Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 7. Incertidumbres.

En la habitación, Lucas busca de quitar con ingenio su blanco vestido, Zoé se exaspera interiormente y lo esquiva con la excusa de su embarazo.

—No me siento bien, Lucas.

—Si es por tu embarazo, Alfred, me dijo que aún embarazada podemos tener intimidad—insinúa.

—No estoy de ánimos me duele la cabeza.

—Últimamente has estado muy distante—reprocha con sutileza.

—¡Te parece poco estoy embarazada!

—Lo dices con desagrado.

—No digas tonterías, Lucas.

—Vi que platicaba con Elijah—va directo al grano.

—No me digas que me celarás de tu propio hijo, quien te recuerdo pronto será cura—señala con dureza.

—Lo siento, querida.

—Sabes que, en el fondo, Lucas, eres posesivo y arrogante. Me tienes aislada en estas cuatro paredes para que nadie me mire. Prácticamente me prohíbes ver la luz del sol sin tu consentimiento. Vivo encerrada en tu mundo, yo para el mundo no existo, solo soy la joven esposa de un magnate a la que no dejas hacer nada. Quiero trabajar y salir de esta mansión. Estoy harta —se desahoga de repente.

—No digas eso, Zoé. Yo jamás he sido posesivo contigo.

—Si lo eres y sabes muy bien que es así. Hasta opinas en cómo me visto, tengo un diseñador y estilista exclusivo sí, pero ni siquiera puedo elegir mi propio estilo—expone con molestia.

—Solo quiero lo mejor para ti, soy un hombre de sociedad y quiero que luzcas impecable y a la altura de un Hamilton, si te ofendí lo lamento, amor. Si quieres, de ahora en adelante puedes ir tu misma por tu ropa, tampoco quiero que me veas como un bárbaro—señala apenado.

—¿Lo prometes?

—Sí, querida. Prometo darte más libertad, es más si quieres trabajar. Puedes presidir la fundación junto con mi hijo. Estoy por abrir un centro de acopio para ayudar a los desamparados, podrías como mi esposa trabajar allí con Elijah. Hasta le podemos decir a Grace que los ayude, así está ocupada y no piensa en tantas boberías.

—Me parece estupenda la idea de trabajar y por mi madre no te preocupes, tiene que irse de esta casa, es muy difícil convivir con ella.

—Veré lo de una casa para ella, amplia. Para que vida cómodamente.

—Gracias cariño y perdona mi arrebato de hace rato.

—Perdóname tú a mí, por ser tan posesivo y deseoso. Estás embarazada, así se comportaba, Linda, con sus embarazos—vuele con las comparaciones con su ex esposa y ella se incomoda nuevamente:

—Te he dicho, que no me compares con tu ex esposa.

—Lo siento, mi amor.

—Estoy harta de tus lamentos, es mejor que me vaya a dormir a otra parte.

—Quien se va soy yo, Zoé. Hoy estás de muy mal humor, hablamos mañana cuando estés más tranquila—sale de la habitación muy perturbado.

Tan pronto Lucas sale, ingresa Grace quien estaba husmeando como siempre, cuidando sus propios intereses, siempre ha visto a su hija como mercancía, la mira fríamente y le dice:

—Lucas iba muy ofuscado por todo el camino.

—Definitivamente te tienes que ir de aquí—advierte Zoé sin disimulo.

—Ahora no pienso irme y dejarte sola con tus caprichos. Trata bien a tu marido o te puede dejar sin un centavo, tonta.

—Te hubieses casado tú con él, madre, hasta tienen la misma edad.

—La edad es solo un numero muchacha estúpida, los viejos verdes como Lucas, le gustan las jovencitas, ya sabes para presumirlas.

—Lo sé muy bien, lo vivo a diario.

—Mi amor, todo en la vida es un sacrificio.

—¡Cómo si te sacrificaras tanto!

—Suficiente, mejor descansa ya mañana es otro día y te disculpas con Lucas.

—¿Por qué si no hice nada malo?

—Ya ves que me necesitas y así me quieres alejar de ti. Si me voy lo perderemos todos, menos mal le darás un hijo—escucha Elijah la última frase sin querer, Grace como de costumbre dejó la puerta abierta en medio de un descuido.

Elijah se alarma y piensa que ambas, posiblemente se unieron para aprovecharse de su padre, mira todo el escenario con mucha incredulidad y piensa que Zoé finge muy hábilmente para salirse con la suya. Baja corriendo las escaleras, para ir por un poco de leche y también para sacudir sus pensamientos, en la cocina se consigue con Solange, ella tampoco puede conciliar el sueño al tenerlo tan cerca y tan distante.

—¡Solange!

—Me asustaste, ¿quieres que te sirva algo?

—No, yo puedo servirme.

—¿Tampoco puedes dormir?

—Realmente venia por un poco de leche—menciona y mira a su costado con desconfianza y Solange se da cuenta:

—¿Te pasa algo, Elijah?

—Solange, ¿qué opinas de Zoé?

—¿Por qué me preguntas a mí?

—Sé que eres muy justa e imparcial y me dirás la verdad, por eso te pregunto.

—No sé si deba decírtelo—se pone nerviosa.

—Dime lo que sea, Solange.

—Zoé no es una buena mujer, el otro día oí que le decía a su madre que no quería a su hijo, que se embarazó por error. Te juro que no estaba de entrometida, lo oí cuando fui a llevarle un té que me ordeno el señor Lucas—explica.

—Caras vemos…

—Las dos son ambiciosas, ella en el fondo es igual que su madre. Le gusta el lujo y el dinero, que tu padre le da. Vivir como reina y que todos les sirvan, su madre no se queda atrás.

—Al parecer es su maestra. Tenía mis dudas con Zoé, pensé que era una buena persona.

—No pienses en esas mujeres, no te atormentes por ellas. Mejor piensa en ti y lo feliz que haces a los demás.

—Eres muy dulce, Solange, eres como una hermana para mí, te tengo el mismo cariño que le tengo a Linda.

—¡Ah! —exclama con desencanto.

—Ahora si me preocupa mi papá, tengo que quedarme en la mansión y velar por su seguridad. Probablemente Zoé y su madre no son más que unas cazas fortunas, que me perdone Dios si no estoy en lo cierto.

—Lo eres, Elijah, es lo que son unas oportunistas. Siento pena por tu padre, que vive para complacerla en todo, pero es normal que una mujer tan joven y bella sea caprichosa. No se casaría con un hombre mayor sin obtener algo a cambio.




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