En manos de un psicópata

Capítulo 35

Contempló el vestido de tono azul con desagrado. No es su color favorito y preferiría quedarse en caso que ir a una fiesta. Ya su panza ha crecido tanto que le incomoda. Aunque el vestido es maternal tal vez lo que le molesta es que Antonio se lo haya comprado.

Suspiró desviando la mirada y deteniendose en la seria mirada de la ama de llaves. Clara parece estar a su lado como un vigilante soldado que observa los movimientos de su rehen.

—Esta fiesta es muy importante para el señor Fave —señaló como si quisiera dejarle en claro que poder ir con él es un honor.

Hasta ahora no ha asistido a ninguna fiesta oficial, ni siquiera a las cenas, que su antes familia, han hecho junto a Antonio.

¿Hasta cuando seguirá este juego? Tensó su rostro.

Al final se vistió y se preparó esperando que está solo sea una tranquila velada.
Mentalmente no sabe si se siente siquiera preparada para enfrentar a la familia Fave o a quienes puedan reconocerla.

—Luces hermosa —dijo Antonio al verla bajar.

Aquel tampoco se queda atrás, se ha colocado un lujoso traje que hace juego con el vestido de Susana, además su cabello lo ha peinado de una forma que lo hace lucir más intimidante e importante.

La mujer no puede evitar que en otras circunstancias sería un tipo al que intentaría mantener lejos de ella, pero ahora no pudo evitar que sus ojos se detuvieran en él pensando lo apuesto que es. Su corazón se agitó cuando los claros ojos azules del hombre se detuvieron en los de ella.

No hubo palabras mientras siente el calor subir a su cabeza y desvió la mirada de inmediato sin notar la ligera sonrisa que se dibujó en el rostro del hombre.

Aquel le dio el brazo y Susana lo tomó sin oponerse. Antonio no pudo evitar pensar que la pequeña gata huraña ha comenzado a ser domada, y volvió a sonreir satisfecho, porque está noche pensaba dar un paso más.

La fiesta de la empresa Fave, es un evento esperado cada primavera. Aunque se hace para los trabajadores no dejan de asistir personajes del mundo empresarial que quieran lograr buenos terminos con los herederos de una importante firma como esa.

No es la primera vez que Susana asiste a esta fiesta. Su abuela, Minerva, solía llevarla cuando niña para que empezara poco a poco a acostumbrarse a ese ambiente. Uno que desdeñó y evitó en cuanto tuvo la oportunidad. Su sueño no era heredar algo que nunca sintió como suyo y más cuando las arpias de su familia adoptiva parecían estar listos para devorarla.

Pero contrario a lo esperado, lo que encontró como su familia, fueron solo pocos miembros que solo bajaban la mirada, intimidados por la presencia del actual dueño y líder de la empresa. Salvó un pequeño niño de ojos almendrados, que sosteniendo la mano de su madre detuvo su mirada fija en el abultado vientre de Susana.

—Bastardo —señaló el niño.

Y su familia palideció en ese momento. Su madre, la esposa del hijo del hermano de la abuela minerva de inmediato intentó sacar a su hijo de ese lugar pero su muñeca fue retenida por uno de los asistentes de Antonio.

—Su hijo acaba de insultar al futuro heredero —haciendo referencia al nonato—. Tiene que disculparse.

La mujer sonrió nerviosa, no acostumbrada a ser humillada de esa forma. Susana tensa dirigió su mirada a Antonio con intenciones de pedirle que dejará ese asunto atrás, ya que un niño de apenas tres años no dice las cosas con intenciones.

—Es solo un pequeño, él no sabe lo que dice —dijo la madre.

—Antonio, es solo un niño —musitó Susana.

Aquel tensó su rostro arrugando el ceño.

—Es un niño que repite lo que sus padres dicen —habló con tono seco.

La madre del niño calló. Como si acabasen de descubrirla cometiendo un crimen, bajó la mirada y su rostro luce más nervioso y preocupado. Su marido que acaba de llegar tampoco se atreve a decir nada. Y su hijo mayor que apreta los dientes solo le dirige miradas a Susana, pero pronto al notar que a Antonio no le gusta su actitud bajó aun más la cabeza.

—Lo siento... —habló el padre—. Mi mujer y mis hijos serán castigados, no quisieron faltarle el respeto a la... criatura.

Señaló con expresión extraña contemplando el vientre de Susana. Aunque finja mantener un tono amable, sus ojos no dejan de mirar con cierto despreció hacia la joven mujer que hasta hace un tiempo aún era considerada parte de la familia pese a ser solo una mocosa huerfana adoptada. Ahora era peor, no solo había cedido su lugar a ese hombre sino que además se acostó con él engendrando un ser fuera de toda ética.

Para ellos Susana es una ambiciosa que al perder el titulo como heredera se metió en la cama del real heredero para no perder su posición social. Aquella al notar la actitud del hombre tensó su rostro. Nada de lo que piensan es cierto. Sus intenciones nunca fueron terminar de esta forma, incluso siendo la heredera nunca quiso tomar parte de la empresa de una familia que la despreciaba desde el momento que puso un pie en la mansión Fave.

Antonio endureció la mirada y ante ellos colocó su mano sobre el vientre de Susana porque la mirada de su pariente no se aleja sobre el aun no nacido.

—Alejandro Fave —dijo refiriendose a su hijo porque no le gustó que lo llamara "criatura" con ese tono—.

Fue procreado dentro de un matrimonio legal, no es un bastardo, es el legitimo futuro líder de todos ustedes, gracias a él seguiran comiendo y alimentandose sin mover un dedo. Como aves carroñeras. Deberían aprender a respetarlo desde ahora ¿Lo entienden?

Dijo esto sonriendo de repente como si nada hubiera pasado pero eso no quito la sensación de angustia que sintieron al escuharlo hablar. La mirada penetrante del líder de la familia los hizo callar de golpe.
Susana lo quedó mirando, no sabía que ya le había puesto nombre a su hijo, aunque ese nombre es el mismo que había pensado antes. No pudo evitar colocar su mano sobre la mano que Antonio tenía sobre su vientre. Al sentir el tibio contacto el hombre se giró a mirarla.




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