Lucas llega a la mansión cansado por el viaje y feliz de volver a ver a su mujer, que exterioriza su emoción, pero en el fondo le fastidia su presencia. Lucas también se ve ligeramente afectado por la repentina decisión de Elijah de volver al seminario. En su interior, se siente muy confundido y, de pronto, le dice a Zoé:
—Zoé, tengo que hablarte de algo muy importante. No sé cómo decirte esto, pero Elijah ha decidido volver al seminario como interno. No entiendo por qué ha tomado una decisión tan repentina. Me siento muy confundido por su determinación. Ojalá me hubiese esperado para hablar antes de tomar esa decisión tan precipitadamente —expone Lucas conmovido.
Zoé desconocía que se internaría; a la única persona a la que Elijah le había hablado antes de partir fue a Solange. Se muestra algo contrariada y su expresión cambia cuando escucha a Lucas. Al darse cuenta de las implicaciones de la decisión de Elijah, intenta ocultar sus verdaderos sentimientos, pero Lucas puede ver a través de su fachada.
—Sé que estás feliz de verme de regreso, pero puedo ver que la decisión de Elijah te está incomodando. Quiero que sepas que, pase lo que pase, eres la persona más importante de mi vida. Te amo. Zoé.
Zoé mira a Lucas a los ojos y siente una mezcla de emociones por su regreso, pero también siente incertidumbre sobre lo que depara el futuro tras la repentina partida de Elijah. Respira profundamente y responde en voz baja:
—Yo también te amo, Lucas. No te aflijas por tu hijo, resolveremos esta situación juntos.
Mientras se abraza a su marido, Zoé se da cuenta de que su amor por Elijah será puesto a prueba, pero está decidida a luchar por sus sentimientos hasta las últimas consecuencias, sin importar los desafíos que se le presenten.
—Lo resolveremos juntos—repite Zoé. Y Lucas concibe sus palabras como una promesa de compromiso mutuo.
Lucas se abraza a ella creyendo que su amor resistirá cualquier prueba que se les presente. Puede que por lo pronto no tenga todas las respuestas, pero es consciente de que se tienen el uno al otro y eso le basta para afrontar lo que depare el futuro.
*****
Fin de semana.
Se reúnen la familia Lucas, Zoé y sus hijos, Elijah y Linda, también tenían la visita de Grace, la madre de Zoé, quien no quitaba los ojos de encima a su hija y a Elijah, con la intención de medir su reacción al hallarse cerca. Lucas se aparta rápidamente con su hijo y se aleja de todos para cuestionarlo por su repentina decisión de dejar de vivir en la mansión de forma permanente. Lucas no quiere que su hijo se aleje de él y se conformaba con verlo todos los días durante la cena. Inmediatamente, le señala:
—Elijah, no entiendo por qué tomaste la decisión de irte de la mansión e internarte de nuevo de forma permanente en el seminario, si habíamos llegado a un acuerdo, hijo. Me alegraba de verte todos los días en casa, cuando regresabas del seminario. Mis hijos me han dejado completamente solo.
—No te aflijas, papá, tienes la compañía de tu esposa. Aprecio mucho tu preocupación. El ir y venir todos los días es muy agotador para mí, también tengo mucho trabajo como voluntario. Espero que lo entiendas.
—Lo entiendo, hijo. Solo quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, sin importar dónde elijas vivir. Solo no olvides que la familia es importante y que siempre debemos estar conectados.
—No lo olvidaré, papá. Gracias por tu apoyo.
—Te amo, Elijah.
—Yo también te amo, papá.
Zoé no le quitaba el ojo de encima a Elijah. Esperaba poder hablar con él a solas, pero Grace estaba al acecho y se acercó para preguntarle:
—¿Qué estás mirando? Me he dado cuenta de cómo te miras al cura.
Zoé parpadeó sorprendida, sin esperar que su madre la confrontara tan directamente. Se recompuso rápidamente y le respondió con desdén:
—Yo solo miraba tu atuendo. Es realmente elegante, seguro que te costó una fortuna.
Grace se queda callada, entrecierra los ojos con sospecha, pero finalmente asiente y vuelve su atención a Elijah. Zoé se da un suspiro de alivio en su interior, agradecida por haber evitado una posible confrontación con su madre.
A medida que avanza el día, Zoé intenta encontrar un momento a solas con Elijah, pero Grace parece estar al alcance de ellos. Frustrada, Zoé finalmente decide simplemente disfrutar de la velada en compañía de su marido y deja que las cosas sucedan de forma natural. Pero justo cuando empieza a relajarse, Elijah aparece y la mira fijamente, y ella bosqueja una sonrisa en su rostro. Motivada por ese intenso impulso que la zarandea, se le acerca:
—Oye, estaba esperando un momento a solas para hablarte. ¿Quieres dar un paseo conmigo?
—Te volviste loca, Zoé. Mi respuesta es no —susurra con ligero enojo, y se aleja de ella.
El corazón de Zoé se acelera de inmediato al haberlo sentido tan cerca y haber olido su fragancia. Estar a solas con él es lo que más desea desde aquella noche. Se repite a sí misma que cada día se enamora más de él, es algo inevitable. Mientras camina para acercarse al rosal, no puede evitar sentir que su suerte está empezando a cambiar.
Lucas se le había acercado de repente mientras ella estaba perdida pensando en Elijah. Sorprendida, parpadeó y se concentró en Lucas. Trataba de sacudirse las imágenes de Elijah que persistían en su mente. Su presencia inesperada la devolvió a la realidad, haciendo que se sonrojara de vergüenza y que su corazón se acelerara.
—Te sientes bien, mi amor.
—Completamente.
Rápidamente trató de recomponerse preguntándose por qué Lucas se le había acercado en ese momento. La interrupción no había sido bienvenida, pero también le había hecho darse cuenta de que tal vez había estado pensando en Elijah durante demasiado tiempo. La aparición de Lucas sirvió como un llamado de atención, recordándole que necesitaba volver a centrarse y no dejarse llevar por sus fantasías.