En tus Manos

Capítulo 6 [Amar la vida]

Quizá si hubiera un manual que te dijera como vivir tu vida, tomar tus decisiones y ayudarte a ejecutar tus movimientos de manera correcta y sin margen de error. 

Fuera completamente distinto. 

Si pudieras escoger tu destino, tomarías el camino más fácil, no el rumbo en el que tu vida cuelga de un hilo. Dónde cada decisión signifique arriesgar lo poco que tienes para poder progresar. 

La vida de Bradley no ha sido la más dichosa, pero sus encantadoras sonrisas te hacen pensar que nada pudo haber salido mal. 

Que toda la existencia de Bradley Osbourne ha sido y será perfecta. 

Una suposición que cada día se aleja más de la realidad. 

Algo a lo que debe someterse constantemente. 

—¿Estás bien, hermanito? —Bradley recompone rápidamente cualquier expresión negativa en su rostro, antes de girarse para contemplar a su hermana. Quien observa el desorden de papeles en la mesa. 

Evie, su única familia. 

—Muy bien, cabezota. ¿Por qué lo preguntas? —Bradley hizo a un lado todas las cuentas que reflejaban los enormes gastos en los que incurre mensualmente. 

Evie tomo asiento frente a él, su mirada vagando curiosa por todos los documentos. —¿Qué son todos estos papeles? 

—Recibos que cancelar, nada que deba interesarte. —Bradley los apiló y rápidamente los desapareció de la vista de Evie—. ¿Cómo vas en la escuela? 

—Todo marcha excelente ¡No puedo creer todavía que estoy estudiando mi carrera favorita! 

Bradley se limitó a sonreír ante la efusividad de su hermana, haría lo que fuera por seguir viendo esa expresión de éxtasis en su rostro. 

Evie estudia Ingeniería Civil en la universidad local de Chicago, una profesión que desde pequeña soñaba con estudiar. Y aunque era difícil, debido a que ella no pudo aplicar a ninguna beca por su discapacidad, Bradley no iba a permitir que su hermana desistiera de sus sueños. 

Aunque eso le costará un brazo y una pierna… o muchas deudas. 

—Eres la mejor, hermanita. 

—Eso lo dices tú por ser mi hermano. 

—Esa es la verdad. 

—Sí… lo que tú digas. —Evie se levantó de un salto de la silla—. Necesito seguir estudiando para los exámenes que están muuuyyy cerca. —enfatizó Evie dejando un beso en la mejilla de su hermano, antes de salir de la cocina rumbo a su habitación. 

Bradley emitió un suspiro, antes de volver a extender los papeles del pago de la universidad de Evie. 

Era casi imposible pagar la universidad de su hermana y poner un techo sobre sus cabezas con un sueldo de fisioterapeuta, y las consecuencias de eso, empezaban a verse reflejadas en sus ahorros. 

Necesita encontrar una solución, por qué si las cosas seguían así, pronto empezaría a retrasarse con el alquiler del apartamento… 

Y sabía que sería el comienzo para perderlo todo. 

Se pasó una mano por la cara de manera exasperante, antes de guardar los documentos en el maletín que lleva consigo al trabajo. 

Evie es demasiado curiosa, y no dudaba que se pondría a husmear entre sus cosas cuando él no estuviera presente. 

Su hermana era demasiada obvia al respecto. 

La conocía muy bien, era muy capaz de dejar a un lado la universidad si se enteraba de los malabares que hacía con el dinero para que no le faltara nada. 

—¡Me tengo que ir al trabajo, Evie! —gritó Bradley, mirando su reloj en la espera de que su hermana respondiera. 

—Está bien. —Evie asomó su cabeza desde su habitación, tirándole un beso en la distancia—. No te preocupes por mí, estaré ocupada estudiando todo el día. Prepararé la cena ¡Nos vemos! 

Bradley entrecerró sus ojos, con la intención clara de checar por cuenta propia que su hermana estaba bien… 

O bueno, investigar el motivo de ese comportamiento. 

Por qué Evie siempre venía a despedirse de él con un abrazo y un beso. 

Desistió de esas ideas, sin querer inmiscuirse demasiado, en ocasiones su protección no conocía límites, y por momentos impedía que su hermana experimentara cosas adecuadas para su edad. 

No podía permitir que Evie terminara como ella… 

Salió del apartamento rumbo a su destartalado coche. Arrancó rumbo al hospital y tras un largo lapso de tiempo sumido en el tráfico, pudo deslumbrar el estacionamiento de su lugar de trabajo. 

Todo debía iniciar de nuevo…

Justo como ayer…

Y justo como será mañana. 

Con una sonrisa que resuelve problemas y con un silencio que los evita.

*****

—¡Ey hombre! —Hunter, el colega más cercano de Bradley apareció en la entrada de su consultorio. 

—¿Qué sucede, Doctor Maverick? —inquirió Bradley sin dejar de examinar una radiografía. 

—¿Qué te parece si salimos esta noche, Osbourne? 

—Si me estás invitando a una cita no estoy disponible, Hunter. 

—No te creas tan importante. —Hunter apareció al costado de Bradley. 

—No me lo creo, lo soy. Sin mi todos estarían perdidos. —bromeó Hunter, haciendo que Bradley negara de manera divertida—. Especialmente tú. 

—Si sigues coqueteándome tendré que presentar una queja, y recibirás una larga charla por parte del director sobre no mezclarte amorosamente con tus compañeros… ni con tus pacientes. 

—¡Estúpidas reglas! Ni siquiera puedo ligar a gusto. —blasfemo Hunter, provocando que Bradley se echara a reír—. No es nada gracioso. 

—Mantén tus manos quietas y no estarás en problemas. 

—¿Cómo podría mantener las manos quietas si soy un experto en usarlas? Soy un cirujano ¿Acaso lo olvidas? 

—Lo presumes todo el tiempo, no es como si pudiera alguien olvidarlo. 

—Eso dolió, Osbourne. —Hunter elevó su ceja de manera maliciosa—. Además… Tú también eres un experto en usar tus manos, no por nada tus pacientes te alaban por tener “manos mágicas” ¿Acaso le has dado terapia con final feliz a alguien? 

—Cállate, Maverick. Estoy a punto de levantar la queja. 




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