Linda tiene un aspecto radiante y está muy guapa, y se ha graduado con honores a pesar de su mal carácter y de su escéptica manera de ser. Linda es muy hábil para los estudios y quiere convertirse en economista para gestionar las empresas de su padre en el futuro.
—Felicidades, estoy muy orgulloso de ti, hija—le dice Lucas con orgullo.
En la mansión, celebran una fiesta antes de que Linda se vaya de fiesta con sus amigos. Elijah se le acerca y la carga de emoción diciendo:
—¡Lo lograste!
Linda, con presunción, pero feliz, asiente.
—Siempre consigo lo que quiero, hermano.
Lucas, por su parte, mira a Mark con recelo y se le acerca:
—Creo que estuviste con Elijah en el seminario.
—Buenas tardes, señor—dijo asustado.
—Tranquilo, tampoco he venido a asustarte. También me he enterado de que te interesa mi hija.
—Señor, mis intenciones con Linda son las más sanas, lo juro —dijo señalando con nerviosismo, y a Lucas internamente le causó gracia.
—Linda es la niña de mis ojos, no permitiría que nada la lastimara. ¿Lo entiendes, jovencito?
—Perfectamente, señor— dijo Mark, y al darse la vuelta, Lucas bosquejó una enorme sonrisa. De inmediato se le acercó a Elijah, carcajeándose:
—Pobre muchacho, no sabe en el lío que se ha metido al intentar cortejar a Linda.
—Mark es un buen chico, muy tímido y obediente. Pero no tiene vocación para el sacerdocio.
—A diferencia de ti, querido. Sabes que, al principio, no me gustó mucho la idea de que te convirtieras en sacerdote, pero luego, al verte tan feliz con tu decisión, no tuve otra opción que aceptar. Todo por verte contento, mi santo.
—No me digas santo, papá —se sonroja.
—Ja, ja, ja, es lo que eres, hijo, un santo.
—Seguro que hablaban de mí—dijo rápidamente Linda.
—No te creas tan importante, hija —dijo Lucas. — ¿A quién habrá salido esta chica tan presumida?
—Puedo adivinarlo, es una Hamilton. Ya lo entenderás —bromeó Elijah.
—Acertaste, hermanito. Son muy parecidas a mi padre.
—Físicamente, Elijah se parece mucho a mí, pero ha heredado el buen corazón y los hermosos ojos de Linda.
—Mi madre era realmente hermosa, como me hubiera gustado que estuviera con nosotros celebrando mis logros. Esta victoria es para ella, que me bendice desde el cielo con su felicidad.
—Así es, hermanita. Nuestra madre te bendice desde el cielo, está justo ahora en la compañía de Dios.
—Mis hijos, mi mayor orgullo. Qué afortunado soy. Son el mejor regalo que me ha dado la vida. Tendré mucho que agradecerle a Linda por el resto de mis días.
—Lástima que tu nueva esposa fuera tu peor error, papá.
—Linda, no empieces. ¿En qué quedamos? —La reprende Elijah.
—Voy a seguir disfrutando un poco más. En un rato me iré a celebrar con mis amigos y llevaré a Mark —advierte, y se acerca para hacerle compañía al muchacho.
—Linda jamás aceptará a Zoé.
—Dale tiempo, papá.
*****
Por un lado, Grace acorrala a su hija y comienza a hostigarla:
—Te saliste con la tuya, eres muy hábil cuando te conviene. Lucas ya compró una casa para mí. En unos días dejaré la mansión. ¿Estás contenta?
—Mucho, mamá, y te haré una fiesta de despedida.
—Insolente, te advierto algo, Zoé. No me gusta nada tanta confianza con Elijah, vives de arriba para abajo con él, se puede prestar a malos entendidos.
—No seas absurda, es casi un cura.
—Tú lo has dicho, casi, todavía no lo es. Es extremadamente guapo, el condenado.
—¡Basta! —protesta.
—Espero que no arruines todo lo que hemos logrado hasta ahora.
—Tú no has hecho realmente nada, solo vivir de mí. Así que ahórrate las advertencias.
—No vengas a darte baños de pureza, que no te quedan.
—Gracias a Dios, que pronto nos libraremos de ti —advierte, y se aparta de su lado.
—Hija, espera, Zoé—la sigue.
De repente, Grace se topa con Salvador, que le llevaba la delantera:
—Sigues altiva como siempre—apunta Salvador, viéndola de reojo—
—Y tú jamás quisiste progresar, por eso te casaste con Fátima. Pobre diablo —le ofende y va detrás de su hija.
Salvador Jones, el chófer de los Hamilton en el pasado, fue novio de Grace. Juntos vivieron un tórrido romance. Ella no es una mujer nacida en cuna de oro, como pretende hacerles creer a todos. Es una mujer nacida en un humilde pueblo de Misuri, pero siempre vivió con ínfulas de superioridad, aborreciendo constantemente su origen. Por eso dejó a Salvador por ir detrás de la fortuna de Robert Williams, a quien despojó con el tiempo sin contemplación, hasta dejarlo sin un centavo.
Fátima, su esposa, conoce muy bien su historia, un secreto que los Hamilton todavía desconocen.
Salvador dejó de lado a Grace hace años, y ahora es muy feliz con Fátima y su hermosa hija, Solange.
—Te vi hablar con esa mujer—dijo Fátima con celos.
—No tienes por qué sentir celos a estas alturas, cariño. Como si no conociéramos a Grace, cuando se cruza en mi camino, lo único que hace es humillarme.
—No la soporto, menos mal que pronto dejará la mansión. El señor Lucas nos oyó el pensamiento.
—Olvidemos a Grace, mira a Solange, está muy contenta.
—Sí, ella también pronto comenzará la universidad, tarde pero seguro —menciona Fátima con tranquilidad.
—Lo importante es que será toda una profesional.
—Mira cómo se divierte con los muchachos.
—Nuestra pequeña ya ha crecido, Fátima.
—Sí, querido.
Zoé, por su parte, conversa muy contenta con Lucas. Se refugió en su esposo para huir de su madre:
—Es bueno que los muchachos se diviertan—dice Zoé.
—Tú también eres una muchacha —asiente Lucas con gracia.
—Soy la señora de esta casa, tu esposa.
—Claro que sí, querida ¿Qué tanto mira tu madre a Salvador? —observa de repente.
—No lo sé, ya sabemos que no se lleva bien con nadie.