En manos de un psicópata

Capítulo 39

Antonio volvió a la casa, con expresión cansada. Le duele la cabeza, así que en cuanto entró le pidió a Clara que le diera un analgésico. Luego, preocupado, miró a su alrededor sin ver la presencia de Susana. Su corazón dio un salto y no pudo evitar entrar en pánico al no verla cerca.

Luego recordó que ella le dijo que quería volver a su habitación. Aquella sigue intacta, tal cual como quedó cuando logró quedarse con este patrimonio de los Fave. Fue lo único que no tocó, pensando que no tenía tiempo para pensar en la remodelación de ese cuarto. Ahora que lo piensa bien, tal vez no lo hizo por no preocuparse de esa habitación, sino por Susana, aunque en ese entonces no se había dado cuenta de sus acciones.

Desde que ella cayó en coma no ha dejado de pensar en cada acción extraña de su parte, en sus ansias de venganza nunca dejó de pensar en Susana y como no perderla, pese a que en un inicio era la principal persona de la cual quería vengarse.

Ni tampoco espero que ella pudo verlo llorar en el orfanato, quebrándose ante el abandono de su familia, pese a que siempre quiso dejar una imagen de indiferencia frente a todos.

Sus palabras de que quería ir a buscarlo al orfanato, no deja de inquietarlo ¿Cómo fue que lo olvidó? Si ambos se conocieron de niños, y la niña elegida por los Fave siempre fue despectiva con el trato hacia él. Tensó su rostro inquieto, siente que la mujer con que se casó al final no era tan simple como lo pensaba, creía que solo era una mujer materialista dada a fiestas y al sexo.

Alguien que pensaba aplastar entre sus manos y hacerla desaparecer del mapa.

Pero a la final Susana era una huérfana abandonada, al igual que él, que aunque no quiso reconocerlo de un principio también le guardaba rencor a los Fave, debido a que nunca fue tratada en realidad como alguien de la familia y fue despreciada por todos a excepción de la severa matriarca Minerva Fave. Que aunque siempre la trató solo como una herramienta para lograr una nueva descendencia de sangre de la familia Fave, al parecer sí sintió cariño por ella.

Ahora, al descubrir que Susana se prometió ir a buscar al niño que vio llorando al ser abandonado como ella, lo hace sentirse más intranquilo. Ya no sabe como debería tratarla, no sabe como es tener sentimientos hacia alguien y tratarlo con cuidado. Es como si de un momento a otro esa mujer se hubiera transformado en un delicado cristal que al presionarla podría volver a perderla.

—Señor Fave, aquí está su analgésico ¿Necesita que le prepare un té caliente? —le preguntó el ama de llaves acercándose con un vaso de agua y dos pastillas.

—No, no es necesario, ¿Susana ya duerme? —le preguntó mientras se tragaba las dos pastillas y se bebía el agua.

La mujer mayor titubeó y al notarlo Antonio, arrugó el ceño.

—¿Qué pasa? —preguntó tensando su mirada.

—Ella encontró la habitación del bebé y... ¡Señor Fave, espere!

Apenas escuchó esto, Antonio apresuró el paso subiendo las escaleras lo más rápido que puede, teme que al ver al bebé Susana pueda colapsar, como le dijo el médico ante impresiones muy fuertes.

Pero al llegar a la habitación y abrir la puerta vio a la joven mujer sosteniendo al hijo de ambos en sus brazos. Ante su imprevista presencia, ella le hizo un gesto para que no hiciera ruidos.

Luego acomodó con cuidado a Alejandro en su cuna y lo arropó con calma, sin apuros, antes de salir de la habitación.

—Señor —exclamó sonriendo animada—, su hijo es precioso.

"También es tu hijo" Antonio se mordió los labios al no poder decir esto. La mujer notó su expresión y no pudo evitar tocar su brazo con ambas manos.

—Lo siento, si hice algo mal, lo siento, no he querido preguntarle por su mujer, no quiero ser entrometida, por eso me disculpo si hice algo indebido —luego de eso miró al ama de llaves esperando que le diera una señal para poder entender el comportamiento de ese apuesto hombre—. ¿Su mujer falleció?

Si hubiera sabido antes que Antonio iba a reaccionar así ante esa pregunta, no lo hubiera dicho. De un momento a otro, una mirada que no se esperaba se detuvo en sus ojos, asustándola. Es como si hubiera metido el dedo en una dolorosa herida. Sí, reconoce que le faltó tacto, pero nunca en su vida había visto una mirada tan dolorosa y a la vez que pareciera cargar con tanto rencor.

Retrocedió con tal torpeza que sus pies se enredaron en la alfombra, pero antes de caer Antonio la sostuvo de la cintura. Y antes de agradecerlo, aquel la rodeó entre sus brazos con tanta fuerzas que no supo qué hacer. Más cuando apoyó su cabeza en su hombro y notó que comenzaba a sollozar con amargura.

Tanto ella como Clara se quedaron paralizadas ante la reacción de aquel hombre. Susana titubeó antes de atreverse a colocar su mano en el negro cabello de Antonio y con torpeza acarició su cabeza intentando calmarlo.

—Lo siento mucho, yo no quise ser tan impertinente... —recordaba que su abuela siempre le decía que hablaba antes de pensar las cosas.

Pero es extraño sentir que el aroma, el perfume de ese hombre, le resulte familiar. No sabe si le da una sensación de bienestar o lo contrario, ya que su cuerpo pasa de un estado de alerta a uno de alivio y eso la confunde.

—Tiene un hijo muy lindo, en él ella seguirá viviendo... —comenzó a hablar intentando compensarlo por su torpeza.

—Yo no quiero a ese niño, quiero a mi esposa devuelta —exclamó Antonio apretando los dientes, porque aunque tiene a Susana entre sus brazos, ella no lo recuerda a él, y eso le duele más de lo que pensó.

—Sabe lo triste que se pondría ella si supiera que usted no quiere al hijo que le ha dejado... —murmuró y Antonio se quedó en silencio—. Ese bebito también debe estar triste por no tener a su madre y necesita el cariño de su padre.

Antonio al escucharla se sintió tan culpable de no poder querer a ese bebé de la misma forma como Susana lo hubiera querido si hubiera sido él quien hubiera recibido ese balazo. Si fuera él quien hubiera quedado en coma y hubiera olvidado todo. Tal vez incluso sin sus sentimientos de venganza y rencor hubiera sido mejor persona y Susana hubiera vivido con un hombre sano y normal, que aunque no la recordara hubiera terminado enamorado de ella. Incluso hasta su hijo sería feliz con un padre así.




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