Minutos más tarde, Elijah se marchó de la mansión. Salvador, por su parte, se quedó con Zoé y la aconsejó sobre la situación. Le dijo serio:
—Zoé, tienes que entender que tu relación secreta con Elijah no es lo que parece. Estar enamorada de tu hijastro es un error.
Zoé, con una mezcla de confusión y determinación, respondió:
—Pero, Salvador, lo que siento por él es real. No puedo simplemente ignorarlo.
Salvador suspiró, intentando mostrarse comprensivo:
—Lo sé, pero piensa en las consecuencias. Esto podría complicar mucho las cosas para ambos. ¿Estás dispuesta a arriesgarlo todo por un amor que podría no ser correspondido de la misma manera?
Zoé bajó la mirada, reflexionando sobre sus palabras.
—No lo sé... Solo sé que no puedo dejar de pensar en él. Te juro que lo amo, este sentimiento nació de la nada.
Salvador, con un tono más suave, le dijo:
—A veces, lo que sentimos no es suficiente. Debes cuidar de ti misma y de tu futuro. Piensa en mi nieto, por Dios.
—¿Tu nieto? —exclama Zoé con confusión.
—Claro, Joshua es como mi nieto, así lo quiero —disimula Salvador.
Grace llega de inmediato al dormitorio, los mira a ambos con recelo y pregunta:
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Grace, cruzando los brazos y levantando una ceja. Su mirada se movió entre Zoé y Salvador, tratando de descifrar la tensión en el aire. —¿Por qué parece que están teniendo una conversación tan seria?
Zoé, algo incómoda, respondió con un tono nervioso:
—Solo estábamos hablando sobre cosas.
Salvador intentó aliviar la situación añadiendo:
—Sí, solo estábamos discutiendo sobre el amor y las decisiones difíciles.
Grace no parecía convencida y se acercó un poco más, manteniendo su mirada fija en ellos.
—¿Decisiones difíciles? ¿Cómo qué? —insistió, con su curiosidad y preocupación evidentes.
Zoé sintió que debía ser honesta, pero no quería preocupar a Grace más de lo necesario.
—Solo... estoy tratando de entender mis sentimientos —dijo finalmente, mirando a Grace a los ojos. — A veces, es complicado.
Grace suspiró, suavizando su expresión.
—Entiendo, pero recuerda que siempre puedes contar conmigo. No tienes que enfrentarlo sola.
Salvador sonrió, arqueando la ceja, mostrando que no confiaba en el apoyo de Grace. Zoé se sintió un poco más aliviada.
Al salir Salvador, a Zoé no le queda más remedio que contarle a su madre que ahora él también sabe toda la verdad sobre su amorío secreto con Elijah. Grace palidece al escuchar esto y se da cuenta de que debe hacer algo pronto antes de que la situación se le vaya de las manos.
—¿Qué vamos a hacer, Zoé? —preguntó Grace, y su voz tembló ligeramente.
—No lo sé, mamá. No quería que Salvador se enterara, pero ahora es demasiado tarde—respondió Zoé, sintiéndose abrumada.
—Debemos actuar rápido. Si tu marido se entera de esto, las cosas podrían complicarse aún más —dijo Grace, tratando de mantener la calma.
—Tienes razón. Necesitamos un plan —asintió Zoé, sintiendo que la presión aumentaba.
Grace mantuvo la calma y le dijo a su hija:
—No te preocupes, yo me encargaré de manejar la situación.
Zoé la miró con desconfianza, sintiendo que, en el fondo, Grace solo estaba velando por sus propios intereses.
—¿De verdad crees que puedes solucionarlo todo sin que se entere mi marido? —preguntó Zoé, con una mezcla de preocupación y escepticismo.
—Confía en mí, Zoé. He manejado situaciones complicadas antes —respondió Grace, intentando sonar convincente, aunque su mirada delataba una inquietud que no podía ocultar.
—No sé si puedo confiar en ti esta vez, mamá —murmuró Zoé, sintiendo que la presión aumentaba aún más.
Horas más tarde, Grace se encontraba en el jardín y decidió encararse a Salvador. Con determinación, le exigió que guardara el secreto de Elijah y Zoé, buscando conmover sus sentimientos paternales.
—Salvador, necesito que me escuches —comenzó Grace con la voz firme, pero cargada de emoción. —Lo que está en juego aquí es mucho más grande de lo que imaginas. Si Lucas se entera de esto, podría arruinar la vida de Zoé y Elijah.
Salvador la miró con expresión seria.
—¿Y qué te hace pensar que puedo confiar en ti, Grace? —preguntó, mirándola fijamente con aprensión. — ¿Por qué debería proteger a alguien que ha estado ocultando la verdad?
—Porque eres su padre —respondió Grace, acercándose un poco más. —Piensa en lo que eso significa. ¿No quieres lo mejor para ellos? Si esto sale a la luz, no solo perderán su relación, sino que también se verán envueltos en un caos que podría lastimarlos para siempre.
Salvador suspiró, claramente conflictuado.
—No es tan simple, Grace. No puedo simplemente ignorar lo que está pasando.
—No te pido que ignores la verdad —replicó ella con sinceridad. — Solo te pido que consideres las consecuencias. A veces, proteger a los que amamos significa guardar secretos difíciles.
Salvador se quedó en silencio, sopesando sus palabras.
—Grace, entiendo lo que dices, pero no puedo quedarme callado. Lucas merece saber la verdad, aunque duela.
Grace lo miró con preocupación.
—¿Y si esa verdad hiere más a Zoé de lo que imaginas? A veces, la verdad puede ser un arma de doble filo.
Salvador frunció el ceño y su voz se tornó más intensa.
—Pero mentirle a Lucas sería traicionarlo. Pero tengo que ser el padre que oculta cosas importantes. Mi hija confía en mí y no quiero romper ese lazo.
Grace suspiró, buscando las palabras adecuadas.
—Lo sé, pero también debes pensar en cómo reaccionará. La verdad puede ser devastadora y no quiero que sufra por algo que podría haberse manejado de otra manera.
Salvador se pasó una mano por el cabello, frustrado.
—¿Y qué sugieres? ¿Que viva en la ignorancia? No puedo hacer eso. La vida es complicada y ella tiene que aprender a enfrentar la realidad, incluso si es dolorosa.