Han dado de alta a Zoé y ya está de vuelta en la mansión. Todos están entristecidos por lo ocurrido, incluso Linda, que en este preciso instante le muestra su solidaridad:
—Lamento mucho lo que te pasó, Zoé. Si me necesitas, solo avísame. Me voy a mi cuarto a arreglarme—se despide de ella con un beso en la mejilla. Lucas y Elijah se miran maravillados.
—Eres muy joven, Zoé, puedes volver a quedarte embarazada—señala Elijah.
—Dios lo quiso así, hijo. Quizá los hijos no están contemplados para nosotros—apunta Lucas con resignación.
—No te desanimes, papá, los hijos bendicen a las familias. Yo rezaré por Zoé para que se vuelva a embarazar.
—Eres muy gentil, Elijah —asiente Zoé, mentalmente apuntando que hablan más de la cuenta. De pronto, Lucas sale de la habitación para ir a su despacho a revisar unos informes.
—En unos minutos estoy contigo, amor. Te dejo con mi santo —le da una palmada en el hombro a Elijah y se retira.
—Para todos eres un santo.
—Exageran, solo soy un simple aspirante a sacerdote.
Mientras él habla, ella lo mira con aprensión, descubriendo cada detalle de él. Mira con disimulo la comisura de sus labios mientras la consuela, pero se fija sobre todo en su juventud. Parece que estuviera viendo a Lucas con treinta años menos. Elijah parece mejorado, es un poco más apuesto y tiene muy buen porte. Sus bellos y tiernos ojos verdes brillan en toda la habitación, encandilándola con su mirada.
Es imposible que Zoé piense con la cabeza fría teniendo a esa gran tentación delante. Se confunde y trata de borrar de su mente tantas dudas rápidamente. Remueve sus pensamientos y se vuelve a volcar en Elijah. Esta vez, se le acerca sin vuelta atrás, aprovechando que están solos, y toca con delicadeza su rostro. Él se estremece y se levanta de la cama con grácil temor.
—Espero que mejores, estoy en mi habitación, puedes contar conmigo para lo que sea —le dice prácticamente espantado de su lado. Esta vez intuye algo distinto.
Se toca la cara y recuerda cómo los delicados dedos de Zoé lo rozaron, al verlo salir de la habitación principal. Grace entra rápidamente, cerrando la puerta de un portazo.
—No, yo no me engaño, te has rendido respecto a ese bebé. Eres una tarada, con la llegada de ese niño, ya tenías a todos comiendo de tus manos—le recrimina.
—Baja la voz, que te puede oír toda alterada, mamá.
—Zoé, eres una idiota. Nunca me haces caso, siempre echas todo por la borda. Debí prestarte más atención en su momento.
—No digas estupideces, si vivías de viajes y supongo que en los brazos de tu amante.
—¡Cállate! —reacciona con rabia y Lucas entra estrepitosamente:
—¿Qué pasa aquí? ¿Por qué le gritas a Zoé?
—Mejor me voy— dijo muy molesta y perturbada.
—Déjala tranquila, amor. Ya sabes cómo es mi madre. Deberías ver pronto lo de su mudanza —sugiere con rapidez.
—Sí, cariño, definitivamente es lo mejor. Grace últimamente está muy amargada y te agobia. No quiero que nada perturbe tu paz.
—Eres un sol, querido.
—Tú eres quien iluminas mi mundo, Zoé. Te amo.
—Yo también —asiente.
Mientras ríe con malicia al comprobar que es dueña de la voluntad de Lucas, se conmueve nerviosamente al presentir la llegada de Elijah a su cabeza.
*****
En un conocido centro comercial de Los Ángeles, Mark y Linda se encuentran para conocerse más a fondo. Él la mira con ternura y ella se ríe de su cara:
—¿Por qué me miras así?
—¿Así cómo?
—Con ojos de borrego —se carcajea.
—Eres hermosa, Linda.
—Lo sé, lo que sí me sorprende es tu poca vocación. Mira que dejar el sacerdocio.
—No todos tenemos la misma vocación que Elijah.
—Mi hermano es un mártir.
—No digas eso, Elijah. Es un buen muchacho.
—Sí, lo es. No lo digo por nada malo. Solo que creo que pudo haber elegido otro camino. Mi hermano es apuesto, centrado y muy maduro para su edad.
—Sí, es el más inteligente del seminario.
—Es una verdadera lástima que se haga cura.
—Pero yo ya no lo soy.
—Ya veo. Me refería a Elijah.
—Ahora nos veremos más a menudo, también iré a la misma universidad que tú.
—No me sorprende, ya Elijah me lo dijo.
—¿Qué más te dijo Elijah de mí? —Se le arrima.
—Que eres un chico de sociedad, que vivías con tu familia y nada más.
—Sí, vivo muy cerca de la mansión Hamilton.
—Perfecto —sonríe con picardía.
*****
Zoé sale de la habitación y se dirige rápido por el pasillo con el firme propósito de ir a buscar a Elijah, pero luego retrocede y se decepciona al recordar que el joven se está preparando para ser sacerdote. Cree que no podrá llegar a tanto por culpa del fisgoneo. Lo que realmente siente por Elijah es curiosidad. Lucas sale de su oficina y la ve levantada. La reprende rápidamente:
—Amor, debes descansar. Ayer perdimos a nuestro hijo— y la toma del hombro para meterla nuevamente en la habitación.
Elijah, por su parte, está leyendo un libro y Solange ingresa inmediatamente con un trozo de pastel para el joven:
—Permiso, Elijah. Te lo manda mi madre.
—Qué rico, voy a engordar. Fátima siempre tan atenta.
—Estamos muy contentos de que vuelvas. La señora Emma regresa de su viaje en estos días. Se emocionará cuando sepa que te quedarás con nosotros en la mansión.
—Al menos vendré a menudo. También quiero ver a mi tía. Supongo que se entristeció por la pérdida del bebé.
—Me vas a disculpar, pero esa mujer lo hizo adrede. ¿En qué cabeza cabe ir haciendo ejercicios estando embarazada? Pesó más su vanidad que su hijo. Es idéntica a su madre.
—Basta, Solange. No hables así de Zoé, está muy afectada. Era su hijo, por Dios. No juzguemos a la ligera, yo también cometí ese grave error.
—Perdón, Elijah, no sé qué me pasó, no soporto a esa mujer.
—Es la esposa de mi padre y la señora de esta casa, hasta Linda la está aceptando y tú también lo harás.