En manos de la bestia

Alianzas forzadas.

 

Las declaraciones inesperadas de Linéa dejaron a todos sin palabras, especialmente a Odegar, quién había quedado atrapado entre las cuerdas.

—¿Qué estás diciendo? Si estoy aquí es por que quiero volver a dormir, para nada me interesa convivir con ustedes ¿humanos y hombres lobo? Jaja, son todas razas inferiores, seria humillante ponerme a su altura, la única razón por la que me digne a venir fue para tener una respuesta sobre las pesadillas, no entiendo por que estoy involucrado en todo esto. —externó Odegar indignado.

—No lo había notado antes, tu cabello azulado me parecía inusual, pero ¿lo tiñes no es cierto? En realidad, eres albino, lo mismo que Artemis y Daven, eso quiere decir que ustedes son…

—Los hijos que la luna tuvo con los humanos. —declaró Artemis pensativa.

—Si, ustedes tres son los últimos descendientes de aquella raza, humanos divinos de belleza celestial, los hijos de la luna.

—Pff, que estupidez es esa. —chistó Odegar cruzándose de brazos.

—Quieres ocultar tus orígenes porque tu pasado es aun más oscuro y triste, tu abuelo también fue un hijo de la luna, pero de otra raza, fueron el resultado del apareamiento entre el demonio celestial y la luna, a ustedes los maldijo el rey de los astros, se negó a iluminarlos con su luz, por rencor a su infiel esposa, los privó del día y los condenó a vivir en la eterna oscuridad…son el producto de una diosa y un demonio místico. —manifestó Linéa con pesar.

Odegar detestaba esa historia, le causaba repulsión, tristeza, una tristeza profunda que no merecía.

—Ese es el origen de los vampiros, fueron castigados por los pecados de su madre, condenados por los celos de su esposo, sufriendo enclaustrados en los brazos de las penumbras, llamados monstruos, juzgados por su inevitable sed de sangre.

—¡Nosotros nunca pedimos nacer! ¡esa mujerzuela nos parió y en lugar de darnos el pecho nos dio la espalda! Mi abuelo murió maldiciendo a su madre y yo sigo aquí aborreciendo sus actos reprobables. —externó Odegar con un profundo dolor en el corazón.

Ellos fueron los que más sufrieron, los vampiros recibieron todo el peso del odio y el desprecio, cansados del rechazo, trataron de vengarse de sus opresores, un pueblo marginado condenado a ser los villanos de la historia, pero su rey era el vivo ejemplo de que en el fondo solo querían sentir amor y comprensión.

—Deja de ponerte a la defensiva, acepta que no eres tan malo, sigues siendo orgulloso, pero si estás aquí significa que estas buscando una solución al problema, al igual que nosotros, estoy dispuesto a bajar las armas contigo si te comportas, mantente a raya y habrá paz entre nosotros, pero si me traicionas o si intentas algo extraño, te arrepentirás. —le dijo Arnes mirándolo de manera desafiante.

—¿Qué? ¿no escuchaste a tu luna? Si quisiera matarte ya lo habría hecho, tengo la habilidad de ser imperceptible, soy niebla pura, entro donde se me dé la gana y ustedes ni siquiera notaron mi presencia, esta claro que solo quiero una cosa y ya se las dije, quiero dormir otra vez. —exclamó Odegar irritado.

La tención entre ambos reyes se hizo presente y se pusieron frente afrente mirándose de manera retadora, pero Linéa se puso en medio de ellos para tranquilizarlos.

—¡No es momento de pelear! Van a tener que dejar sus diferencias en paz, al menos por ahora, después de que arreglemos esto pueden pelearse todo lo que quieran, necesitamos unirnos para descifrar el significado de estos sueños, creo que son visiones, profecías de un futuro cercano, no es normal que todos estemos siendo acosados con estas pesadillas y es la misma para todos. —dijo Linéa insistente.

—Linéa tiene razón, pelear es una perdida del tiempo que no tenemos, debemos hablar con el clan de la flor púrpura, hacer una asamblea y discutir sobre este tema, miren la luna…creo que el infierno se acerca.

Un silencio abrazador se apodero de ellos y silenciosamente se asomaron hacia los balcones y vieron que la luna tenía una mancha roja.

—Cuando la luna termine de teñirse de rojo, será el inicio de la luna sangrienta, en nuestros sueños esa era la señal del fin de todo lo que conocemos, será el día en el que la luna recobre sus fuerzas y tome su forma humana, entonces iniciara su plan para asesinar al sol. —manifestó Daven con un semblante desolado.

—Maldita sea… ¿no le bastó con arruinarnos la existencia? —exclamó Odegar furioso.

—Parece que la luna resulto ser más perversa de lo que creímos, siempre la vimos como nuestra protectora, la madre de nuestra raza, pero se convirtió en la villana de esta historia. —declaró Artemis con temor.

—Si Artemis y Daven son los hijos del hombre y Odegar desciende del demonio celestial, entonces tu eres el resultado del apareamiento entre mi ancestro el dios de las bestias y la luna, no como su decendencia, si no como su castigo. —añadió Arnes con el ceño fruncido.

—Por eso su sangre tiene la fama de asesinar a sus adversarios, pero fue desmentido en el momento en el que ustedes la probaron, tanto el rey de los vampiros como el rey de los lobos bebieron la sangre de Linéa, pero no los hirió, al contrario, los sanó de sus enfermedades y dolencias, lo mismo que con los humanos y lobos que Linea ayuda por voluntad propia.

—¿A que quieres llegar con eso? —le preguntó Arnes mirándola detenidamente.

—Lo que quiero decir es que probablemente, la sangre de línea nunca debió ser apodada como la asesina de lobos o vampiros, si no como la asesina de la madre luna, ella es el arma que deberá castigarla por sus pecados y entonces Tú… —Linéa la interrumpió con urgencia y añadió:

—Arnes es el único que no desciende de ella, por lo tanto, puede que sea él quien deba usarme como su espada para acabar con luna. —externó Linéa con seriedad.

—Nuestra madre fue la humana Selis, esposa legitima del dios de las bestias Cronos, de ellos descendemos. —dijo Arnes con claridad.




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