Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 8. Dudas por un extraño amor.

Al día siguiente.

La mayoría estaba ausente en la mansión, tan solo se hallaban Zoé y Elijah en compañía de los sirvientes, ella se encontraba en el jardín, discutía con el jardinero por el mantenimiento de su rosal.

—Debes poner más atención, José. Jardinero es lo que sobra en este país—advierte con jactancia.

—Descuide, señora, no volverá a pasar.

—Este rosal es muy significativo para mí, ¿lo comprendes?

—Sí, señora.

—Ahora retírate y déjame sola.

Elijah había presenciado la escena entre ella y el jardinero, no esperaba que fueran tan dura con el señor, por lo que sus dudas hacia ella se afianzan gradualmente. Ella voltea y lo mira bosquejando una sonrisa, no obstante, se asombra al verlo tan serio.

—¿Te sucede algo, Elijah?

—Porque trataste tan mal a José, no merecía tu reacción tan hostil. Son sirvientes, no esclavos—la cuestiona.

—Cuido mucho mi rosal.

—¿Cuál es tu juego, Zoé?

—Al grano, Elijah. Dime realmente, ¿qué te sucede? —lo confronta con dureza.

—No permitiré que se aprovechen de mi padre y lo lastimen, te oí hablar sin querer con tu madre.

—Espiarme se ha convertido en un hobby en esta casa—señala amargamente.

—Por algo será.

—¿Te sumas a la desconfianza de tu hermana?

—Me sumo al bienestar de mi padre.

—¿Dónde dejaste la sotana?

—Siempre la tengo conmigo, para hacer justicia—la toma por los hombros, está un poco fuera de control.

—¡Cuidado! —advierte.

—Lo siento—se disculpa.

—No sé qué hallas oído, pero si no quiero a este niño—menciona sin reserva.

—Divórciate y se libre.

—No entiendes nada.

—Lo que no entiendo es tu nefasta actitud ante la vida, eres joven y muy bella. Tienes una vida por delante, puedes trabajar y ser independiente. Si tanto repudias andar con un hombre mayor.

—Nunca dije que repudio a Lucas, no pongas palabras en mi boca, que no he dicho, Elijah.

—Es evidente que no lo amas, que estás atada a él por las comodidades que te brinda. Lo sé todo, Zoé, sé que ustedes lo perdieron todo, no tienen ni un centavo y mucho menos donde caerse muertas.

—Tus duras palabras me lastiman—se suaviza y busca de comprenderla.

—Deja a mi padre si no lo amas.

—Yo amo a Lucas a mi manera, si lo amo, Elijah.

—Tienes una manera muy extraña de amar.

—Seguramente la servidumbre y tu hermana te han envenenado en mi contra, por eso hablas sin saber—rompe en llanto.

—No llores, Zoé. Ven sentémonos, tampoco fue mi intención herirte—se conduele de ella.

—No sabes lo dura que ha sido mi vida al morir mi padre, para todos es más fácil juzgarme que comprenderme. No quiero hablar más del tema—lo encierra.

—Está bien, lo siento nuevamente—se conmueve con sus lágrimas y no es inmune ante su dolor.

—No sabes todo lo que sufro diariamente, y no es precisamente por Lucas. Es por mi madre, es fría y soberbia. Nunca he tenido apoyo de su parte, me siento muy sola, Elijah—continúa llorando.

—Pero, ¿por qué no quieres al bebé? Él no tiene la culpa de tu sufrimiento.

—Siento que soy muy joven para ser madre y primero debo de sanarme a mí misma. Perdí a mi padre hace poco, era el único que me comprendía y me protegía. Yo estaba en la universidad, estudiaba arquitectura, tenía una vida normal, sin ser la esposa de un hombre importante. Eso pesa Elijah, los compromisos, el verse de punto en blanco hasta para dormir. Mi vida era más sencilla, solo siento añoranza.

—El pasado aflige, Zoé. Vive tu presente si realmente quieres estar con mi padre, te juro que no me opondré, es más te ayudaré para que encuentres tu camino y sean felices juntos. Mi papá es el hombre más generoso que conozco, daría lo que fuera por su felicidad.

—Eres como el protector de la familia.

—Así es, protejo mucho a los que amo.

Elijah la mira con cariño piensa que se pasó de la raya al reputarla a la ligera, se pone en su lugar y supone que la joven sufre más de la cuenta, se inmuta ante su dolor y velozmente señala a Grace con la culpable de la infelicidad de Zoé. También se imagina que el estar atada a su padre sin amor debe ser muy duro para ella, pero ya es una decisión personal de cada uno de permanecer juntos bajo acuerdo.

—Tienes que cuidarte y cuidar a mi hermanito. Yo prometo ayudarte, en todo lo que pueda. No estás sola, Zoé. También haré lo posible, para que mi hermana se hacerse a ti y no te vea como una enemiga.

—¿Piensas marcharte?

—Me quedaré unos días en la mansión. Pero, vendré más seguido.

—Eso es bueno, eres tan diferente…

—¿Tan diferente, a que te refieres?

—Eres un ser de luz, a eso me refiero.

—Ni tanto, fui muy duro contigo hace rato.

—Todos lo son, porque en el fondo no comprenden mi sufrimiento, así como tú lo has hecho—roza su mejilla con ligereza en medio de su dulce voz y Elijah palidece.

*****

Mientras tanto, rumbo a una reunión de negocios, Lucas se desahoga con su chofer y confidente:

—A Zoé, le pesa mucho ser mi esposa.

—Solo céntrate en ser feliz, sabías muy bien que son polos apuestos—dice Salvador.

—Lo sabía perfectamente, Salvador. Pero, la amo y la deseo con locura.

—Ten paciencia, así como la has tenido hasta ahora.

—Eso hago, pero a veces caigo en desesperación. Ella cree que soy su padre y no su marido.

—Compórtate como su marido entonces, y dale su lugar como tu esposa, creo que Zoé tiene razón, es tu esposa, no tu hija. Y por lo que me dijiste hace rato, ya deja de compararla con Linda.

—Siempre he dicho que debiste ser psicólogo.

—Ja, ja, ja, que cosas dices, Lucas.

—Eres mi único amigo sincero, ni loco contaría mis problemas en mi supuesto circulo de amistad, todo allí es fingido, nada es lo que parece.

—Así son las personas de dinero el poder los ciega, al menos tu eres la excepción.

—No te creas, siempre Elijah me hace pisar con firmeza, al igual que tú.




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