Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 17. Tregua.

Debido a lo sucedido recientemente entre ellos, Elijah sabe que debe de enfrentar la situación y tratar de resolver sus problemas con Zoé, lo que menos quiere es que su padre sufra un desengaño. Al regresar a la mansión encuentra a Zoé en el jardín, perdida en sus pensamientos. Respira profundamente, se acerca a ella dispuesto a disculparse y hacer las paces:

—Zoé, lamento la forma en la que te hablé el otro día, me pasé de la raya, lo siento profundamente—resalta Elijah con su voz llena de sinceridad.

Zoé levanta la mirada sorprendida por su repentina disculpa, concibiendo que no era necesaria, no esperaba que regresara y mucho menos que se disculpara con ella.

—Acepto tus disculpas, Elijah, pero no eran necesarias, quien se equivocó enormemente fui yo. Sé que ambos nos dijimos cosas que no queríamos decir, solo espero que podamos superar esto y empezar de nuevo—responde con un dejo de vulnerabilidad en su voz.

Elijah asiente aliviado de que Zoé esté dispuesta a pasar la página, se sienta a su lado y ambos se quedan en silencio por un breve momento, disfrutando de la paz del jardín.

—Extrañaba esto, ¿sabes? Estar sentados aquí hablando y disfrutando de la compañía del otro—admite Elijah rompiendo el silencio.

Zoé por su parte sonríe sintiendo una sensación de calidez y familiaridad que le invade. Ahora con esa compresión, los dos pasan el resto del día poniéndose al corriente de todo, riendo y reafirmando su amistad, la tormenta que alguna vez nubló sus corazones había pasado, dejando atrás una renovada sensación de esperanza y cercanía.

Mientras el sol se pone en el horizonte, Zoé y Elijah se toman de la mano listos para enfrentar cualquier desafío que se les presente, aunque suene contradictorio perciben que mientras se tengan el uno al otro, podrán capear cualquier tormenta.

*****

Minutos más tarde, Zoé comienza a contemplar el ocaso desde su ventana, el cálido resplandor sobre el tranquilo paisaje, le invade una dulce sensación de bienestar. El canto de los grillos y el suave murmuro de las hojas en la brisa creaban una sinfonía musical de la naturaleza, que era relajante y confortante a la vez.

Por otro lado, Elijah cierra sus ojos desde la comodidad de su habitación, sintiendo como se quita un peso de encima, respira profundamente abrigando como un fresco aroma llenan sus pulmones, en este preciso instante se siente conectado con el mundo de una manera diferente, se levanta de su cama y se acerca al balcón, mientras observa los colores del cielo cambiar de amarillo dorado a naranja intenso, no puede evitar sentirse agradecido por la simplicidad que le brinda lo natural, idea que Dios le está dando una tregua, para que siga adelante con su vocación, la cual se mantiene firme y afianzada.

De pronto llega Lucas, sus ojos buscaron de inmediato a Zoé, con una innegable chispa de interés brillando en su mirada. Con una encantadora sonrisa comienza a dejar claras sus intenciones, insinuando su deseo de llevar su trato a un nivel más íntimo:

—El aroma de tu piel me enloquece—susurra mordiendo levemente su oreja. Ella esta vez se zafa de su lado y responde:

—Hoy no Lucas, no me siento bien.

—Las terapias como que no han surgido efecto, querida—señala con ironía y ella lo mira con reserva.

—Siempre pesarán más en ti, tus intereses que mis necesidades, me estoy hartando de que me veas como un juguete—reclama.

—¿Qué pasa? No dije nada malo.

—Lucas Hamilton el hombre perfecto, amo y señor del mundo. Nunca hace nada malo, yo debo de estar eternamente agradecida con él—expone de la nada y él se perturba:

—¿Por qué dices esas cosas? ¿Cómo si yo fuese el causante de todos tus males? —cuestiona sorprendido.

La respuesta de Zoé fue firme e inquebrantable ya que abruptamente rechazó la propuesta de Lucas, como pocas veces lo hace. A pesar de su persistencia e intentos de influir en ella con palabras suaves y gestos halagadores. Zoé se mantuvo inmóvil y se negó rotundamente a sus pretensiones. Lucas se tranquiliza y acepta su rechazo, velozmente la dinámica entre ellos se carga de emociones tácitas, creando una tensión palpable en el ambiente.

*****

Rápidamente el corazón de Elijah se aceleró mientras caminaba de puntilla por el pasillo, su respiración se activó con nerviosa anticipación, sabía que debía de ser cauteloso ya que cualquier movimiento en falso podría alterar a quien estuviera cerca.

Presiona lentamente su espalda contra la pared y mira a un lado, hacia la habitación principal. Sus hermosos ojos escanean la puerta en busca de cualquier señal de movimiento. De repente, suben riendo Solange y Linda, quienes habían ido desde temprano para inscribirse formalmente en la universidad. Al oír el ruido, Elijah se esconde rápidamente. Él saluda al llegar:

—¿Cómo les fue?

—De maravilla, también fui con Solange de compras. Quiero que veas nuestro pensum de estudio. Ya dentro de poco tiempo comenzarán las clases.

—A que no adivinas, Elijah, estudiaré en el mismo salón que Mark, el novio de Linda—detalla Solange.

—Todavía no es mi novio, Solange. Cierra la boca—la reprende.

—Ja, ja, ja, pobre Mark—se carcajea Solange.

—¿Y yo que? —advierte Linda con gracia.

—Tu eres una gruñona y testaruda muy hermosa—reafirma Elijah con jocosidad.

—Pero, así me adoran, ¿llegó mi padre? —pregunta.

—Supongo por la hora que sí, debe reposar con su esposa—señala Elijah con melancolía.

—Ven Elijah vamos al despacho, tenemos muchas cosas que contarte—asienta Linda.

Minutos más tarde, Zoé se levanta de su cama y sale de su habitación, la oscuridad dificulta un poco su visión, sin embargo, alcazaba oír débiles susurros y arrastrar de pies, que provenían del despacho. Se acerca con mucho sigilo y escucha a los muchachos platicando gratamente, como le hubiese gustado estar en su lugar, riendo y disfrutando de la simplicidad de la vida como una joven de su edad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.