Tiempo después…
Al llegar su padre con su esposa, Linda los observa enojada desde la ventana de su cuarto, imprimiendo su descontento mentalmente:
«Odio a esa miserable, ramera. Juro por Dios, que no descansaré hasta alejarla de mi padre»
Llega su amiga Nina e ingresa inesperadamente en su habitación:
—¿Qué haces viendo por la ventana? —se arrima.
—Mírala, Nina, como se pavonea la estúpida de mi madrastra.
—No hagas coraje, a mí me cae muy bien, Zoé, es bien simpática.
—Traidora.
—Ya amiga, mejor hablemos de nuestra graduación. Liam, de seguro irá con la idiota de Sofía.
—Sofía no es competencia para mí, y Liam prontamente será mi novio.
—Esa chica es muy pesada.
—Liam me mira con deseo, amiga, sé que le gusto.
—Eres de armas tomar, Linda.
—Solo le hago honor a mi nombre.
—Ja, ja, ja, presumida.
Al entrar a la casa, el matrimonio se topa con Linda y su amiga, su padre y Zoé las saludan inmediatamente:
—Es bueno verte, Nina.
—Gracias, Zoé, tan linda como siempre—asienta Nina con admiración y Linda la mira con dureza.
—Hola, ya nos vamos, papá.
—Hija, no llegues tarde, casi ni hablamos.
—Vives muy ocupado, entre otras cosas—mira de reojos a Zoé con evidente desagrado.
—¡Linda!
—Adiós, papá, adiós—sale rápidamente evitando el sermón de su padre.
—Hasta luego, muchachas—se despide Zoé con cariño.
—Disculpa a mi hija, amor, es un adolescente y muy rebelde.
—No te preocupes, cariño, con el tiempo llegará a quererme y seremos las mejores amigas. Le haré ver, que no pretendo ocupar el puesto de su madre.
—Aparte de bella, eres noble, amor.
—Vamos arriba estoy exhausta.
—Vamos—susurra Lucas con picardía mordiendo ligeramente sus labios.
*****
En la cocina, el personal de servicio a cargo de la mansión está en lo que mejor saben hacer, echar el chisme:
—Vieron a la señora llegó con varias cajas y bolsas, de seguro compró todo el centro comercial—dice una de las empleadas.
—Ya dejen el chisme y pónganse a trabajar, por Dios—las reprende Fátima, la ama de llaves y esposa de Salvador, el chofer.
—Yo voy a limpiar en la sala, ya vengo para ayudarte en la cocina, mamá—indica la hija de ambos, Solange.
—Amor, me preocupa, Solange—asienta Fátima con desconcierto.
—¿Por qué?
—Está muy distraída, también noto en ella una profunda tristeza.
—Ya Lucas me dijo, que me ayudará para que entre en la universidad. Nuestra hija es muy lista y merece, un mejor destino que nosotros.
—Así es, querido, eso me reconforta.
—Ya no pienses en cosas tristes, este fin de semana te llevaré al teatro, Lucas, me regaló las entradas.
—El señor siempre tan generoso.
—Es buen hombre, merece ser feliz.
—La señora Zoé, lo hace inmensamente feliz, a pesar de las críticas.
—La gente es muy dura y juzga siempre a la ligera.
—Así es, cariño.
En la sala.
Solange toma el retrato de Elijah y lo mira con melancolía, siempre estuvo enamorada del joven en secreto, al verlo una lágrima se escapa de su mejilla con sentimentalismo, de pronto llega su padre de la nada y ella no se da cuenta. Al cabo de unos minutos nota la presencia de su padre y sin querer deja caer la foto al suelo.
—¡Papá!
—Tranquila hija, menos mal no se rompió—se agacha Salvador y la recoge.
—Voy a seguir limpiando.
—Espera, Solange.
—Dime, papá.
—Sé que siempre estuviste enamorada de Elijah, pero deja ese sentimiento a un lado, ese joven jamás te corresponderá, próximamente se convertirá en sacerdote y es el dueño de esta casa.
—No te preocupes, papá, que yo sé cuál es mi lugar en esta casa.
—Solange…
—Voy a seguir trabajando, papá, luego tengo que ayudar a mi mamá.
Se entristece Salvador, al ver a su hija así tan afligida. De pronto, llega Lucas y se lo encuentra en las escaleras.
—¿Preocupado?
—Ya sabes los hijos.
—Sí, Solange, es una buena chica, daría todo lo que fuera porque, Linda, fuera como ella.
—Linda también es buena chica, solo que le afectó muchísimo la muerte de su madre. Por eso su comportamiento tan hostil con Zoé.
—Ya es hora que madure, amigo. Cada día está más insoportable y rebelde.
—¿Qué has sabido de Elijah?
—Está muy bien, casualmente hoy le envié una carta. Tienen prohibido el uso del celular.
—Un joven rico y fuerte, eligió ese camino, el del sacerdocio.
—Así es, Salvador, estoy muy feliz por mi hijo, al verlo tan entusiasmado con eso de ser cura.
—No has pensado en llevar a Zoé, para que lo conozca.
—De hecho, en la carta le propuse a mi hijo que viniera a vernos a la mansión. Ya lleva mucho tiempo allí y siempre anda en retiros espirituales. Muero por ver a mi hijo y pasar unos días con él.
—Quien quita y Elijah, oficie tu matrimonio por la iglesia con Zoé.
—Sería estupendo.
—Estoy muy feliz por ti, amigo.
—Mi fiel, Salvador.
*****
Seminario americano, Los Ángeles.
—Elijah, estoy convencido que no tengo vocación.
—Tu definitivamente no sabes lo que quieres, Mark.
—Extraño el mundo de allá fuera, aquí me siento como en prisión.
—¿Acaso conoces una prisión?
—No, pero me imagino que debe de ser un lugar como esto.
—No digas idioteces, Mark. Y servir a Dios no es una condena—apunta Elijah con franqueza.
—No lo es, pero quiero salir de aquí, creo que hablaré con mi padre, mi madre y la santurrona de mi tía, pondrán el grito en el cielo—señala Mark con gracia.
—Ja, ja, ja, sencillamente haz lo que te haga feliz, Mark, lo importante es que te sientas bien y en paz contigo mismo.
—No tengo tanta vocación como tú, si naciste para ser cura.
—Amo el sacerdocio y servir a los demás.
—Eres muy bueno y no tienes ni una pizca de lo mundano.