” solo recuerdo eso…

El rey de los vampiros se agarraba la cabeza con fuerza como si tratara de poner sus pensamientos en orden, ya tenía varios meses siendo torturado de esta manera y no era el único, también Daven y Artemis sufrían el mismo padecimiento.

—¿Qué está pasando? Todo me da vueltas, despierto y la realidad parece distorsionada, es como si estuviera en peligro, nunca pensé que la luna me causaría tanto miedo. —externó Artemis agobiada.

—¡Artemis! ¿te encuentras bien? ¿volviste a tener esas pesadillas? —le preguntó Daven quién recién entraba a su habitación, él se veía igual de aturdido y confundido.

—Creí que se trataban de simples sueños y que se debían a los traumas que Miserad me había generado, pero todas las noches es lo mismo, ya no sé qué hacer. —declaró Artemis bañada en sudor.

—Ven aquí, todo va a estar bien, dormiré contigo de ahora en adelante, yo cuidaré tu sueño.

—Daven, tú también te vez agitado ¿has soñado lo mismo que yo? —le preguntó Artemis al verlo con ojeras.

—No quería preocuparte, pero no somos los únicos que hemos estado soñando con la luna, el sol y el dios de las bestias, al parecer Linéa también ha estado pasando las noches en vela, ella no se ve desmejorada gracias a que su cuerpo se sana así mismo, creo que va a ser bueno que nos juntemos para que hablemos de esto, no creo que sea normal, además…Odegar esta involucrado, lo he soñado, a nosotros cuatro para ser exacto. —confesó Daven con nerviosismo.

—Yo también he soñado con él, esto es muy raro, estoy asustada…

—No temas, encontraré la manera de detener estas pesadillas, debe de existir algún método para deshacernos de esto, por lo pronto intenta descansar, yo me quedaré despierto cuidándote. —le dijo Daven mientras la abrazaba.

—Es inútil, en cuanto empiezo a relajarme, me veo en vuelta en las pesadillas, estoy agotada…quiero dormir, pero no puedo…

—Entonces iremos a buscar a Linéa, su sangre te devolverá las fuerzas, vamos, te llevare cargando hasta sus aposentos.

—No deberíamos de despertar a la luna, aun si eres su amigo es indebido.

—No me importa si me sancionan por eso, no pienso verte así, tú eres lo más importante para mí, quiero que estes bien. —le dijo Daven provocando que el corazón de Artemis se llenara de amor.

—Daven…desde que estoy contigo, me siento protegida, no importa que pase, quiero permanecer a tu lado para siempre.

Daven se llevó a Artemis en los brazos y a mitad del camino, Adbin se los encontró.

—¡Adbin! ¿Qué haces aquí? —le preguntó Daven sorprendido.

—Vine a buscarlos, los señores quieren hablar con ustedes, parece que estamos en la misma sintonía.

—Creo que sabemos de lo que quieren hablarnos.

Una vez que llegaron a la presencia de Arnes y Linéa, los cuatro se miraron fijamente, no había dudas, el rey de las bestias notó el agotamiento, entonces los sueños de Linéa se volvieron más preocupantes y cuando Artemis y Daven contaron lo que veían en sus sueños, nuestros amigos supieron que estaban delante de una siniestra premonición de un futuro no tan lejano.

—¿Qué significa todo esto? si desde antes de conocernos tenías estos sueños ¿Qué es lo que la una quiere de nosotros? —preguntó Artemis confundida.

—No lo sé, es solo mi interpretación, pero…creo que la luna nunca se petrificó, es decir, si se convirtió en un satélite, pero no de manera permanente, pareciera que se congeló a propósito para despertar el día de la luna sangrienta, que no es más que un eclipse lunar total, es un fenómeno conocido como dispersión de Rayleigh, más que un espectáculo visual, es la señal del fin de todo lo que conocemos, es el día que la luna piensa vengarse del sol para asesinarlo por haberla abandonado.




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