En manos de un psicópata

Capítulo 2

No entiende si esto está pasando realmente o tomó demasiado en la fiesta y la borrachera le ha hecho creer que todo esto es real. Porque no le cabe en la cabeza que ese perro arrastrado criado por su abuela solo para obedecer ordenes sin oponerse ahora se comporte con una altanería que no le corresponde.

¿Hace esto por vengarse por todas las humillaciones que su familia le ha hecho durante toda su vida?

Bueno, tampoco puede decir que ella es inocente, ha sido tan cruel y abusadora como todos. Lo ha golpeado, humillado y tratado de lo peor. En su lugar si tuviera la oportunidad claro que se vengaría de alguien como ella.

Ahora el problema es que planea hacerle ¿Quemarla, cortarla, torturarla o qué? De solo imaginarlo se le revuelve el estómago.


“¡¿Cómo esa vieja mujer puede ser tan irresponsable de dejarme en manos de un tipo que de seguro debe odiarme?!  Si… llego a morir juro que la atormentare cada día que le quede de vida…”

Retrocedió en la cama apretando los dientes al ver su camisa abierta y la forma como sostiene la corbata en sus manos, como un verdugo preparando la cuerda para su víctima.

—¿Piensas matarme ahora? —preguntó con ironía sin poder ocultar el temblor en su voz—. Sabes que si lo haces te secaras en prisión y ahí a los perros no los tratan nada de bien…

Antonio sonrió, con una maldad que sobrecogió todo el cuerpo de Susana.

La mujer intentó que ese miedo no se reflejara en su rostro más cuando él se subió a la cama tomándola de ambos tobillos cuando vio sus intenciones de huir.

—¿Matarte? —le preguntó levantando sus muñecas sobre su cabeza y atándolas con la corbata para luego atarlas a la cabecera de la cama.

Susana intentó evitar ser atada pero la fuerza de ese hombre es descomunal.

—Si toda la vida he soñado con tener a la señorita atada de esta forma en la cama a punto de ser tomada por mí, esperando ser rellenada en su interior y preñada para convertirse en la madre de mis hijos…

La mujer se quedó boquiabierta ¿Qué tipo de dialogo cursi de novela barata es ese? Había escuchado muchas palabrotas más fuertes de sus conquistas, pero esas palabras, no sabe si tomarlas en serio o no.

Sin embargo, bastó ver la mirada penetrante del hombre para darse cuenta de que es en serio. Torció en una mueca burlesca a pesar del temblor que le causaba esos ojos salvajes.

Por lo menos no piensa matarla solo tener sexo con ella… ¡Claro que eso no es para estar aliviada como ella podría aceptar que el perro miserable de la familia, un huérfano recogido de las calles pueda tener el favor de acostarse con ella!

“Debo calmarme, respirar tranquila… esto de seguro es parte del plan de mi abuela, solo buscan darme una lección por mi desobediencia”

—Bien, entiendo, estás buscando asustarme ¿Esto lo ordenó mi abuela? ¿Qué me harás? ¿Tomarme a la fuerza? ¿Quieres que grite, suplique o qué? Con lo pequeña que has de tenerla…

Masculló sonriendo en forma irónica.

—Quiero escuchar tus gemidos enloqueciendo de placer —le susurró al oído—. Como nunca otro hombre te ha hecho aullar.

Dicho esto, le pasó la lengua por el cuello. Susana se rio con fuerzas, no va a lograr hacerla caer en su trampa con algo tan tonto como eso.

—Creo que has leído demasiadas novelas online eróticas —señaló la mujer en tono de burla.

Pero la sonrisa se le borró de inmediato cuando Antonio se bajó el cierre y pudo ver el enorme monstruo que apareció frente a sus ojos. Esa cosa hasta vida propia podría tener si quisiera. Movió su mirada desde el rostro del hombre que sonríe con malicia frente a esa cosa que parece moverse por voluntad propia.

¿Acaso no está simplemente asustándola? ¿Planea meter eso dentro suyo?

—¿Qué… qué… mierda? ¿Eres humano? —preguntó sin creerlo deteniéndose en la maliciosa mirada del hombre.

Se mordió los labios dándose cuenta de que él de verdad planea ir más allá, ¿Es que acaso su abuela la acaba de regalar a un loco como este?

—¡Abuela! ¡¿Cómo puedes hacerme esto?! —gritó y su grito se extendió por toda la solitaria villa.

 

 

El sol penetró las blancas cortinas, atravesando la gruesa cobertura de unas cortinas blackout, se coló entre sus ojos y la obligó a despertarse.

Abrió los ojos de mala gana sintiendo que un camión le ha pasado por encima. Se llevó las manos a la frente sin creer lo que ha pasado. Maldiciendo su suerte una y otra vez.

Ese maldito animal semental no se cansó en toda la noche, no recuerdas cuantas veces lo hicieron y cuantas horas pasaron. Ni siquiera en sus orgias más alocadas había terminado así de molida y cansada. Es que de verdad ¿Lo hizo con ese perro bastardo? ¿Tuvo sexo salvaje y duro con ese tipo y esa cosa peligrosa que le cuelga entre las piernas? Pensaba que moriría.

¿Cómo, si supuestamente es virgen, tuvo esa experiencia para saber hacer tantas posturas que ni siquiera ella con su vida sexual activa había hecho jamás?

No es la primera vez que la azotan con ese tipo de embestidas, pero nada se compara con lo que pasó durante la noche, y es que por primera vez se sintió manejada al antojo de otro cuando usualmente es lo contrario.

—Señora, le traje su desayuno —sonó la voz de una mujer al otro lado.

Susana de inmediato se colocó de pie solo para caer al piso de cabeza al darse cuenta de que sus piernas no lograron reaccionar a tiempo, y no solo eso, toda su cintura para abajo le late dolorosamente. Sumando además las marcas en todo su cuerpo.

Aprisionó los dientes revisando que no hay parte de su blanca piel donde no hay mordidas de ese salvaje.

—Maldito perro infame —exclamó con rencor.

Más cuando se dio cuenta que aun incluso sigue desnuda. Alzó su puño antes de intentar volver a ponerse de pie en el instante mismo que la puerta se abrió de improviso.

Asustada de ser vista de esa forma, de inmediato tomó una manta y se la colocó encima. Solo para ver la mirada burlesca de Antonio que entraba con la bandeja de su desayuno.




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