Al caer la noche Zoé va al jardín para platicarle al rosal un rato, es allí donde reposan las cenizas de su padre. Inesperadamente Elijah la mira a la distancia y motivado por un desconocido impulso se le acerca y advierte:
—Abrigaste hace frío—colocando una manta encima de ella. Zoé velozmente murmura con sus ojos levemente llorosos:
—Gracias—Elijah percibe su tristeza y pregunta:
—¿Por qué lloras? ¿Te han hecho algo?
—No nada, solo le hablaba a mi padre, eso me llena de nostalgia.
—Mejor entra a la casa, mi padre te espera—asienta con desilusión y la deja sola en el rosal. Ella voltea por unos minutos y lo mira fijamente, decide seguirlo.
—Elijah yo…—calla.
—¿Qué está pasando, Zoé? —pregunta con nerviosismo lo innegable.
Ya para ninguno de los dos sus sentimientos son anónimos, principalmente para Zoé, no hay manera de deshacerse de lo que siente, se acerca a Elijah y de la nada lo besa ligeramente en los labios, el joven palidece y se zafa de ella con rudeza.
—No vuelvas hacer eso, no te acerques nunca más a mí—la recrimina.
—Elijah—la mira con recelo y se interna corriendo a la mansión dejando a Zoé muy perturbada.
Al entrar a la casa, toca su rostro y sus labios con temor. Piensa que ella llegó demasiado lejos al besarlo, sin embargo, esa amarga sensación parece gustarle de algún modo. Sube con desesperación a internarse en su habitación, toma su rosario y su biblia e inesperadamente una lágrima de dolor y arrepentimiento brota de su mejilla.
A diferencia que Elijah para Zoé la sensación fue muy placentera, se toca la boca y acaricia sus labios con dulzura, jamás había sido besada por un joven, ella solo ha mantenido intimidad con Lucas, lo poco que conoce intrínsecamente lo había experimentado con él. A llegar, Lucas salía de la ducha la mira con ganas y la besa de inmediato con loca pasión para hacerla suya, ella se entrega a él como siempre solo que está vez, fija sus pensamientos en Elijah, llevando todavía en sus labios la dulce sensación de ese tierno beso, pronto agoniza ante el inagotable deseo de su esposo.
*****
A la mañana siguiente, Elijah había salido más temprano que de costumbre, decidió luego de lo sucedido internarse por unos días en el seminario, con el propósito de poner distancia, la noticia a la familia le cayó como un balde agua fría.
—¡Oh por Dios! Yo que viene a ver a mi sobrino, justo ahora decide irse a un retiro—señala Emma con decepción.
—Así es mi hijo, Emma, impredecible. En unos días estará de vuelta, sino iré a rogarle hasta que logre mi cometido—menciona Lucas.
—Lucas, te ves rozagante incluso hasta más joven.
—Estoy feliz, hermana, es más que suficiente.
—Ya puedo intuirlo, definitivamente esa jovencita te aporta vitalidad.
Rápidamente Zoé se asoma por las escaleras y baja a saludar a su cuñada, Lucas advierte su presencia:
—Ja, ja, ja, ahí viene, mira quien nos vista, amor.
—Qué bueno verte, Emma.
—Hola cuñada tan hermosa como siempre, vine a ver a Elijah. Pero, se fue al seminario por unos días—señala inocentemente y Zoé se aturde:
—¡¿Cómo?! —exclama con asombro.
—Al parecer, tuvo que ir a un retiro urgente—responde Emma viéndola con recelo, le parece rara su reacción.
—¿Cuándo volverá?
—Eso no lo sabemos—responde Lucas.
—No puedes permitir que Elijah, se aleje de esta casa, Lucas.
—Zoé se la lleva muy bien con Elijah—dice Lucas sonriendo.
—Me imagino—indica Emma y sigue mirando a Zoé con reserva.
—Es que gracias a Elijah, la armonía en esta casa a retornado por completo—disimula ante Emma.
—No te preocupes, querida, que nuestro santo volverá pronto.
*****
Casa de Grace.
—Ada, ven aquí.
—Sí, señora.
—Estoy muy aburrida en esta casa, fue una mala decisión haber dejado la mansión.
—Yo pienso lo mismo que usted.
—Pero, ni modo. Zoé se salió con la suya y ahora no puedo estar al tanto, de lo que pasa con el matrimonio. Llama al chofer, tengo que salir a verme con unas amigas. Ya sabes para mantener las apariencias—ordena.
—Señora quien está afuera es Salvador.
—¿Cómo? Perfectamente le pedí un auto con chofer a Lucas, se está volviendo muy tacaño mi yerno. Tengo que hablar muy seriamente con Zoé.
—¿Le digo a Salvador que prepare el auto?
—Tranquila que iré yo, por lo pronto ocúpate de mi ropa.
—Sí, señora.
Al salir mira a Salvador por encima del hombro y éste pregunta con seriedad:
—¿Para dónde llevo a la señora?
—Voy al Marriot a una reunión.
—Está bien—le abre la puerta para que ingresa al auto, poniendo sus ojos en blanco.
—No entiendo, como Lucas te ha enviado a ti, cuando perfectamente le pedí un chofer especialmente para mí—Salvador la ignora y sigue conduciendo. —Te estoy hablando—refuta, Salvador para el auto con brusquedad y responde:
—Si tiene alguna queja, hable con Lucas no conmigo.
—Con los años te has vuelto un cascarrabias.
—Y a ti no se te quita lo prepotente.
—Cuida como me hablas, que yo la señora y tú un simple chofer—se molesta y la saca del auto diciendo:
—A la que se le olvida de dónde viene, es a ti. Fuiste mi mujer durante unos años, ¿lo olvidaste? No sé cómo pude perder mi tiempo contigo—le reprocha.
—No hables del pasado y ni se te ocurra mencionárselo a alguien de la mansión—le advierte con altivez.
—Mi mujer lo sabe.
—¿Qué? ¿Qué es lo que sabe? Salvador, te volviste loco.
—Fátima es mi esposa, y entre nosotros no existen los secretos.
—¿Le dijiste todo? —pregunta nerviosa.
—Ya dejame en paz. Toma para un taxi, porque no pienso llevarte—se molesta y la deja allí varada en el camino.
—Salvador, no me dejes aquí tirada, Salvador—se revela una realidad ignorada por todos.
*****
Zoé presionada con la huida de Elijah al seminario, presume que lo hizo por su culpa. Con el fin de liberar un poco de tensión, había llamado a su mejor amiga Emily, para salir de la mansión. Al llegar al café donde se citaron, Emily le hace señas: