Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 53. Distintos caminos.

Un mes después...

Los días pasaron a toda velocidad y la relación entre Zoé y Elijah estaba en un punto crítico. Ambos estaban viviendo temporalmente en la granja de la madre de Elijah mientras organizaban sus documentos para comenzar de nuevo en otro país. Habían decidido mudarse a la ciudad de Montreal junto con su pequeño Joshua. Sin embargo, antes de dar ese paso, Elijah sabía que debía enfrentarse a Lucas y asumir las consecuencias de su traición por haberse enamorado de la joven esposa de su padre.

Zoé, con los nervios a flor de piel, miró a Elijah y le dijo:

—Elijah, por favor, piénsalo bien. No puedes decirle nada a Lucas. Es tu padre y esto complicará aún más las cosas.

Elijah, con una expresión de conflicto en el rostro, respondió:

—Lo sé, Zoé, pero no puedo seguir viviendo con esta carga. Necesito ser honesto, aunque duela.

Zoé se acercó y tomó su mano con firmeza.

—¿Honesto? ¿A costa de qué? ¿De perderlo todo? Joshua necesita un padre, y tú necesitas un futuro. No dejes que esto te consuma.

Elijah suspiró y miró al suelo.

—Pero, ¿y si se entera de todos modos? No quiero que me vea como un traidor.

Zoé lo miró a los ojos, tratando de transmitirle calma.

—Si se entera, que sea en otro momento, cuando ya estemos lejos. Ahora lo más importante es nuestra familia y nuestro nuevo comienzo en Montreal.

Elijah asintió lentamente, aunque la duda aún lo atormentaba.

—Tienes razón. Pero no sé si podré vivir con esta mentira.

—No es una mentira, es una protección. Por nosotros, por Joshua. A veces hay que tomar decisiones difíciles por el bien de la familia.

Elijah respiró hondo y sintió el peso de sus palabras.

—Está bien, lo intentaré. Pero no prometo que será fácil.

Zoé sonrió, aliviada, y le apretó la mano.

—Juntos podemos con esto.

Zoé se dio cuenta al instante de que algo había cambiado en la conversación. Elijah la miró con una sonrisa que iluminaba su rostro, como si hubiera encontrado una chispa de esperanza en medio de la tormenta.

—Zoé, tengo una sorpresa para ti —dijo, con emoción en la voz.

Ella lo miró con curiosidad, mientras su corazón latía más rápido.

—¿Qué es? ¿Me vas a decir que te compraste un coche nuevo? —bromeó, aunque en el fondo esperaba algo más.

Elijah se rió suavemente y sacó un papel de su bolsillo.

—No, nada de eso. ¡Me han admitido en la universidad pública de Montreal! —exclamó, mostrando la carta de aceptación.

Zoé se quedó boquiabierta, incapaz de asimilar la noticia de inmediato. Después, se le dibujó una sonrisa radiante en el rostro.

—¡Elijah, eso es increíble! ¡Felicidades! —gritó, abrazándolo con fuerza. —Siempre supe que tenías un gran potencial. ¿Y qué estudiarás?

—Economía y finanzas—respondió él, sintiendo una mezcla de orgullo y nerviosismo. —Después de haber probado el puesto de director temporalmente en Empresas Hamilton, me di cuenta de que mis inclinaciones están realmente en los negocios. Quiero aprender más y hacer algo grande.

Zoé lo miró con admiración, sintiendo que su esfuerzo y dedicación finalmente estaban dando frutos.

—Esto es solo el comienzo, Elijah. Estoy tan orgullosa de ti. Juntos, podemos enfrentar cualquier desafío que se nos presente —dijo, apretándole la mano con ternura.

Elijah sonrió, a pesar de las dificultades, al pensar que tenían un futuro brillante por delante.

*****

Mientras tanto, en la mansión Hamilton, Fátima le comentó a Salvador el extraño comportamiento que había tenido Solange últimamente. Se notaba que estaba más hostil y menos amable, lo que la preocupaba.

—No puedo evitar pensar que la universidad de ricos ha influido en su carácter —dijo Fátima, frunciendo el ceño. —Antes era tan dulce y accesible, pero ahora parece distante y arrogante.

Salvador asintió, pensativo.

—Es posible, Fátima. A veces, el entorno puede cambiar a las personas de maneras inesperadas. Pero también podría ser que esté lidiando con algo más profundo.

Fátima suspiró, preocupada.

—Espero que no se esté perdiendo a sí misma en ese mundo superficial. Me gustaría poder ayudarla a encontrar su camino de vuelta.

Mientras ellos conversaban en la cocina, Lucas entró con prisa y se dirigió a Salvador.

—Oye, Salvador, ¿podrías llevarme al dispensario? —preguntó Lucas con una expresión de urgencia en el rostro. —Solange pidió permiso en la universidad para trabajar como voluntaria allí, y necesito darle dinero para unos suministros. Con la ausencia de Elijah, me estoy ocupando de todo desde el punto de vista financiero, y no quiero que le falte nada.

Salvador lo miró y comprendió la situación.

—Claro, Lucas. No hay problema. ¿Cuánto necesitas llevarle?

—Son unos miles de dólares —respondió Lucas, sacando un sobre de su portafolio. —Espero que eso sea suficiente.

—Sí, eso debería cubrirlo. Vamos, no perdamos más tiempo —dijo Salvador mientras se dirigían hacia la puerta.

Fátima los observó, sintiendo una mezcla de preocupación y admiración por la dedicación de Lucas.

*****

Grace regresó a su casa, sintiéndose atrapada en un ciclo interminable de gastos y deudas. La ambición que la había impulsado en el pasado se había convertido en una carga pesada y, cada día, se sentía más perdida sin dinero. Miraba a su alrededor y observaba las cosas que había comprado en un impulso, cada una de ellas era un recordatorio de su insaciable deseo de más.

Se preguntaba cómo podría sacarle más dinero a Lucas, quien parecía ser su única fuente de ingresos en ese momento. Su mente bullía con ideas, algunas más éticas que otras, pero todas ellas motivadas por la desesperación. Grace sabía que necesitaba un cambio, pero no podía evitar sentirse atrapada en su propia ambición. La falta de dinero la hacía sentir vulnerable y esa vulnerabilidad la empujaba a buscar soluciones rápidas y arriesgadas.




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