Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 50. Sagaces reflexiones.

Al día siguiente, Elijah acudió al llamado de Zoé y se encontró con ella en la fundación, sosteniendo al bebé en sus brazos. Zoé, harta de la situación que los aquejaba, le dijo con firmeza:

—He tomado una decisión. Estoy decidida a dejarlo todo, incluso si eso significa renunciar a la fortuna de mi marido.

Elijah, envuelto en una cortina de esperanzas, sintió una oleada de emoción y le respondió:

—Zoé, si eso es lo que realmente quieres, estoy aquí para apoyarte. Juntos podemos enfrentar cualquier reto que se nos presente.

Zoé lo miró a los ojos y sintió el consuelo que necesitaba en ese momento.

—Gracias, Elijah. Tu apoyo significa más de lo que imaginas. Estoy lista para luchar por lo que realmente quiero.

—Con mi amor y mis firmes esfuerzos saldremos adelante. No seré rico, pero soy joven y puedo trabajar en lo que sea. Te juro que a mi lado nada les faltará, ni a ti ni a mi hijo.

—Elijah, tu determinación me inspira —respondió Zoé, con una sonrisa que iluminaba su rostro. —No necesito riquezas materiales, solo tu amor y tu apoyo. Juntos podemos construir algo hermoso.

—Así es, Zoé. Cada pequeño paso que demos será un ladrillo en nuestro futuro —dijo Elijah, tomando su mano. —No importa cuán difícil sea el camino, siempre estaré a tu lado.

—Lo sé, y eso me da fuerzas —contestó ella, apretando su mano. — Gracias a tu amor, siento que puedo enfrentar cualquier obstáculo.

—Y yo te prometo que nunca dejaré de luchar por nosotros. Cada día será una nueva oportunidad para crecer y aprender juntos —afirmó Elijah, mirándola a los ojos con sinceridad.

—Entonces hagámoslo. Empecemos este viaje juntos, sin miedo —dijo Zoé, llena de esperanza.

—Sí, juntos. Siempre juntos —respondió Elijah, sonriendo con confianza.

En medio de este profundo diálogo, ambos consolidan aún más su relación, que se fortalece con la llegada de su hijo. Este nuevo capítulo en sus vidas no solo representa un vínculo más fuerte entre ellos, sino que también simboliza la esperanza y el amor que han cultivado a lo largo del tiempo.

A pesar de que algunos puedan considerar su amor como prohibido e incluso atroz, para ellos, cada mirada, cada gesto y cada momento compartido se convierten en un refugio, un verdadero paraíso donde pueden ser ellos mismos sin temor al juicio ajeno.

En su mundo, el amor trasciende las normas y expectativas sociales, y la llegada de su hijo es testimonio de su compromiso inquebrantable y su deseo de construir un futuro juntos, lleno de amor y aceptación.

*****

Empresas Hamilton.

Lucas se sentó en el sofá con la mirada perdida en el vacío. La tristeza lo envolvía como una sombra y sabía que necesitaba hablar con alguien. Su hermana Emma, siempre atenta, se sentó a su lado y le preguntó:

—¿Qué te pasa, Lucas? Te veo muy preocupado.

—Es Zoé... —suspiró Lucas, sintiendo cómo las palabras se le atragantaban en la garganta. —No sé si podremos seguir juntos. Todo ha cambiado entre nosotros y me duele pensar en el divorcio.

Emma lo miró con comprensión, tomándole la mano.

—¿Qué ha sucedido? Siempre pensé que tenían una relación fuerte. A pesar de la gran diferencia de edad entre ustedes.

—Lo era, pero las cosas se complicaron. Hemos estado discutiendo más de lo habitual y siento que nos estamos alejando. A veces, creo que ya no nos entendemos.

—Eso es normal en las relaciones, Lucas. Pero, ¿has intentado hablar con ella sobre cómo te sientes?

—Lo he intentado, pero parece que cada vez que lo hacemos terminamos peleándonos. No sé si habrá vuelta atrás.

Emma apretó su mano, intentando brindarle consuelo.

—Recuerda que el amor requiere esfuerzo. Tal vez un consejero podría ayudarles a comunicarse mejor. No te rindas tan fácilmente.

Lucas asintió, aunque la tristeza seguía pesando en su corazón.

—Lo sé, pero a veces siento que ya no hay esperanza.

—Siempre hay esperanza, hermano. Solo tienes que encontrar la manera de recuperarla.

—Emma, a veces siento que estoy luchando contra un muro. No sé si podré seguir así.

Emma lo miró con compasión.

—Lo entiendo, Lucas. Pero recuerda que no estás solo en esto. ¿Has pensado en hablar con alguien?

—Lo he considerado, pero no sé si eso realmente ayudaría.

—A veces, solo necesitamos una nueva perspectiva. Un consejero podría ofrecerte herramientas para gestionar tus emociones.

Lucas suspiró y miró al suelo.

—Tal vez tengas razón. Pero, ¿y si no cambia nada?

Emma se acercó y le puso una mano en el hombro.

—Siempre hay esperanza, hermano. A veces, el primer paso es el más difícil, pero vale la pena intentarlo.

—Lo intentaré, Emma. Gracias por estar aquí.

—Siempre estaré aquí para ti, Lucas. No te rindas.

Lucas sentía como si un iceberg se estuviera posicionando en su espalda, una carga pesada y difícil de sobrellevar que lo aplastaba lentamente.

A pesar de la presión que sentía, no podía evitar recordar cómo había imaginado su vida al casarse con una mujer joven y hermosa. En esos momentos de reflexión, comprendía que la belleza y la juventud, aunque deslumbrantes, no eran eternas.

La vida, con sus altibajos, le había enseñado que nada dura para siempre. Esta reflexión lo llenaba de una melancolía profunda, ya que cada día se enfrentaba a la realidad de que las ilusiones pueden desvanecerse y de que lo que una vez pareció ser un sueño perfecto ahora se sentía como un peso que lo mantenía anclado en el pasado.

Sin embargo, en medio de esa carga, también había un destello de esperanza, una pequeña voz que le recordaba que, aunque el camino fuera difícil, siempre había la posibilidad de encontrar la luz al final del túnel.




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