Realmente no sé cuánto tiempo paso riendo y fantaseando con lo que tengo a mi alrededor, pero lo que sí sé es que Cindy me saca de mi burbuja rosa cuando toca mi hombro y me sobresalto al salir tan apresurada de esa fantasía de mí, estando, pensando en cómo realmente será mii primer encuentro con Abraham.
Me giro para verla con el ceño fruncido y ella simplemente rueda los ojos y me entrega su celular. No entiendo porque lo hace, pero sí entiendo que es una llamada, pero lo que no entiendo nuevamente es porque me entrega el suyo y porque debería de atender una llamada desde su celular.
─No digas nada y solo contesta, ¿quieres?
Me dice y yo frunzo más mi ceño; tomo el aparato y lo acerco a mi oreja al no reconocer el número en el identificador, cuando lo tengo pegado justo en mi oído espero a que alguien hable, pero no hay nada.
─¿Hola? ─pregunto con duda.
─¿Por qué no contestas mis llamadas?
No sé quién, no distingo la voz así que inevitablemente mi ceño se frunce al escuchar a una voz tan tosca y una pregunta tan directa y poco amable.
»¿Y bien? ─insiste el hombre del otro lado de la línea.
─Primero responde tú ─digo finalmente ─, no sé quién eres para hablarme de esa manera. Además, deberías saludarme primero antes de ser tan descortés.
─Deja las estupideces, Natalie ─responde el hombre al teléfono ─. Respóndeme simplemente.
─Por Dios, sí que usted es muy grosero ─digo nuevamente ─, ¿por qué debería responder a sus llamadas?
─¡Porque soy tu jefe, Natalie King!
Mis ojos inmediatamente se abren con sorpresa y en algún lado del departamento alcanzo a escuchar la risa de Cindy, quiero realmente darme un golpe y uno a ella.
─Nafar…
Digo en apenas un susurro casi inaudible para mí.
─Claro, ahora recuerdas mi apellido ─Dice con ironía, se escucha molesto ─. Entonces Natalie, ¿Por qué no respondiste mis llamadas?
─Primero…
─¿Qué? ─Me interrumpe, creo que sí está molesto.
─¿Estás molesto? ─Pregunto con falsa inocencia y una sonrisa que seguramente me hace ver muy sínica a los ojos de Cindy.
Escucho un suspiro, uno de exasperación que siempre parece tener cuando su paciencia comienza a terminarse.
─Natalie…
─¿Qué? ─Pregunto interrumpiéndolo. A veces creo que me gusta hacerlo rabiar como a un pequeño, pero también a veces creo que me juego mi pellejo en su agencia.
─No me interrumpas, Natalie.
─Claro, como tú digas ─Lo interrumpo.
─¡Natalie, por Dios! ─Alza la voz y yo rio; no puedo evitarlo ─Mira, solo responde a mi pregunta. ¿Por qué no me contestas las llamadas? O peor aún, porque si llegaste ya hace varias horas no me llamaste.
Podría seguir haciéndolo enojar, pero conozco su temperamento y está a nada de explotar. Aunque me gusta cuando se enoja, ese rostro suyo luce tan sexy que provoca cometer mil pecados que bien podría ser…
»Natalie, sigo esperando a que respondas ─Nuevamente interrumpe mis pensamientos. Le quita lo divertido al momento de perdición.
Aunque bueno, alguien debería hacerlo.
─Perdón, Nafar estaba pensando en lo sexy que luce tu rostro cuando estás enojado ─Digo sinceramente y sin ningún filtro o tapujo en mi boca, eso seguramente lo toma por sorpresa ─. Pero tranquilo, no te estaba ignorando como seguramente piensas; además mi muy sexy y querido Nafar llegamos a las dos y pico de la madrugada. Lo único que quería hacer era dormir un poco.
No responde de inmediato, pero no me preocupa o me pone con los nervios de punta como a él, así que espero pacientemente a que me responda. Del otro lado de la línea se escucha su respiración y cómo se abre la puerta de lo que supongo es su oficina o yo que sé.
Nunca podría controlarlo a él, no es algo que quisiera hacer no es bueno. Podré ser sínica respecto a mí y hacer lo que quiera conmigo, pero algo en el fondo me ha quedado muy grabado en el corazón y es que Nafar no es alguien a quien solo despresar por el gusto de hacerlo.
Él es como Shrek, tiene capas y muy en fondo detrás de toda esa coraza de hombre sexy y rudo es bueno. Lo sé porque en ocasiones contadas he podido ver una parte de ese hombre que guarda con tanto recelo para sí mismo.
»Pensaba llamarte en unos minutos, Nafar ─Vuelvo a hablar cansándome de esperar y dejando libre una parte que solo él conoce, la Natalie serie y libre de cinismo y sarcasmos.
─Natalie, te pedí que me llamaras cuando llegaras ─me repite y yo rio en silencio.
─Nop, ahí es donde te equivocas ─Hablo antes de que se le ocurra seguir queriéndome regañar ─, lo que tú me pediste fue que te llamara cuando estuviera instalada y para sorpresa mía y de la lógica mundial, yo esperé para hacer mío este departamento hasta hace una hora cuando mucho. Cuando decidí ducharme…
─Por favor, Natalie, no quiero discutir ─Dice y parece que estoy a nada de conseguir que realmente pierda su paciencia. Me encanta ─. Solo dime…
─¿Sí?
Escucho como gruñe y rio, levanto la vista para toparme con Cindy mirándome fijamente y con mirada acusadora ¿O esa será su mirada curiosa? No lo sé, no me interesa saberlo ahora.
─¿Cómo fue el viaje? ─pregunta evitando perder el tiempo, escucho voces al fondo y a él dándole órdenes a la voz o las voces ─ ¿El departamento tiene todo lo que necesitas para 2 meses?
─Carlos…─digo por primera vez en mucho tiempo su nombre, es raro decirlo, pero me gusta ─ Tranquilo, todo está bien ─respondo sin despegar la vista de Cindy que me mira con una ceja alzada al escucharme llamarlo por su nombre después de todo no es muy común que lo llamé así ─. Mi asistente sí que hizo un buen trabajo escogiendo, mi cama es grande y mi habitación aún más. El vuelo fue bien, cansado e incómodo, pero es un vuelo de siete horas así que nada fuera de lo normal.
─¿Quién las llevó al apartamento? ─Escucho a alguien llamarlo otra vez.
Dejo de mirar a Cindy y miro hacia una de las ventanas, porque su escrutinio me cansa y me cohíbe en este momento más cuando no he comido nada. Además se escuchan más voces cerca de él, seguramente han entrado a su oficina y él está sentado en esa asombrosa silla de ejecutivo que tiene y mira hacia la mancha urbana que le brinda su oficina.
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Editado: 30.11.2024