Horas más tarde, el bebé de Elijah y Zoé nació, un hermoso niño al que decidieron llamar Joshua. La sala de maternidad se llenó de una mezcla de alegría y emoción mientras los nuevos padres contemplaban a su pequeño con asombro. Sus ojos brillaban con amor y esperanza, y en ese instante, el tiempo pareció detenerse. Joshua, con su delicada piel y sus suaves rasgos, se convirtió en el centro de su universo, simbolizando un nuevo comienzo y la promesa de un futuro lleno de aventuras. Elijah y Zoé, abrazados, compartieron sus sueños y anhelos para su hijo, imaginando las risas y los momentos que vivirían junto a él. La llegada de Joshua no solo marcó el inicio de su viaje como padres, sino que también fortaleció su vínculo, recordándoles la importancia del amor y la unidad en este nuevo capítulo de sus vidas.
—Ya nada me importa, Zoé. Tenemos que enfrentarnos a todos y decirles la verdad: que nos queremos y tenemos un hijo—señala Elijah ilusionado.
—Elijah, sé que es difícil, pero no podemos simplemente salir y gritarlo al mundo —responde Zoé, un poco preocupada. —La gente no siempre lo entiende y no quiero que nuestro hijo crezca en un ambiente hostil.
—Lo sé, pero ¿qué pasará si nunca lo decimos? —insiste Elijah, tomando las manos de Zoé. —Joshua merece conocer la verdad sobre su familia. No podemos vivir con miedo.
—Tienes razón, pero debemos ser estratégicos. Tal vez podríamos hablar primero con nuestros amigos más cercanos, como Salvador, que sabemos que nos apoyará —sugiere Zoé, tratando de encontrar un equilibrio.
—Suena bien, pero no quiero que esto se convierta en un secreto más. Quiero que nuestra vida sea auténtica, sin máscaras —dice Elijah, con una mirada llena de determinación.
—Y lo será, pero debemos proteger a Joshua. Su bienestar es lo más importante —responde Zoé, sintiendo la presión de la situación.
—Entonces, hagámoslo juntos. Hablemos con ellos, pero también preparemos a Joshua para lo que pueda venir. No quiero que crezca sintiéndose avergonzado de quiénes somos —afirma Elijah, decidido a enfrentar cualquier desafío que se presente.
Zoé asiente, sintiendo la fuerza de su amor y la unidad que han construido.
—De acuerdo, lo haremos juntos. Por Joshua y por nosotros.
De repente, Grace, la madre de Zoé, entra en la habitación y hace contacto visual con Elijah, intuyendo que su hija, en un ataque de sinceridad, le ha revelado la verdad sobre su paternidad.
—¿Qué está pasando aquí? —pregunta Grace, con una mezcla de curiosidad y preocupación en su voz.
Elijah se endereza, consciente del peso de la situación.
—Grace, necesitamos hablar. Hay cosas que deben salir a la luz y que no podemos seguir ocultando.
Zoé, nerviosa, se acerca a su madre.
—Mamá, hemos estado hablando sobre Joshua y su futuro. Queremos que crezca sin secretos, y eso incluye la verdad sobre su padre.
Grace observa a su hija y luego a Elijah, y comprende la gravedad de la conversación. Grace, con la voz temblorosa de ira, interrumpe:
—¡No! ¡De ninguna manera vamos a revelar que Elijah es el verdadero padre de Joshua! No puedes estar hablando en serio, Zoé. Esto no es solo una cuestión de verdad, hay mucho en juego aquí.
Zoé, sorprendida por la reacción de su madre, intenta calmarla:
—Mamá, lo que estamos haciendo es lo correcto. Joshua merece conocer su historia, y nosotros no podemos seguir ocultando la verdad.
Elijah, sintiendo la tensión en el aire, se atreve a intervenir:
—Grace, entiendo que esto es complicado, pero ¿no crees que es más dañino mantener este secreto? Joshua tiene derecho a saber quién es su padre.
Grace, con los ojos llenos de ira, responde con firmeza:
—No puedo permitir que eso suceda. Si Lucas se entera, todo lo que hemos construido se desmoronará. No se trata solo de él, también se trata de nosotros, de nuestra familia.
Zoé, con determinación, dice:
—Pero, mamá, ¿qué tipo de familia somos si vivimos en la mentira? Es hora de enfrentar la realidad, por el bien de Joshua.
Grace, acorralada, responde con un tono más suave, pero firme:
—No estoy lista para esto. Necesito tiempo para pensar. Pero no puedo permitir que se revele la verdad de esa manera.
Instantáneamente, Lucas entra en la habitación con un inmenso ramo de flores y un enorme oso de peluche, acompañado de Fátima y Salvador, quienes vienen a ver al niño que consideran su hijo. Al notar la tensión en el ambiente, Lucas observa a todos con curiosidad y pregunta:
—¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué se ven tan nerviosos?
Elijah, sintiéndose abrumado por la situación, decide salir de la habitación sin decir una palabra, dejando a todos con una sensación de inquietud. Grace, intentando mantener la calma, responde a Lucas:
—Solo estamos hablando de algunas cosas importantes. No te preocupes, todo está bien.
Fátima, con una mirada preocupada, añade:
—¿Estás segura de que todo está bien? Parece que hay algo más.
Lucas, sin perder la sonrisa, intenta aliviar la tensión:
—Bueno, he traído estas flores y el oso para alegrar el día. ¡Vamos a centrarnos en lo positivo!
Pero la preocupación persiste en el aire, mientras todos se preguntan qué decisiones deberán tomar en el futuro.
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Elijah, en medio de su desconcierto y emoción, no puede contener su alegría y comienza a gritar de felicidad. Con el corazón desbordante, corre hacia la capilla del padre Tomás, ansioso por compartir la maravillosa noticia de que se ha convertido en padre de un precioso niño llamado Joshua.
En ese instante, la euforia lo envuelve por completo y, como si un velo se hubiera levantado, olvida momentáneamente el amor prohibido que ha mantenido en secreto. La idea de luchar por Zoé y su hijo se convierte en su única prioridad y está decidido a enfrentar cualquier obstáculo que se interponga en su camino, incluso si eso significa desafiar a su propio padre.