Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 56. La venganza.

Al llegar a la universidad, se dirigió a su dormitorio, sintiendo una mezcla abrumadora de rabia y tristeza. Entró en el baño y, sin poder contenerse, dejó que las lágrimas fluyeran. En ese momento, el dolor se apoderó de ella y el llanto se convirtió en su único refugio, un grito silencioso que resonaba en la soledad del lugar.

Sentía que se le escapaba de las manos, que la posibilidad de una relación amorosa con él se desvanecía como un sueño irrealizable. La traición de Elijah, un puñal en su corazón, la llenaba de rabia y dolor. Pero en medio de esa tormenta emocional, una chispa de determinación comenzó a encenderse en su interior. Se prometió a sí misma que esto no quedaría así, que no permitiría que su sufrimiento fuera en vano.

Con la mente puesta en marcha, empezó a trazar un plan en su cabeza para vengarse de esa pareja que había destrozado sus esperanzas. La idea de hacerles pagar por su traición se convirtió en su nuevo objetivo. A pesar del dolor que aún la consumía, la venganza se transformó en su única razón para seguir adelante.

*****

Al día siguiente, Zoé sintió que su cabeza daba vueltas, como si el mundo a su alrededor se desvaneciera. Elijah, que la observaba desde el sofá, se levantó de inmediato, preocupado.

—¿Estás bien, Zoé? —preguntó con voz suave, acercándose a ella.

Ella se apoyó en la encimera, tratando de recuperar el equilibrio, y respondió con un susurro:

—No sé... Me siento extraña, como si algo malo estuviera por suceder.

Ella frunció el ceño, con un presentimiento que le heló la sangre.

—Vamos, si necesitas descansar, puedo hacerte algo de comer. No quiero que te sientas así.

Zoé lo miró, agradecida por su apoyo, pero la inquietud seguía acechando en su interior. Zoé no sabía cómo interpretar esa inquietud que la invadía. Era una sensación extraña, como si una sombra oscura se cerniera sobre ella, presagiando algo inquietante. Se apoyó en la encimera de la cocina, sintiendo la fría superficie contra su piel, como un intento de aferrarse a la realidad. A pesar de la calidez del ambiente y de la suave luz que iluminaba el espacio, su corazón latía desbocado y una opresiva sensación de ansiedad se apoderaba de su pecho.

Al notar su ansiedad, Elijah frunció el ceño, en un gesto involuntario que le hizo encogerse de hombros. Se acercó con cuidado, como si temiera que cualquier movimiento brusco pudiera romper el delicado hilo de calma que intentaba tejer entre ellos.

—¿Qué te ocurre, amor? —preguntó con voz suave, intentando ofrecerle un refugio en medio de su tormenta interna. —No quiero que te sientas así.

—No lo sé, cariño. Todo es muy extraño.

Zoé lo miró, agradecida por su apoyo y su preocupación, pero la inquietud seguía acechando en su interior, como un eco persistente que no la dejaba en paz. Se preguntaba si su nerviosismo era solo una manifestación de su mente o si había algo más, algo que no podía ver pero que, de alguna manera, sabía que estaba ahí, acechando en las sombras. La incertidumbre la envolvía, y aunque la presencia de Elijah le brindaba un poco de consuelo, la sensación de que algo malo estaba por suceder no la abandonaba.

*****

Solange, impulsada por su astucia y su desesperación, envía un correo anónimo a Lucas desde una de las computadoras de la universidad. En medio de su dolor, deja constancia de su malévolo plan. En el mensaje, revela la relación secreta entre Elijah y su madrastra y le explica sarcásticamente que, durante todo este tiempo, le han estado tomando el pelo con malicia. Su intención es desatar el caos y la confusión, dejando a Lucas atónito ante la traición que se esconde tras las apariencias.

—Oye, Solange, ¿estás bien? Te veo un poco nerviosa. ¿A dónde vas tan apurada? —preguntó Mark con preocupación.

—No es asunto tuyo, Mark. Déjame en paz —respondió en tono brusco.

—¿Qué te pasa? Nunca te había visto así. Siempre has sido tan dulce y cariñosa.

—Bueno, las cosas cambian, ¿no? No todos pueden ser siempre perfectos como tú—responde sarcásticamente.

—No intento ser perfecto, solo me preocupa que estés pasando por algo difícil.

—No necesito tu preocupación. No soy una niña a la que le sobrepase todo.

—Solo quiero ayudarte. Si hay algo que te molesta, puedes contármelo —dice Mark con calma.

—No hay nada que contar, Mark. Solo... déjame sola, ¿sí?

Mark la mira con tristeza y responde:

—Está bien, pero recuerda que estoy aquí si cambias de opinión.

—No cuentes con eso —advierte Solange de mala manera.

Mark se aleja, confundido y preocupado por el cambio en Solange, sintiendo un nudo en el estómago. Se detiene un momento, mirando hacia atrás, pero Solange sigue sin mirarlo. Finalmente, decide irse, pero su mente sigue en ella.

Mientras tanto, Solange se queda sola, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza. Se sienta en un banco del parque y mira al horizonte, hablando para sí misma: «¿Por qué no puede entender que solo necesito un poco de espacio? No soy una niña, puedo manejar mis propios problemas».

Unos minutos después, su amiga Clara se acerca y, al ver la expresión de preocupación en el rostro de Solange, se sienta a su lado.

—Hola, ¿todo bien? Te vi hablar con Mark y parecías... no sé, distante.

—No es nada, Clara. Solo necesito estar sola por un tiempo.

—A veces, hablar de lo que sientes puede ayudar. No tienes que cargar con todo eso sola —dijo Clara, mirándola con atención.

—No quiero ser una carga para nadie—dijo mirando al suelo.

—Todos pasamos por momentos difíciles. Estoy aquí para ti, si decides que quieres hablar.

Solange se queda en silencio, sintiendo el apoyo de su amiga, pero aún dudando si abrirse.

—No sé... A veces siento que nadie puede entender lo que estoy pasando.

—Inténtalo. A veces, compartir lo que sientes puede ser liberador. Y, si no, siempre puedo ofrecerte un helado y un rato de distracción.




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