Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 43. Sospechas.

Fátima le comenta a Salvador, su marido, que le parece muy extraño que Zoé haya estado llegando con Elijah y que últimamente los ha visto muy juntos.

—Salvador, ¿has notado lo extraño que es que Zoé esté llegando con Elijah?

—No tiene nada de malo. Trabajan juntos en la fundación, seguramente allí estaban cuando les di la noticia de lo ocurrido con Lucas.

—A mí sí, me parece raro, su cercanía. Siempre pensé que Zoé tenía otros intereses, Elijah es un joven muy apuesto y dejó el sacerdocio.

—A mí también me sorprende, pero tus frívolos pensamientos, mujer. Deberías preguntarles directamente, ya te estás pareciendo a la chismosa de Grace.

—Lo siento, pero no quería incomodarte. Me gustaría entender qué está pasando.

—A veces las cosas no son lo que parecen.

—Tienes razón. Pero aún así, me intriga.

—Mira, Fátima, no digo que no debamos preocuparnos, pero no quiero que saques conclusiones precipitadas. Zoé es una mujer casada, se te olvida que es la esposa de Lucas y que Elijah es su hijo.

—Lo sé, pero no puedo evitar sentir que hay algo más. La forma en que se miran, cómo se ríen... No es solo amistad.

—¿Y qué hay de eso? Solo son amigos, por Dios, no quiero que empieces a pensar lo peor. Eso solo generará tensión entre nosotros y con Zoé.

—No trato de causar problemas, pero como tu esposa, es mi deber estar atenta. Quiero protegerla, es tu hija.

—Y yo también, pero debemos confiar en ella. Si hay algo que necesita contarnos, lo hará a su tiempo.

—Tienes razón, pero no puedo evitar preocuparme. Solo quiero que esté bien y que no se meta en problemas.

—Lo entiendo, pero hablemos con ella desde un lugar de confianza, no de sospecha. Eso podría hacer que se cierre.

—Está bien, intentaré no ser tan insistente. Pero si veo algo que me preocupe, no dudaré en mencionarlo.

—Eso es justo lo que necesitamos. Comunicación abierta y sin prejuicios. Zoé necesita saber que puede contar con nosotros.

Linda llegó rápidamente a la clínica con su novio, hecha un mar de lágrimas por la situación de su padre. Se acercó a su hermano Elijah y se lanzó a sus brazos, llorando desconsoladamente.

—¡Linda! ¿Qué pasó? ¿Estás bien? —le dijo Elijah, abrazándola.

—No, Elijah... Papá... No sé qué va a ser de él. Estoy tan asustada.

—Lo sé, lo sé. Pero tenemos que ser fuertes. Vamos a estar juntos en esto, ¿de acuerdo?— La abraza con fuerza, sintiendo un poco de culpa porque la situación también le afecta a su padre.

—Pero... ¿Y si no mejora? No puedo imaginarme la vida sin él —señala Linda, limpiándose las lágrimas.

—No pienses así. Vamos a luchar por él. La doctora está haciendo todo lo posible. Solo necesitamos esperar y apoyarnos mutuamente.

La consuela mirándola fijamente a los ojos.

—Tienes razón. No quiero perder la esperanza. Gracias por estar aquí, Elijah.

—Siempre estaré aquí para ti, hermana. Juntos saldremos de esta. Tengamos fe en Dios.

Minutos más tarde, el doctor se acercó a Linda y a Elijah con una expresión seria, pero esperanzadora. Con voz calmada, dijo:

—Buenas noticias. Hemos logrado extraer la bala de Lucas con éxito. Ahora solo nos queda esperar a ver cómo responde su cuerpo.

—¿Está fuera de peligro, doctor? —suspiró Elijah con alivio.

—Por el momento, sí. Sin embargo, es crucial que mantengan la calma y estén preparados para cualquier eventualidad. La recuperación puede ser lenta.

—Gracias, doctor—le respondió Elijah.

—Solo queremos que se recupere—señaló Linda con lágrimas en los ojos y se abrazó a su novio Mark.

—Entiendo. Estaré aquí para informarles sobre cualquier cambio en su estado. Ahora, lo más importante es que se mantengan unidos y apoyen a Lucas en este momento difícil.

—Lo haremos. Gracias por cuidar de él.

—Es mi deber. Confíen en que estamos haciendo todo lo posible —afirma el doctor.

Zoé se acercó rápidamente, acompañada de su madre, con una expresión de preocupación en el rostro.

—¿Cómo está Lucas? —preguntó con ansiedad. Elijah intentó tranquilizarla sonriendo levemente y respondió:

—Está bien, Zoé —intentó tranquilizarla Elijah con una ligera sonrisa. —Los médicos están cuidando de él y haciendo todo lo posible para que se recupere.

—Me alegra oír eso. He estado muy preocupada—confesó con un suspiro de alivio.

—Lo sé, es normal sentirse así. Pero él es fuerte y tiene a todos nosotros apoyándolo.

—Vamos a mantenernos positivos. Lucas necesita nuestro apoyo en este momento —señaló Grace, acariciando el hombro de Zoé.

Linda, por su parte, las observa de reojo, sintiendo una mezcla de aprensión y desconfianza. Su expresión refleja una inquietud que no puede ocultar, mientras su mente se agita con pensamientos negativos. Elijah, al notar la tensión en el ambiente, le lanza una mirada desafiante, como si le advirtiera que no permitiera que su malestar se convirtiera en un escándalo en el hospital. La atmósfera se vuelve densa y, aunque todos están preocupados por Lucas, la presencia de Linda añade una capa de complicación a la situación. Elijah se esfuerza por mantener la calma, consciente de que cualquier altercado podría afectar al estado emocional de Zoé y de que, en este momento tan delicado, necesitan concentrarse en el bienestar de Lucas.

*****

Tiempo después, Elijah se encuentra en la iglesia del padre Tomás, un lugar que siempre había sido un refugio para él en momentos de crisis. Sin embargo, antes de acercarse al sacerdote en busca de consuelo y orientación, se detiene al pie de la cruz, donde la tenue luz de las velas parpadea y proyecta sombras que parecen danzar en las paredes.

Allí, se deja llevar por un torrente de emociones y llora descontroladamente. En su mente, la imagen de su padre se entrelaza con la culpa y el dolor; siente que lo ocurrido es un castigo divino por haber mantenido una relación secreta con su joven madrastra, una decisión que ahora le pesa como una losa.




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