Capítulo 26. Última advertencia.

Al día siguiente, en el seminario, Elijah se encontraba frente al padre Tomás. Su semblante reflejaba la seriedad y la preocupación que sentía por Zoé. Había tomado la decisión de hablar con él, esperando encontrar comprensión y apoyo.

—Padre Tomás, necesito hablarle sobre Zoé. Está pasando por momentos muy difíciles con mi padre y creo que necesitamos ayudarla.

El padre Tomás lo miró con escepticismo, se cruzó de brazos y lo escuchó. Tras escuchar la explicación de Elijah sobre la situación, el padre Tomás suspiró profundamente y negó con la cabeza.

—Elijah, me sorprende escuchar esto de ti. ¿Realmente crees en las historias que Zoé te cuenta? Me parece que estás siendo manipulado por una joven que claramente tiene problemas, pero de disciplina y ego.

Elijah, sorprendido por la respuesta, trató de mantener la calma, aunque su frustración era evidente.

—Padre, he visto las señales, he hablado con ella. No se trata solo de disciplina. Está sufriendo, y nosotros, como guías espirituales, tenemos el deber de protegerla y apoyarla.

El padre Tomás frunció el ceño y su tono se volvió más severo. Velozmente, le dijo:

—Elijah, con tu intervención en este asunto estás cruzando líneas peligrosas. Permites que tus emociones nublen tu juicio. Si continúas por este camino, me veré obligado a informar de tu conducta indebida al resto de sacerdotes. No podemos permitir que te involucres de esta manera con un feligrés y más teniendo en cuenta lo que tú y yo ya sabemos. Es inapropiado y va en contra de nuestros principios.

De inmediato, Elijah sintió un nudo en el estómago, pero su determinación no flaqueó. Sabía lo que estaba en juego.

—Padre Tomás, con todo respeto, no puedo simplemente mirar hacia otro lado. Zoé necesita ayuda, y si la iglesia no está dispuesta a ofrecérsela, entonces encontraré otra manera de apoyarla. No puedo y no me apartaré de ella en un momento de necesidad.

El aire entre ellos se cargó de tensión. El padre Tomás parecía inamovible en su postura, pero Elijah percibió una chispa de conflicto en sus ojos. Era evidente que el padre Tomás también sentía compasión por Zoé, pero estaba atado por las doctrinas de la Iglesia y sus propias creencias.

—Elijah, tu corazón está en el lugar correcto, pero debes entender que hay líneas que no podemos cruzar. No obstante, te admiro por tu valentía y tu compromiso con la muchacha. Rezaré por ella y por ti, para que encuentren la ayuda que necesitan.

Elijah asintió, aunque no estaba completamente satisfecho con la respuesta. Sabía que rezar no sería suficiente, pero también entendía que el Padre Tomás había ofrecido todo el apoyo que podía dentro de sus limitaciones.

—Gracias, Padre. Aunque no estemos de acuerdo en todo, aprecio su bendición. Ahora, si me disculpa, tengo que hacer algunos arreglos en la cruz.

Dicho esto, Elijah se dio la vuelta y salió de la capilla, empezando a elaborar un plan en su mente. Sabía que el camino que tenía por delante sería difícil y que posiblemente tendría que enfrentarse a más desaprobación, pero estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para ayudar a Zoé. No tenía claro cómo prestaría esa ayuda, pero estaba decidido a encontrarla, sin importar los obstáculos que pudiera encontrar en el camino.

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Emporio Empresarial Hamilton, Los Ángeles.

Oficina de Lucas.

Salvador, ocultando su verdadera identidad y el peso de su secreto, escucha atentamente a Lucas, y su corazón se contrae con cada palabra que revela el tormento emocional de Zoé. Aunque su posición como chófer le brinda una perspectiva única sobre la vida de Lucas y Zoé, también lo coloca en una situación delicada, ya que toda información sobre su hija es un recordatorio de la distancia emocional y física que los separa.

—Lucas, es importante que Zoé reciba todo el apoyo y comprensión que necesita en estos momentos. Tal vez hablar con un profesional podría ayudarla a gestionar mejor sus emociones— sugiere Salvador, intentando mantener la calma y ofrecer consejos sin revelar su verdadera conexión con Zoé. Explica Salvador, cuya voz es firme, pero que, en su interior, siente una mezcla de dolor y preocupación.

Lucas asiente, agradecido por la sugerencia y la empatía de Salvador, sin darse cuenta de la complejidad de los sentimientos de su chófer. Inmediatamente le dice:

—Tienes razón, Salvador. Voy a buscar ayuda para ella. Gracias por escucharme y por tus consejos—responde Lucas, mostrando una vez más la confianza y el respeto que tiene hacia él.

Salvador asiente con una sonrisa amarga, sabiendo que su papel en la vida de Zoé es, por ahora, observar en silencio y apoyar indirectamente. Mientras Lucas se aleja, Salvador se queda solo con sus pensamientos, luchando con el deseo de intervenir directamente en la vida de su hija y con la necesidad de mantener su secreto por un poco más de tiempo. Que Zoé descubra su identidad podría cambiarlo todo, pero ¿será para mejor o solo complicará las cosas aún más? En su corazón, sabe que tarde o temprano la verdad saldrá a la luz y solo espera estar preparado para ese día.

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Casa de Grace.

Tiempo después…

En medio de la noche, la tensión entre Salvador y Grace alcanza un punto de ebullición. Consumido por la desesperación y atormentado por la situación de su hija, Salvador no puede contenerse cuando se enfrenta a Grace. La escena es intensa. Salvador, con el corazón pesado y la mente turbada, irrumpe en la casa, apartando a Ada con una determinación feroz que deja claro que no se detendrá ante nada para llegar hasta Grace.

La confrontación es explosiva. Salvador despierta a Grace a gritos y no solo rompe el silencio de la noche, sino también la fachada de normalidad que Grace había intentado mantener. Las acusaciones de Salvador son duras, pero nacen de un lugar de profunda preocupación y amor paternal. Él ve cómo Zoé, su hija, está siendo sacrificada en el altar de la conveniencia y la desesperación financiera, vendida a Lucas en un matrimonio que no fue más que una transacción para sacar a la familia William del abismo financiero en el que se encuentran.