Se quedó en silencio mirando a su sobrino, deseando en su interior que nunca hubiera vuelto, si Susana hubiera seguido siendo la heredera de los Fave hubiera sido más fácil tratar con ella, pero con este tipo que parece haber perdido un tornillo es más peligroso.
Su padre tenía razón cuando les contó que el hijo mayor de la abuela fue abortado por el miedo de dar a luz a otro hombre que trajera consigo la desgracia de los Fave, la locura insana y peligrosa de la familia. Por alguna razón desconocida, solo los hombres desarrollan esta condición, por eso su tía Minerva no la tuvo, y su padre tampoco... porque en realidad su padre no era hijo del abuelo, fue el fruto de un affaire de su abuela con uno de los socios de su marido. Razón por lo cual su abuela no lo abortó como lo hizo con su primer hijo a escondidas de su marido.
Sin embargo, su padre siempre creyó que al final el abuelo se dio cuenta del intento de engaño de su mujer y que por eso siempre prefirió y eligió a su hija Minerva como la cabeza de la familia Fave.
Hasta ahora creyó que solo eran cuentos de su viejo padre, pero ahora, notando la fría y penetrante mirada de su sobrino, comienza a creer que esa historia es real. Se atragantó con su saliva sin poder dar una respuesta. Tembló sin poder controlarse e incluso ni siquiera pudo detener su necesidad biológica por el miedo que esos ojos oscuros de tono azules parecían apuñalarle el corazón, atravesándolo de lado a lado en una lenta agonía. Su respiración se agitó y el líquido caliente escapó entre sus piernas, avergonzado de que el miedo lo hizo orinarse frente a quien es menor que él.
Hasta ahora su orgullo y su actitud engreída de ser parte de una familia poderosa y rica desapareció de su semblante, y se mordió la lengua con el poco orgullo que le quedaba.
—Si voy a prisión, mi familia será avergonzada públicamente —balbuceó y temiendo alzar su cabeza, la bajó mirando el suelo mojado bajo sus pies—. Prefiero morir, pero deseo que mi muerte no sea descubierta por...
El balazo atravesó su cráneo antes de terminar sus palabras. Antonio, con expresión seria y furibunda, se quedó quieto con el arma en la mano, contemplando con frialdad la muerte rondando a su lado.
—Solo te di la opción de elegir vida o muerte, no de imponer sus condiciones —habló con frialdad—. Dexter, pide que limpien todo el lugar, desháganse del cadáver y repartan la información de que Eduardo Fave fue quien instó a Laura Torres a dispararle a Susana, que la grabación, editada borrando mis partes, recorra todas las redes sociales. Destruiremos la reputación de Eduardo y su esposa, de esa forma la expulsaré de la familia junto a su hijo.
Luego de eso le entregó el arma al hombre al que acababa de hablarle antes de limpiarse las manos con la toalla que otro le pasó. Sin mirar atrás salió de la cabaña, la cual horas después desaparecería bajo el fuego. Pero los bomberos no encontraron nada, más que madera quemada y cenizas.
Tal cual lo ordenó pronto las noticias se distribuyeron por todos los medios, y tanto la mujer de Eduardo, como su pequeño hijo Nicolás, tuvieron que relegarse a una vida oculta y lejos del ambiente social al que acostumbraban a moverse, para dejar de ser apuntados como la familia de un ambicioso hombre capaz de intentar matar a su propia sobrina. Incluso expulsados de la familia Fave pasaron de una vida cómoda de lujos a vivir en una pequeña casa.
Antonio volvió a casa entrando al pequeño estudio de Susana, aquella al sentir su presencia le sonrió colocándose de pie y acercándose a su lado lo rodeó con sus brazos. Al final del día es esto todo lo que necesita, tenerla a su lado y protegerla.
—¿Has comido algo? —le preguntó Susana, mirándolo con atención, esperando no escucharlo mentir.
—No, pero llegué aquí a comer con ustedes —respondió sonriendo.
Susana bufó antes de besarlo.
—Alejandro pronto llegará a casa —le respondió aquella apoyando su espalda en el cuerpo de su marido—. Así que terminando estos diseños pronto estaré con ustedes.
Su mujer hace unos años volvió a reabrir su emprendimiento de moda, y le ha ido bastante bien. Aunque Antonio preferiría tenerla para él, en su egoísmo sabe que Susana no es un ave que pueda encerrar en una jaula de oro, porque es capaz de romperla y huir. Debe darle la libertad necesaria para que esa ave sea feliz a su lado.
—Susana —habló colocándose serio.
Aquella lo miró sin entender su semblante y preocupada volvió a su lado.
—¿Eres feliz a mi lado? —le preguntó colocando sus manos en los hombros de la mujer.
Susana se echó a reír antes de abrazarlo con fuerzas.
—¡Claro que sí! —exclamó para luego posar sus labios sobre los suyos—. Sé que estás loco, pero te cuento un secreto... amo tu locura.
Le susurró esto al oído antes de alejarse de su lado. Antonio la tomó de la cintura atrayéndola a sus brazos. Con expresión maligna la contempló sonriendo de forma libidinosa. Susana al darse cuenta intentó huir de sus brazos, no es el momento para jugar, pronto Alejandro llegará a la casa.
—Vamos, una vez, prometo que solo será una vez —le susurró.
Y ante el aliento tibio y encantador de su apuesto esposo, no pudo seguir resistiéndose más. Y la mesa de diseño se transformó en la cama, pese a las quejas de Susana cuando fue alzada y sentada encima.
El pequeño que regresó del jardín estuvo esperando por largo tiempo, pues se negó a cenar sin su madre pesé a la insistencia de su niñera y sus tripas reclamando. Apenas escuchó los pasos en las escaleras, su mirada se iluminó, pero al ver a sus dos padres. Bufó de mala gana inflando sus regordetas mejillas, aprisionando entre sus brazos a un pequeño cerdito que se quejó ante el fuerte abrazo del niño.
Lo soltó de inmediato disculpándose con el cerdito y acariciando su cabeza. El niño de bonitos ojos de color miel, y gordito de tamaño pequeño bufó al mirar a su padre. Ese monstruo siempre quiere robarle a su madre, ya verá cuando crezca lo suficiente para rescatar a su buena mamá de las garras de ese ser maligno de la oscuridad.
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Editado: 25.11.2024