En manos de un psicópata

Capítulo 26

—¿Por qué el sol viene a despertarme? —habló lánguidamente alzando su mano y jugueteando con los rayos que penetraban las cortinas de su vieja habitación.

Una mano entrelazó la suya y al girar su mirada resignada, contempló el rostro de Antonio, aquel le sonrió besando la suya. Parece estar más feliz que nunca. Bueno, si se pone a analizar la situación ha logrado todo lo que se propuso. Se vengó de la familia Fave, empujándolos a la desesperación a la mayoría de ellos, que terminaron en peleas graves, en muertes, separaciones, etc. Los pocos que quedaron solo bajaron su cabeza y acataron las órdenes del nuevo líder de la familia.

Por otro lado, también tomó como suya la casa principal, y además mantiene retenido a su lado al huérfano que lo ofendió tomando su lugar. El tema es que Susana no sabe hasta cuando llegará la venganza contra ella, no entiende si es el límite o sus palabras de que va a protegerla son ciertas o solo una forma de perturbar aún más su mente.

—Te amo —musitó Antonio volviendo a besar su mano.

La mujer se le quedó mirando con una sonrisa incrédula, no sabe si llorar o reírse ¿Está jugando con ella o lo dice en serio?

Al final prefirió no hacer nada, solo se quedó en silencio mientras Antonio acariciaba sus dos mejillas, contemplando con placer como la luminosidad del sol le da una apariencia tan encantadora a Susana con su vientre que ya ha comenzado a abultarse. La mirada de indiferencia de la mujer es como un elixir peligroso y venenoso que ansia aún más, aun cuando ya la tiene en la palma de su mano, sigue sintiendo que aún falta algo más.

Susana repentinamente le sonrió con dulzura. Y empezó a entender que es eso lo que le faltaba, aún tener su cuerpo no es todo lo que quiere, también quiere que ella sienta por él lo mismo, un amor obsesivo, enfermo tal vez, pero dispuesto a no dejarla ir jamás.

—¿Podemos desayunar? Tengo demasiada hambre. El bebé quiere comer —señaló con suavidad acariciando su vientre.

Y es que Susana se da cuenta de que si quiere salir de esta situación podría entonces probar con fingir que está de acuerdo en estar a su lado, en ser cariñosa y dulce, y cuando Antonio se confíe aprovechar la oportunidad de huir. Pero para ello debe pensar en una forma de guardar dinero, porque ya se ha dado cuenta de que en su huida estará sola. No hay ninguna persona que le extenderá su mano.

Sin embargo, hay algo que necesita saber, le inquieta descubrir si en realidad su abuela Minerva en verdad sigue viva ¿No sería bueno si la anciana se recuperará? Si fuera así, ¿podría lograr que ella estuviera de su lado? Si fuese así, juntar dinero y huir podría ser mucho más fácil.

Lo ideal es después de dar a luz, aprovechar esa instancia y huir. No planea hacerlo con el bebé porque no sabe que le esperara más allá.

—Claro —respondió Antonio—, pediré que preparen un buen desayuno. Además, nos iremos en unas horas más a un hogar temporal, a esta casa hay que aún aplicarle muchos cambios.

Se levantó, desnudo, dejando bien su bien cuidado cuerpo, Susana desvió su mirada. Si no estuviera tan loco ni fuera un peligro podría estar conforme con un hombre como ese, es apuesto, poderoso, y sabe llevarla a las nubes a un éxtasis que ninguno de sus acompañantes anteriores la habían hecho sentir. Pero es el temor de estar al lado de alguien como él que la empuja a que huir y alejarse, es la única posibilidad de sobrevivir.

Repentinamente, se giró y al verlo de inmediato, Susana se cubrió los ojos, pues aún no se ha vestido, eso hizo que Antonio sonriera y se acercara a la cama cubriéndole los ojos con su propia mano ante la sorpresa de Susana.

—Ansío el día que pueda escucharte decir “Te amo” —señaló casi susurrante, acercándose aún más a su rostro—. Pero no me apura, tenemos aún toda una vida por delante…

Y dicho esto pasó su lengua sobre los labios cerrados de Susana. Aquella no supo como reaccionar hasta que sintió como aquel hombre pellizcaba su barbilla y como respuesta abrió la boca, permitiendo que su lengua se deslizara dentro suyo, con un beso apasionado que casi la ahoga aún más cuando sigue cubriendo sus ojos.

¿En verdad cree que ella podría un día amarlo? Claro, si es seguro que si sigue así, lo único que va a desarrollar es el síndrome de Estocolmo, y es por eso que le urge poder salir de ahí lo más pronto posible. Incluso si eso significa abandonar al bebé en su vientre en manos de su loco padre.

El beso no se detuvo y cuando al fin sintió su caliente aliento alejarse respiró agitada al poder respirar al fin. Antonio sacó la mano y la contempló en silencio con una seriedad que Susana no puede entender, y luego sonrió antes de echarse a reír.

—De verdad estás volviéndome loco —exclamó antes de ponerse de pie y alejarse de la cama—. Voy a darme una ducha y a bajar para que preparen el desayuno.

Y sin esperar respuesta entró al baño cerrando la puerta. Susana aún no reacciona e instintivamente se llevó la mano a sus labios que, aunque no quisiera, se comenzaron a sentir huérfanos del calor de ese hombre. Luego maldijo susurrando y apretó los dientes al darse cuenta de esto.

Arrugó el ceño mirando hacia la ventana y se sintió como un ave al que le cortaron las alas, pero que poco a poco comienza a acostumbrarse a vivir de esta forma… qué imbécil.

El desayuno rebosaba de alimentos frescos, con frutas y lácteos, jugo de chirimoya y huevos fritos. El estómago de Susana gruñó avergonzándola, y es que desde su estado ha comenzado a tener más hambre del habitual, como un vacío desesperado dentro de su vientre.

Antonio, sentado frente suyo, come en silencio, y hasta ahora no se había dado cuenta lo evidente que es que fue criado con buenos modales desde la cuna, se maneja mejor que ella en el uso de los utensilios, incluso al verlo con atención empieza a reconocer que en verdad él es el real heredero de los Fave.

—Disculpa… —habló buscando la forma de iniciar la conversación.




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