Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 27. Evento de caridad.

La acusación de que Grace ha sacrificado a su propia hija para salvarse a sí misma y a su estatus es un golpe devastador. Salvador, aunque es visto por todos como un simple chófer y no como el verdadero padre de Zoé, siente cada palabra que dice con una intensidad abrumadora. Su confrontación es un grito de desesperación, un llamado a Grace para que reconozca el daño que le están haciendo a su hija y actúe para protegerla, para salvarla de un destino que no eligió.

Salvador entra en su habitación de forma brusca, revelando las profundidades de la desesperación y el amor de un padre. La confrontación entre Salvador y Grace no solo es un choque de voluntades, sino también un reflejo de las luchas internas a las que cada uno se enfrenta, entre el deseo de proteger a quienes aman, las presiones y expectativas que la sociedad y las circunstancias les imponen.

—¿Cómo has podido? ¿Cómo has podido sacrificar a nuestra propia hija por... por esto? —señala con gestos hacia el entorno lujoso en el que se encuentran.

—Salvador, baja la voz, no es tan simple. Todo lo que he hecho, lo he hecho pensando en el futuro de Zoé, en su bienestar. Tú no tienes nada que reclamar, zoquete.

—¿El bienestar? ¿Llamas bienestar a vivir en una mentira, a crecer en un mundo que te devora poco a poco? Zoé no necesita esto, necesita amor, necesita verdad, necesita... necesita a su familia, Grace —expone con desesperación, agarrándose la cabeza.

—Lo sé, lo sé, pero el mundo no es tan blanco ni negro. He tenido que tomar decisiones difíciles, decisiones que tú no has tomado... —explica con voz temblorosa y Salvador la interrumpe al instante.

—¡No! No me hables de decisiones difíciles. La única decisión aquí debería haber sido proteger a Zoé a toda costa. Pero, en su lugar, la has puesto en la línea de fuego. ¿No ves el daño que le estamos haciendo?

—Lo veo, pero... —responde Grace, mirando hacia otro lado y luchando con sus emociones.

—No hay «peros» que valgan, Grace. Es hora de hacer lo correcto. Es hora de salvar a nuestra hija de este... este circo en el que la hemos metido. Es hora de ser los padres que Zoé merece.

—¿Y cómo sugieres que hagamos eso, Salvador? ¿Cómo corregimos años de errores? —reacciona finalmente, sabiendo que, en el fondo, Salvador tiene toda la razón, con lágrimas en los ojos—.

—Empezamos por decir la verdad. Todo empieza con la verdad. Es hora de enfrentar las consecuencias de nuestros actos y asegurarnos de que Zoé tenga la vida que merece, no la que nosotros elegimos por ella.

—Eso nunca, Zoé. Se moriría de vergüenza si se entera de que tú eres su verdadero padre. La sociedad nos aplastaría. Hay que encontrar otra forma de ayudarla.

Se contradijo y antepuso su estatus social, al que no está dispuesta a renunciar por nada del mundo.

—Está bien. Hablemos de cómo podemos hacerlo... por Zoé— asiente Salvador, inconforme con su respuesta.

*****

Salón de belleza en Beverly Hills.

Zoé se prepara meticulosamente en el salón para asistir a un evento benéfico en el que volverá a ver a Elijah. Olvida sus conflictos emocionales y se centra únicamente en conquistar al muchacho. Su intención es lucir bella para él. Por ello, asumirá el papel de la joven esposa de Lucas Hamilton, el poderoso magnate.

—Gracias, Clarissa, me dejaste bella como siempre—asiente como si nada, esbozando una enorme sonrisa.

—Tú no necesitas tantos arreglos, Zoé. Realmente eres una mujer muy hermosa.

—Gracias nuevamente, querida—sonríe, muy contenta con el resultado.

Al salir del salón con su chófer, sonríe con sensualidad al recordar el hermoso rostro y los penetrantes ojos verdes de Elijah. Ya desea que el tiempo pase volando para reencontrarse con él. De camino, comienza a explorar más profundamente sus sentimientos hacia él, dejando de lado las complicadas y significativas situaciones que podrían surgir en su entorno.

*****

Tiempo después…

Aparece Zoé bellísima y radiante en el evento benéfico, acaparando la atención de todos, principalmente la de la prensa. Llevaba un hermoso vestido de color marfil que hacía juego con su piel blanca, y sus hermosos ojos verdes brillaban con luz propia. Su impecable maquillaje acentuaba su belleza de forma profunda. Elijah se quedó impactado y en contradicción en medio de su posición como seminarista y, posiblemente, próximo cura. Rápidamente, se le acercó y le dijo:

—Te ves absolutamente deslumbrante y radiante, tus ojos brillan. Me alegro de que estés bien.

—Gracias, Elijah —ella se sonrojó y, al mismo tiempo, la diva que llevaba dentro saltó de alegría por haber cumplido su objetivo, que era deslumbrar al joven.

—Debo decir que estoy bastante sorprendido y en objeción con mi postura en tu vida. Eres realmente impresionante —anunció por su belleza, pero luego se contradijo ante su actitud.

—Tú también me impresionas, Elijah—dijo con jactancia.

De repente, llegó un fotógrafo de la prensa local que estaba cubriendo el evento y les pidió que posaran para una fotografía que iría en el periódico. Zoé y Elijah posaron juntos de inmediato. Elijah seguía impresionado y admirando la belleza de Zoé, no le quitaba el ojo de encima, y ella se daba cuenta. Bostezó y mostró una intensa sonrisa, pícara y sensual.

Al terminar el evento, se reunieron para hablar sobre cómo había ido todo:

—Elijah, el evento fue genial, ¿no te parece?

—¡Sí, fue increíble! Me encantó la alegría y el entusiasmo de la multitud, se recaudó mucho dinero. Todo sea por una noble causa—dijo con serenidad.

—Las actuaciones de los artistas y el espectáculo musical fueron de primera categoría. No esperaba disfrutar tanto, ¿verdad?

—Lo sé, lo sé. La música fue fantástica. Y el ambiente estuvo muy animado— sonrió Elijah.

—Me alegro de que hayamos decidido venir juntos. Sin duda, valió la pena— señaló con sensualidad, rozando con su sutileza la mano.




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