Elijah, impulsado por una mezcla de emociones, se encuentra con Zoé en su lugar habitual, buscando respuestas sobre su embarazo. Se siente abrumado al concebir que el hijo que Zoé espera podría ser su hermanito, sin darse cuenta de que en realidad es su propio hijo.
Elijah, con la voz temblorosa de ira y confusión, le pregunta a Zoé:
—¿Zoé, por qué me hiciste esto? ¡Estás embarazada de mi padre! Definitivamente, yo soy un monstruo.
Asiente con rabia y frustración, sintiendo que su amor por ella es un error. Su corazón se siente dividido, atrapado entre sus sentimientos y la realidad que lo abruma.
—Elijah, escúchame, por favor. No me mires así —dice Zoé, con los nervios de punta, pero decidida a callar y a no revelar la verdad.
—¿Cómo quieres que te mire, Zoé? —responde Elijah, con la voz temblorosa entre la ira y la confusión—. ¡Estás embarazada de mi padre! ¿Qué se supone que debo sentir?
—No es tan simple como parece —intenta ella, sintiendo que cada palabra se le atraganta—. Hay cosas que no entiendes.
—¿Qué es lo que no entiendo? —replica Elijah, con una creciente frustración—. Estoy atrapado en esta locura y tú no me das respuestas.
—Te prometo que hay más en esta historia —insiste Zoé, tratando de mantener la calma—. Solo dame un momento para explicártelo.
Elijah la mira, su corazón dividido entre el deseo de creerle y la rabia que lo consume.
—Zoé, es mejor que dejemos esto aquí, como debimos haber hecho tiempo atrás. Tú eres la esposa de mi padre y yo un hijo desgraciado que no solo traicionó a Dios, sino también lo más sagrado que tengo en la vida: mi padre. Nuestro amor está condenado al fracaso —apunta Elijah con mesura.
—No digas eso, Elijah —responde Zoé con la voz entrecortada—. No es solo un amor prohibido, es algo más profundo. No elegimos esto, pero no podemos ignorarlo.
Elijah baja la mirada, luchando contra sus emociones.
—¿Y qué hacemos con eso? —pregunta con suavidad, aunque su tono sigue cargado de dolor—: ¿Cómo podemos seguir adelante sabiendo lo que somos el uno para el otro y lo que hemos arriesgado?
—Podemos encontrar una manera —insiste Zoé, acercándose un poco más—. No todo está perdido. Aún quedan caminos por explorar y opciones por considerar.
Elijah siente un destello de esperanza, pero la culpa lo abruma.
A Elijah, la cordura le dice que pare, pero el deseo y el amor tan inmenso que siente por Zoé son tan fuertes que se confunde y se olvida de su padre.
—¿Y si todo se desmorona? —pregunta con voz apenas un susurro—. ¿Y si al final solo nos hacemos más daño?
Elijah se acerca a Zoé y pega su frente con la suya, buscando hallar en sus hermosos ojos verdosos una respuesta que lo tranquilice y lo saque del estado de locura en el que siente que se ha sumergido su vida.
—Zoé, a veces siento que todo se desmorona a mi alrededor. ¿Cómo es posible que un amor tan profundo me haga sentir tan perdido?
—Elijah, el amor puede ser confuso y aterrador, pero también es lo que nos da fuerza. No estás solo en esto —dice mirándolo fijamente a los ojos.
—Pero, ¿y si este amor nos lleva a la locura? A veces, me asusta lo que siento por ti—asiente con un fuerte suspiro.
—El amor no es locura, Elijah. Es pasión, es entrega. Pero debemos encontrar el equilibrio. Juntos podemos enfrentarlo.
—Tienes razón. Solo necesito saber que estás a mi lado.
Elijah cierra los ojos durante un momento, intentando no ver la realidad que los separa.
—Siempre estaré contigo, Elijah. No dejes que el miedo te consuma.
Elijah la tomó entre sus brazos y sintió cómo su corazón latía con fuerza al tenerla tan cerca. La atrajo hacia él y sus labios se encontraron en un beso lleno de pasión y deseo. Era imposible para él resistirse a la atracción que sentía; cada vez que la miraba, su belleza lo dejaba sin aliento. En ese instante, el mundo a su alrededor se desvaneció y solo existían ellos dos. El calor de su cuerpo contra el suyo encendía una llama que parecía consumirlo por dentro y cada caricia, cada roce intensificaba su anhelo de hacerla suya. Elijah sabía que el amor que compartían era profundo y verdadero, pero también era consciente de la vulnerabilidad que eso conllevaba. Sin embargo, en ese momento, todo lo que importaba era la conexión entre ellos, el deseo que los unía y la promesa de un futuro juntos, donde podrían enfrentar cualquier combate que se les presentara.
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En el bullicioso entorno del Emporio Empresarial Hamilton, Lucas se puso rápidamente las gafas, sintiendo la urgencia de salir. A su lado, Salvador lo acompañaba con paso firme hacia el estacionamiento, donde la luz del sol apenas lograba penetrar entre los vehículos aparcados. Sin embargo, su camino se vio abruptamente interrumpido cuando un grupo de maleantes apareció de la nada y los rodeó con intenciones siniestras. La tensión en el aire era palpable, y Salvador, con una astucia sorprendente, reaccionó de inmediato, utilizando su ingenio para frustrar el intento de secuestro. Pero en medio del caos, uno de los delincuentes, en un acto desesperado, accionó su arma y el sonido del disparo resonó como un eco aterrador. Lucas sintió un dolor punzante en el pecho y, en un instante, su mundo se tornó gris. Salvador, horrorizado por la escena que se desarrollaba ante sus ojos, emitió un grito desgarrador de desesperación, un sonido que reflejaba no solo su miedo, sino también la impotencia de ver a su amigo caer. La vida de Lucas pendía de un hilo y, en ese momento, el tiempo pareció detenerse, mientras la realidad se desmoronaba a su alrededor.
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Tiempo después...
Después de haber desbordado pasión en medio de sus tormentas, Elijah recibió una llamada. Se levantó de la cama que compartía con Zoé; ella, desnuda, se envolvió en las sábanas y se acurrucó de nuevo.
—¿Qué ocurre, Salvador? Te noto agitado —preguntó Elijah con preocupación.