¿en qué estado te encuentras?

1 La fase hipnótica y su trampa

El concepto de la conciencia y sus diferentes estados ha sido un enigma persistente en mi trabajo. La noción de involución, un retorno a formas menos evolucionadas de conciencia, revela una dinámica fascinante en la psique humana. En el tapiz complejo de los estados mentales, el hipnotismo emerge como una expresión contemporánea de esta involución, siendo desencadenado por la fascinación electrónica de las pantallas modernas. Las plataformas como TikTok, Facebook o YouTube (para dar algunos ejemplos por todos conocidos) están diseñadas para mantenernos enganchados la mayor cantidad de tiempo posible, sin pretender de nosotros mismos (y eso resulta lo peor de todo) que no hagamos otra cosa sino nada más que mirar. Cada pocos segundos,  algo nuevo aparece, brillante, encandilando, que nos llama la atención: un video fresco, una imagen novedosa o algún otro estímulo atractivo. Esta constante renovación de contenido genera una tentación retroalimentada, similar a la sensación que experimentamos al jugar en una máquina tragamonedas, donde la promesa de algo nuevo (la recompensa) está siempre a punto de suceder.

La comparación con las máquinas tragamonedas es interesante porque, en lugar de apostar dinero, aquí invertimos algo mucho más valioso: nuestro tiempo. Al igual que con las tragamonedas, en estas plataformas digitales, la incertidumbre sobre lo que encontraremos a continuación nos impulsa a seguir consumiendo contenido, con la esperanza de encontrar algo que nos satisfaga o nos entretenga.

Esta dinámica refleja cómo estas plataformas han sido diseñadas estratégicamente para mantener nuestra atención y hacernos pasar más tiempo en ellas. La gratificación instantánea y la constante expectativa de algo nuevo nos mantienen enganchados, a veces sin ser conscientes de cuánto tiempo estamos invirtiendo en ellas y del valor que realmente tiene nuestro tiempo en estas interacciones. Pero no es que quiera criticar a estas plataformas, sino poner en foco el modo en que nos “escondemos” en ellas. Y nos dejamos entonces "hipnotizar"

Como dijimos, las personas suelen estar conscientes en cuatro estados posibles, uno de ellos, dentro de los estados que llamo "estados de involución", es cuando entran en "la fase de hipnotismo", en el cuál se alejan del único "estado positivo posible", que es el "estado de contemplativa aceptación" (del cual se hablará en otro capítulo). Esta fase de hipnotismo, como dijimos, suele darse en estos tiempos modernos cuando, por ejemplo, las personas pasan demasiado tiempo delante de pantallas, como puede ser un celular, la televisión o una computadora. Pero también puede darse con cualquier otra falsa experiencia que abarque quedarse en una actitud pasiva, donde se pierde la noción de tiempo y de espacio, y por ende de profunda consciencia. Muchas veces sucede que las personas suelen entrar en estas fases de hipnotismo para alejarse o tomar un respiro de la realidad que los rodea, pero es solo una falsa sensación de alivio, porque más allá del contenido que hayan estado consumiendo mientras estuvieron en su fase de hipnotismo, al salir de esta fase se encuentran con la deuda hacia ellos mismos de no haber estado conscientes de sí mismos durante todo ese tiempo.

El estado de hipnotismo al que aludo, inducido por esta interacción constante con pantallas, representa una expresión contemporánea de la involución mental, aunque es crucial mencionar que esta no es la única manifestación de tal fenómeno. Las personas, al sumergirse en la luminosidad electrónica que emana de dispositivos como teléfonos, televisores o computadoras, experimentan un alejamiento progresivo de su entorno inmediato, una especie de desconexión que va más allá de lo físico, traspasando los límites de lo mental. Este estado, aunque a veces se usa como una vía para escapar de las demandas y presiones del mundo circundante, es, en su esencia, una trampa psicológica. Esta ilusoria escapatoria sumerge al individuo en una realidad ajena, dejando de lado su propio ser, y evitando así la introspección vital necesaria para un auténtico crecimiento psicológico. Entonces este estado de hipnotismo auto inducido representado por esta interacción constante con pantallas, genera una expresión contemporánea de la involución mental, aunque es crucial mencionar que esta no es la única manifestación de tal fenómeno. 

No es que esta conducta sea inherentemente "mala" en términos morales o éticos, pues sería un error desmedido juzgarla de tal manera. Estos lapsos de ensimismamiento digital no deben ser vistos como faltas, sino más bien como tiempos vacíos y desaprovechados. Buscar estos falsos oasis como refugios mentales, aunque comprensible desde la perspectiva humana de escapismo, conlleva la omisión de la verdadera conexión consigo mismo. El despertar de este estado hipnótico nos coloca ante una sensación de deuda con nuestra propia consciencia, una angustia por haber relegado nuestra autoconciencia a un segundo plano, como si nos hubiéramos extraviado en el camino hacia la comprensión de nuestro ser más profundo.

No obstante, erraríamos al intentar erradicar por completo esta tendencia humana hacia estas formas de evasión. Reconocer estos momentos de enajenación, estar conscientes de estas conductas automáticas en las que solemos caer, constituye el primer y más significativo paso hacia una toma de control de nuestra propia psique. Es vital percibir el momento en que encendemos estas pantallas como un renuncia al estado de "contemplativa aceptación", ya que es en ese estado de conciencia plena que somos más receptivos a las sensaciones y experiencias del momento presente, aunque sabemos muy bien que estas experiencias, aunque parezcan a priori "livianas" puedan resultarnos abrumadoras. Esta conciencia de nuestros estados mentales, esta observación atenta y reflexiva de nuestras propias reacciones y tendencias, representa la base fundamental para alcanzar un mayor dominio sobre nosotros mismos en un futuro cercano.




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