En tus Manos

Capítulo 8 [Otra vez]

Un héroe puede ser cualquiera, incluso alguien que sin intención puede poner un abrigo sobre tus hombros descubiertos, enseñándote que el mundo aún no ha terminado. 

Esos ángeles en tu vida son las personas que ayudan a sanar tu corazón hecho pedazos. 

Y en ese momento, te das cuenta, de la insensatez que cometes al intentar desmoronarte. 

Intentar derrumbarre cuando los pilares que te sostienen lucharán hasta su último aliento por verte feliz y realizada. 

Las siguientes semanas fueron para Ashley un simple borrón. Había empezado paulatinamente a alejar esa oscuridad que se cernía sobre ella, tentandola cada día a recaer. 

No era fácil. 

¿Pero quién dijo que tenía que ser sencillo? 

Existían momentos en los que quería volverse invisible y desparecer del mundo, pero había otros, en los que le sonreía y lograba olvidar parte de su dolor. 

Ashley emitió un suspiro y salió de su habitación, aún sentía extraña la sensación de tener que usar la silla de ruedas para movilizarse. 

Un mes y medio de la misma rutina, y no se lograba acostumbrar. 

Pero como decía su psicóloga en cada reunión semanal, debía dejar de lado los pensamientos negativos, y enfocarse en las cosas positivas. 

Y si, todos creyeron conveniente que una asistencia psicológica era una muy buena opción para sobrellevar su trauma, aunque Ashley tuviera muchos argumentos que refutar en contra de eso. 

Era solo ella contra la sugerencia de sus padres y la del cirujano, por lo que con protestas y rabietas empezó asistir a terapia. 

Y aunque no lo admitiera, estaba progresando. 

Con unos sencillos toques, su revolucionaria silla de ruedas se impulsaba hacia ala dirección que ella le indicase, un gasto realmente exagerado de parte de su padre. 

Podría haber usado una silla de ruedas normal. 

Pero no, su padre compró y trajo para ella una aparato más cómodo y fácil de usar. 

Desde unos de los últimos pisos, Ashley tenía que tomar el ascensor para bajar hacia los pisos inferiores. 

Ya sea para sus exámenes, las terapias con la psicóloga o por querer tomar aire fresco del jardín. 

Anteriormente uno de sus padres estaría presente, o una de las enfermeras para variar a sus rutinas. 

Está vez quería hacerlo sola. 

Se sentía con suficiente valentía como para querer emprender un nuevo paso por si sola. 

Una enfermera sostuvo las puertas del ascensor para que Ashley entrada cómodamente. 

—¿A qué piso asistirá? —inquirió la enfermera. 

Ashley sacudió su cabeza. —Piso principal, por favor. 

La enfermera asintió con una cálida sonrisa y se volteo para seleccionar el botón correspondiente. 

—Listo. 

—Gracias. —con esas palabras, Ashley le devolvió la sonrisa y procedió a guardar silencio y mirar al frente. 

Seis... 

Cinco... 

Cuatro... 

Tres... 

Las puertas metálicas volvieron a abrirse y la enfermera salió rápidamente para darle paso a las personas que esperaban. 

Ashley sintió las críticas miradas de la gente, por lo que agachó su cabeza y hizo el ademán de plizar su falda, un gesto que solía mostrar cuando estaba nerviosa e incómoda. 

Pudo escuchar la risa burlona de una mujer a su espalda, por lo que se giró su cabeza sobre su hombro para mirar de mirar de reojo.
Lo que observo entonces, termino por destruir el pequeño trozo de valentía que había recogido durante tantos meses. 

El dúo de mujeres aparto la vista rápidamente tras ver qué Ashley las observaba, sin embargo, ambas mantenían los susurros y las risitas. 

Ashley no tenía ni idea de cómo manejar una situación, por lo que llena de impotencia, sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. 

«No te atrevas a llorar aquí» 

«Se fuerte» 

A pesar de su monólogo interno, Ashley sintió que una lágrima se deslizaba por su mejilla. 

«Soy una estúpida debilucha» 

Dos... 

Uno... 

Ashley había perdido por completo su valentía, por lo que deseaba volver a subir y revolcarse en su propio sufrimiento. Observó como las mujeres que se burlaban de ella salian moviendo sus caderas con demasiada sensualidad, siendo demasiado exageradas, tanto que sus tacones resuenan de manera estridente. 

Ella salio del ascensor y se acurrucó cerca de una planta, manteniendo la cabeza baja para que nadie observará gruesas lágrimas se derraban por sus mejillas. 

No supo por cuánto tiempo se quedó en esa posición, hasta que decidió limpiarse las mejillas de manera violenta y encaminarse de vuelta a su habitación. 

Su única área segura. 

Hasta que sintió el impacto de una fuerza desconocida que la hizo tambalear y caer al suelo. 

Su jadeo de sorpresa se vio comprimido cuando cayó a las frías baldosas. 

—¡Jodida mierda! —una voz femenina chillo de forma asustadiza, antes de una persona cayera de rodillas al suelo—. ¡NECESITO AYUDA! ¿Estás bien? Dime qué estás bien, está vez van a matarme ¡Oh Dios mío! 

Ashley abrió los ojos, sintiendo como todo a su alrededor daba vueltas. 

¿Por que nada podía salirle bien?

—¿Qué sucedió, Evie?

—¡Te juro que no la ví! Apareció de la nada y impacté con ella, no pude reaccionar a tiempo.

—Señorita ¿Me escucha?

Ashley parpadeó varias veces, intentando enfocarse en los rostros de las mujeres que la observaban. 


—Creo que sí... 

—Necesitamos llevarla a la señorita Carlisle a su habitación, Evie. ¿Puedes hablarle a.…?

—Llamaré a mi hermano, Lyn. —Evie se levantó de golpe y salió corriendo por el pasillo.

—¿Le duele algo, señorita? 

Una luz iluminó los ojos de Ashley. —Me siento mareada.

—Entiendo, la llevaremos a su habitación para que puedo ser chequeada por el doctor. —Ashley asintió, intentando quedar simplemente sentada en el suelo, pero tras la ola de mareos que la embargo, no le quedó de otra que quedarse en la misma posición.




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