Preparó cada informe, subió cada registro de los movimientos del día anterior a la computadora, y luego organizó las carpetas de las reuniones del día. Antes de las ocho ya tenía todo el trabajo listo.
Incluso Víctor no pudo negar sentirse sorprendido de como la esposa de su jefe, la única nieta de Minerva Fave; cuyos rumores hablaban de ella como una mujer perezosa, alcohólica, y buena para acostarse con los hombres, pudiera aprender tan rápido el trabajo de asistente.
Susana al darse cuenta de la presencia de su superior se sintió cohibida y se quedó mirando los oscuros ojos marrones de Víctor, aquel desvió la mirada y bufó.
—Buen trabajo —masculló.
La mujer sonrió. Escuchar que ese tipo, quien ha sido tan desagradable con ella, la felicite, le hincha el pecho.
—Aprendo rápido, aunque parezca una tonta —respondió entrecerrando los ojos con orgullo.
—No se suba por el chorro, señorita Fave, que recién está aprendiendo lo básico —exclamó con intenciones de aterrizarla en el piso—, si sueña un día en tomar el lugar del CEO, le advierto que le falta mucho, no le llega ni a la suela de los zapatos al señor Antonio.
Susana tensó su mirada notando la expresión agría del asistente.
—¿Por qué me desprecia tanto? —le preguntó de la nada sorprendiendo al hombre—. Y no solo usted, todos en esta oficina parecen mirarme de esa forma ¿Qué les he hecho?
Víctor endureció su mirada acercándose a la mujer hasta hacerla retroceder, intimidándola.
—¿Le parece poco? —señaló con un tono ofensivo—. ¿Cree que en esta oficina somos tan tontos de no saber que usted es la nieta de Minerva Fave? No es justo que una mujer que se ha dedicado a despilfarrar su vida venga aquí y quiera usurpar el lugar de quien ha trabajado tanto por mantener a flote esta empresa, incluso en tiempos en que casi se fue a quiebra ¿Lo hace porque cree que es su derecho? ¿Por merecer la herencia? Sería mejor que se mantuviera lejos de esta empresa, el señor Antonio es el único que tiene derecho a seguir siendo nuestro jefe y no una mujer venida de la nada como usted.
Susana pestañeó confundida, pensaba que cuando supieran que ella es la nieta y real heredera de Minerva Fave el trato de esos trabajadores cambiarían, pero se equivocaba, es a causa de ser quien es ella lo que ha causado ese desprecio.
Si supieran que está aquí por obligación de su abuela, que lo que menos le interesa es tomar el trabajo de Antonio y ocupar su lugar, porque tampoco es de su interés recibir la empresa como herencia.
Si fuera por ella estaría lejos de aquí, trabajando en su negocio de diseño que le va lo bastante bien para no depender del dinero de los Fave. Y que bien, ha sido una mujer que disfruta de la vida en fiestas y hombre, pero no por eso es alguien tan tonto para creer que puede tomar un negocio que desconoce en sus manos, ni una vulgar aprovechada que vive a costa de su abuela ¡No ha tocado un peso de esta familia desde que se fue de la casona principal!
—No es mi interés tomar el puesto de nadie en este lugar —señaló arrugando el ceño.
Víctor dejó escapar su risa.
—Debe ser tan humillante tener que servirle como asistente a un “empleado más” —indicó con ironía—. ¿O acaso su trabajo es ser más que asistente en esa oficina?
Susana lo miró con una mueca en su rostro y luego dejó escapar un bufido antes de reírse.
—Ya lo entiendo… esto es más que un tema laboral, ¡son celos! —al decirlo notó como Víctor se cohibió en el acto.
—No… —quiso negarlo, pero no alcanzó a decir nada cuando Susana lo tomó de la corbata de golpe para acercarse a su oído.
Su rostro se enrojeció al sentir el aliento tibio de la mujer en su oreja.
—¿Quiere saber lo que hacemos en esa oficina? —le preguntó Susana sin alejarse y luego susurró—. El CEO le gusta meter su lengua en mi boca, forzarme a besarlo, haga lo que haga, pero eso es excitante, como mete su enorme lengua hasta ahogarme sentir que voy a morir y, sin embargo, desear que no se acabe. Luego me penetra, dolorosamente, y es tanto el éxtasis ante el dolor que quisiera que fuera más. Me embiste como perra en celo, con su enorme paquete que parece que fuera a destruirme por dentro, dejando escapar sus fluidos calientes por entre mis piernas…
Luego de eso lo empujó y se alejó sin poder evitar que su mirada bajara a la entrepierna del hombre que parece haberse afectado, intentó ocultarlo, pero Susana se empezó a reír. Víctor arrugó el ceño preocupado.
—Te imaginaste que te hacía todo esto a ti y por eso te has sonrojado —indicó sin poder detener su risa.
El hombre apretó la mandíbula.
—Mujer vulgar y barata —masculló ofendiéndola, pero en vez de eso Susana solo pasó la lengua por sus labios sonriéndole de forma seductora. Víctor cohibido desvió la mirada.
Susana tomó su teléfono con indiferencia tecleando un número.
—A ustedes se les olvida algo, sí, no les caigo bien, pero… —sonrió con maldad— así y todo, soy la futura dueña de esta compañía, puede que Antonio siga a cargo, pero quién manda seré yo ¿Lo entiende? Usted está de salida, pero los otros quedarán anotados para ir uno por uno despidiéndolos de este lugar. No voy a tolerarles sus faltas de respeto.
Y se sentó sobre el escritorio cruzando las piernas.
—Basta solo con una llamada mía a los guardias de la empresa para que los saquen a todos ahora mismo si yo quisiera —dijo esto mostrando la pantalla de su teléfono—, pero no soy una niña tonta y caprichosa para hacer algo como esto de forma tan brusca, así que hábleles, dígales que si desean seguir manteniendo su puesto entonces que empiecen a comportarse conmigo.
Víctor maldijo por lo bajo sin quitar sus manos de su entrepierna. Susana no pudo evitar mirarlo divertida.
—Le recomiendo ir al baño y bajar a su amiguito antes de que el jefe llegue, le doy permiso para que tome mi lugar en sus pensamientos eróticos —exclamó bajando del escritorio para seguir con su trabajo.
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Editado: 25.11.2024