En tus Manos

Capítulo 2 [Bradley]

—Haremos 5 minutos más de caminata y luego te prescribiré la nueva rutina que empezarás a poner en práctica a partir de la próxima semana. —explico Bradley Osbourne, observando con detenimiento los movimientos de su paciente— Tu recuperación ha sido favorable en las últimas semanas.

—¿Podré volver al trabajo pronto? —preguntó el hombre, pausando la caminadora para dirigir toda la atención a su fisioterapeuta.

—No hay que tener prisa, recuerda que la fractura en tu rodilla es reciente, sería un verdadero peligro para ti, integrarte al trabajo tan pronto. Además, debo requerir el permiso del médico que efectuó la operación, es el encargado de tus chequeos semanales y el que tiene la última palabra. 

—Entiendo, doc. —musito el hombre en un suspiro.

Bradley palmeo la espalda del hombre. —Ya verás que más pronto de lo que piensas volverás a tus rutinas… todo a su tiempo. —el hombre asintió a sus palabras—. Hemos terminado por hoy, me imagino que tu esposa está afuera esperando. 

—Lo está. —corroboró, bajando con lentitud de la caminadora para tomar el bastón a su lado.

Bradley no tardó en culminar la terapia con el primer paciente del día, manteniendo un semblante relajado y amistoso, frente a los diversos pacientes que ingresaban a su área. Muchas veces no solo se requería de ser el hombre que les guiaba en las rehabilitaciones, sino el amigo y confidente para la mayoría de sus pacientes.

Quienes, en su mayoría, ingresaban a su área con pensamientos negativos, pensantes de que su vida había acabado.

Que nunca volverían a ser la misma persona de antes.

Y aunque exista una relativa verdad tras esa frase, jamás quitara el hecho de que cuando algo malo sucede en tu vida, tienes tres opciones:

 

Dejar que te marque.

Dejar que te destruya.

O dejar que te fortalezca.

 

Por qué siempre hay una solución para los días grises, y es que después que la tormenta pase, habrá un sol que brillara con más fuerza.

—Toc Toc. —anuncio una voz femenina al otro lado de la puerta, antes de asomar su cabeza— ¿Puedo pasar, Bradley?

—Sí. —respondió, sin dejar de guiar a su paciente con las flexiones de brazos— ¿Sucede algo, Jude?

La mencionada se situó al lado de Bradley, dejando entrever la bolsa con comida que colgaba de mano. —Tu hermana me ha pedido que traiga esto para ti. Al parecer llevaba demasiada prisa.

—Es algo normal en ella… —Bradley levanto su cabeza para brindarle una leve sonrisa— ¿Podrías ponerla en el escritorio?

—Pensaba que tal vez podríamos almorzar juntos… —Jude mordió su labio, bajando su mirada en el proceso— Pero si no puedes, lo entenderé...

—No tengo ningún plan, podemos comer en la cafetería.

A Jude se le iluminaron los ojos, y sin dudar asintió con efusividad. —¡Sí! Me parece una idea genial, me adelantare a desembolsar la comida. —la enfermera procedió a dar la vuelta, y desaparecer rápidamente por el pasillo.

—Vaya… —la señora a la que estaba atendiendo empezó a reírse— Jude ni siquiera noto que me encontraba aquí. Sus ojos enamoradizos estaban tan enfrascados en ti, serian una muy linda pareja.

—Quizá… Jude es muy linda. —opino amablemente— es una chica muy carismática y una enfermera muy entregada a su trabajo.

—Por eso mismo ¿quién no quiere estar con una chica así?

Bradley sacudió su cabeza. —Hemos terminado con la terapia, señora Simms.

—Está bien, de todas formas, Jude me contara lo que pasara durante su almuerzo. —ella levanto una ceja de forma coqueta— Espero que exista acción.

—No habrá nada que contar, es solo una reunión con muchas personas alrededor.

—Por qué así quieres tú. —tras levantarse con la ayuda de Bradley, empezó a dirigirse con pasos lentos hasta la puerta— Nos vemos la próxima semana, doctor Osbourne.

Bradley se limitó a sonreír y dejar que su paciente más antigua se saliera con la suya. No lograría obtener ninguna información, porque no habría nada de interés que Jude pudiera compartir.

Si bien era cierto que Jude era bonita, definitivamente no sentía atracción al estar cerca de ella, y por ello se limitaba a tratarla como una amiga.

Minutos después de despedir a la señora Simms, se encamino hasta la cafetería, donde no tardo en identificar a Jude, quien esperaba con los codos sobre la mesa y el rostro sostenido entre ambas manos, sin dejar de lado su característica sonrisa.

Saludo con un asentamiento de cabeza a cada colega que se encontraba en su camino, hasta llegar frente a Jude.

—¡Estas aquí! —musito ella de manera animada— pensé que tardarías más, el doctor Keller te anda buscando.

—No lo he visto. —él frunció el entrecejo— ¿Dijo algo más?

—No, simplemente dió la vuelta y se marchó.

—Lo buscaré más tarde, seguramente quiere tratar sobre algún paciente.

—Seguramente. —Jude sonrió— pero por ahora sientate que la comida se enfriará. —Bradley se acomodo en la silla frente a ella, procediendo a degustar los aperitivos de su hermana— ¿Cómo estuvo tu mañana?

—Estuvo un poco agitada... muchos pacientes a los que atender. Es bueno dar un respiro.

—Lo es. —concordo.

—¿Cómo te ha ido a tí? —pregunto de manera amable.

Jude suspiro, dejando de lado la sonrisa contagiosa que mantenía pegada a su rostro. —Un niño ha muerto en mi guardia, su corazón no ha podido resistir. —sacudió su cabeza—. Sigue siendo difícil observar esas escenas, pero es parte de mi trabajo.

Bradley entendía a la perfección ese sentimiento.

La impotencia de no poder salvar a alguien.

Sin pensarlo, colocó con suavidad su mano sobre la de ella, tratando de consolidarla.

—Te entiendo. —musito—. Ni para el médico más antiguo e experimentado es fácil lidiar con la muerte de sus pacientes. Solo queda avanzar y seguir desarrollando nuestra labor, las cosas pasan por algo. Ese niño se ha convertido en un ángel.




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