En manos de un psicópata

Capítulo 20

Una pequeña rata encerrada en una bonita jaula de oro” repitiendo esas palabras en su cabeza Susana tensó su mirada más al mirar de reojo a Antonio. Aquel en tanto no conectó su mirada, se mantuvo sereno con sus ojos fijos en el paisaje.

El vehículo avanzaba por la ciudad sin que la mujer supiera siquiera a donde van, pues cada vez que lo ha preguntado solo ha recibido como respuesta “Ya te lo dije” y no ha querido insistir notando la mirada de satisfecha de Antonio.

La subió antes a este auto que los esperaba afuera sin dejarle ni siquiera tiempo de avisar a su jefa que no iba a volver, a su pesar, por lo menos ese día. Pues no acepta dejar su trabajo por vivir como ese loco planea.

—¿Qué haces? —dijo el hombre, de repente, tomando su teléfono entre sus manos mirando detenidamente el mensaje escrito—. Jefa, hoy tendré que salir volveré mañana temprano y recuperaré el tiempo perdido.

Dijo leyendo cada palabra con gesto divertido.

—A estás alturas ya debe haber corrido la noticia de que eres mi esposa en todos los departamentos de esa empresa —señaló con una ligera sonrisa irónica.

—¿Y a mi qué? Eso no va a afectar mi trabajo —respondió intentando recuperar su teléfono.

Antonio sonrió sin mirarla, y luego giró su mirada hacia ella sin cambiar su expresión, pero a la mujer le bastó ver su mirada para darse cuenta de que sus ojos lucen intimidante, y esa sonrisa en aquel rostro masculino no es nada amigable.

Sus ojos son como los de una bestia salvaje burlándose de su indefensa victima que aun guarda esperanzas de huir de sus garras.

Retrocedió instintivamente pero no logró moverse unos centímetros cuando se sintió tomada por la barbilla con una fuerza que la impidió moverse. Tragó saliva y por unos segundos su mirada mostró el miedo que sentía en estos momentos.

Sin embargo, no está dispuesta a dejar que descubra cuando intimidada se siente en esa posición por lo que arrugó el ceño con tensando su rostro con un toque de rebeldía, que contrario a lo que espera, resulta hacer la situación aun más divertida y placentera para su “captor”.

Antonio no dijo palabra alguna, suavizó la intención asesina mientras su atención se concentra en los labios de tono rosado y húmedo que parecen atraerlo con tanta fuerza que contenerse ya le es una tarea difícil. La presión dentro de sus pantalones es tal que lo incomodan, pero esto no se ve en su expresión de superioridad.

Con su dedo pulgar acarició los labios de la mujer con cierta rudeza incluso provocándole dolor. Aquella quiso apartarlo con una de sus manos, pero sus intenciones fueron detenidas por Antonio quien presionó su mano contra el sofá con fuerzas sin cambiar la expresión de su rostro aun ante el gesto de dolor de Susana que sintió como sus dedos eran aplastados por esa enorme y pesada mano.

—¿Crees que la esposa del presidente y dueño de las empresas Fave va a estar trabajando en un simple puesto de diseño de zapatos? —el tono despectivo con que dijo esto le hubiera dolido a cualquiera, incluso más a la orgullosa mujer.

Susana apretó los labios y su rostro no ocultó la molestia que le causó escuchar tales palabras. Con su mano libre se aferró a la muñeca del hombre buscando liberar su barbilla ya que aquel la presionaba con más fuerzas.

—Me importa… una mierda lo que digas, además nuestro matrimonio no fue más que un truco que utilizaste solo para tener la oportunidad de atacar a los Fave ¿Acaso tu sed de venganza no está satisfecha? —le preguntó con tono agresivo.

Antonio no respondió, sin embargo, dejo de sonreír, y ver la seriedad en el rostro de aquel tipo no resultaba como esperaba. Pensaba que su sonrisa era siniestra, pero ahora luce peor. Susana no pudo evitar arrepentirse de sus palabras antes de ser empujada contra el sillón del auto y aunque quiso evitarlo quedó acostada de espalda con sus dos muñecas retenidas solo con una de las manos de Antonio.

—Dices “Mi sed de venganza” —habló el hombre con voz ronca—. ¿Y que sabes tu de lo que significa querer vengarse? Sí, desde que te vi por primera vez, desde que vi como crecías rodeada de lo que a mi me pertenecía solo soñaba con el día en que te aplastaría, te arrancaría tus alas de mariposa y te hundiría en la miseria. Cerraba mis ojos y soñaba como suplicarías arrodillada en el piso bañada en mis fluidos y arrastrándote por el piso como la prostituta más puta del burdel, y pisotearía cada uno de tus dedos sintiendo satisfacción mientras escuchaba como tus huesos se rompían en pedazos… pedirías disculpas cada minuto de tu infame vida hasta morir de la forma más cruel y lenta…

Todo esto se lo dijo susurrando al oído sintiendo como el cuerpo de Susana temblaba, tal vez al imaginarse cada una de las cosas que le decía.

Aquella no es capaz de decir nada, e incluso dejó de luchar por ser liberada, sus dos ojos se abren como si acabará de ver una horrible escena, su respiración apenas se escucha y las nauseas la obligan a desviar la mirada abriendo la boca para jadear sin control. De reojo notó la expresión satisfecha de Antonio y apretó los dientes a pesar de que siente sus extremidades congelas presa de aquella horrible confesión.

—Pero —Antonio se acercó a su rostro sonriendo—, como ahora me gustas no me imagino una vida sin ti, así que quiero hacer un trato contigo. Quiero que vivas cien años y eso significa que no puedo hacer nada que podría provocar que tu vida sea más corta.

Maldito bastardo…” pensó Susana sin alejar su mirada de él siguiendo cada uno de sus movimientos.

—No sé si esto es obsesión, o me enamoré de ti, o incluso que ahora te amé tanto como te odiaba en el pasado ¿No sería gracioso? Antonio Fave se enamoró de la mujer que usurpó su lugar y quiso quedarse con todo lo que en realidad era suyo. Nunca he sido amado por lo que no se amar, no te esperes mucho, pero una cosa sí sé, no puedo vivir sin ti. Me ahogo de solo pensar tenerte lejos, las palpitaciones de mi corazón se agitan como si no pudiera vivir sin el veneno de tu presencia. Es por eso que vamos a renovar nuestros votos con nuestros nuevos apellidos y luego de eso vivirás en una bonita casa donde no tendrás permitido salir a ningún lugar, pequeña rata.




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