Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 10. La terrible pérdida.

Días después...

Han pasado varios días. Aparentemente, todo en la mansión marcha de maravilla. Ya falta poco para la graduación de Linda, que pronto comenzará la universidad. Por otro lado, en el dormitorio de Zoé y Lucas, se entrelazan piel con piel en la cama. Se oyen ligeros gemidos que provienen de la habitación. Elijah pasa cerca del dormitorio, se detiene, escucha con incomodidad y continúa su camino hasta el dormitorio de Linda.

Intuye que Zoé, al menos, corresponde íntimamente a su padre y que, si no hay amor, al menos el deseo permanece intacto entre ambos. Llega al dormitorio de Linda para darle las buenas noches, y ella lo mira con extrañeza:

—¡¿Estás pálido, Elijah?!

—Solo estoy cansado, tuve un día muy ajetreado, ir y venir del seminario a la mansión es bastante agotador.

—Papá puede contratar un chófer, ahora mismo hablo con él.

—No te preocupes, así estoy bien. Prefiero ir solo.

—No quiero que te canses más de la cuenta y luego utilices eso como excusa para regresar definitivamente al seminario.

—Ya quedamos en algo, iré más a menudo a la mansión. Prometí no estar ausente.

—Bueno, ya vuelvo. Voy a darle las buenas noches a mi padre.

—Espera, se ha encerrado con Zoé —advierte.

—Supongo que esa zorra le debe de estar pagando todo lo que invierte en ella.

—¡Linda, son esposos!

—Ja, ja, ja, lo siento, Elijah. A veces olvido que hablo con un santo—Elijah la mira frunciendo el ceño.

—Mejor dime, ¿qué pasa con Mark? —pregunta debido a que Mark ha comenzado a interesarse por su hermana.

—¿No te entiendo?

—Creo que se enamoró de ti.

—Si tan solo me ha visto un par de veces. Yo respeto a la Iglesia —responde, y sonríe con picardía.

—Se me había olvidado decirte, Mark, dejó el sacerdocio y comenzará pronto la universidad.

—¿En serio? —se sorprende— y Elijah la mira con recelo y dice:

—Más que por ti, temo por Mark. No lo vayas a lastimar.

—Por quien me tomas, Elijah. Ya te lo dije, apenas lo conozco —la mira con ternura y la sujeta entre sus brazos.

—Ja, ja, ja, mi consentida.

*****

A la mañana siguiente.

Zoé se levanta muy contenta para ir al gimnasio con su amiga Emily, que esa mañana le había reprochado sus visitas al gimnasio debido a su estado de gestación. Lucas continuaba en la cama, al parecer seguirle el ritmo en la intimidad a Zoé le está costando un poco, a pesar de haber pasado una noche muy ardiente a su lado. Amaneció algo indispuesto.

—Voy a salir al gimnasio, amor.

—Solo no hagas ejercicios violentos y, mucho menos, levantes pesas.

Despreocúpate, cariño. Nos vemos al rato, ¿irás a la oficina?

—No, estoy muy cansado, creo que dormiré todo el día después de lo de anoche.

—Tú insististe, a pesar del cansancio.

—El hecho de tenerlo tan cerca hace difícil que yo concilie el sueño.

—Me voy, amor. Ya vuelvo.

Escapa rápidamente de las garras de su marido, que parece un lobo hambriento. Zoé se mira las manos con cierto desagrado. Sin embargo, es el precio que paga por su estilo de vida. Baja las escaleras, sale al estacionamiento y, a lo lejos, ve cómo Elijah se monta en su coche para marcharse. Lo mira con aprensión, detallando minuciosamente cada parte de su cuerpo. Elijah ignora por completo su mirada, entra en el coche y se marcha a toda velocidad. Tiene prisa por llegar al seminario.

Desde la ventana de su habitación, Grace la mira con perspicacia y concluye que Zoé miraba con detenimiento en la dirección donde se encontraba Elijah. Opina que debe hacer algo con su hija antes de que esta se enamore perdidamente de Elijah y viva sin lujos, cosa que no está dentro de sus planes.

*****

Minutos más tarde, en el gimnasio, comenzó a hacer ejercicio con desesperación. Se miró al espejo y vio que tenía unas leves líneas en el abdomen.

—Parezco una vaca, Emily. Dentro de poco no voy a caber por la puerta.

—No seas absurda, Zoé. Estás embarazada.

—Ni me lo recuerdes.

—Así que solo harás ejercicios muy ligeros, nada pesados, ¿estamos? —dice Emily, volviendo los ojos en señal de hastío.

—Iré a la cinta de correr.

—Vamos juntas.

Emily la mira con aprensión, entreviendo que debe dejar de ir al gimnasio por ahora.

A Zoé poco le importan las advertencias de Emily y de su marido. Una vez que termina en la cinta de correr, dice que le gustaría hacer pesas:

—Zoé, te estás arriesgando demasiado.

—Cierra la boca, Emily. Ya tengo suficiente con Lucas y con mi madre. Sermón diario. Zoé, no hagas esto ni aquello. Ahora tú te le unes al grupo. Déjame tranquila, que sé muy bien lo que hago.

—Está bien, voy a la sala de spinning.

Zoé comienza a abusar del ejercicio, se dirige a todas las máquinas para realizar su acostumbrada rutina y mantener firme su cuerpo. Se levanta del área de pesas y siente un pequeño mareo, pero no le presta atención. Va al área de spinning para encontrarse con Emily, se sube a una de las bicicletas estáticas y, a los pocos minutos, cae lánguidamente al suelo. El instructor para al percatarse del desmayo. Emily se desespera y va a socorrerla.

Enseguida se pone histérica al verla ensangrentada y temiendo lo peor. Llegan los paramédicos y llevan a Zoé directamente a la clínica, mientras Emily informa a la familia de la situación. Lucas, que estaba en su habitación, se paraliza al oír la noticia y Grace se desmaya. Ambos corren junto con Salvador hacia la clínica y llaman rápidamente a Elijah para que les diga dónde está.

*****
En la clínica.

El doctor informa a Emily del estado de salud de Zoé y los demás todavía no han llegado.

—La señora ha tenido un aborto espontáneo, lo siento. Le hicimos un legrado. Ya dentro de unos minutos la ingresaremos en la habitación. Por suerte, ella está estable. Lo malo es que ha perdido al bebé.

—Gracias, doctor—Emily se angustia y comienza a llorar por su amiga.




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