Horas después, Salvador llegó a la granja, subió corriendo al segundo piso. Con mucho cuidado y cautela, logró desarmarlo. Este, sorprendido al verlo allí, lo miró con desdén y, lleno de rabia y desesperación, comenzó a recriminarle.
—¿Tú también sabías del engaño? —gritó Lucas, y su voz tembló de furia. — ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Eras mi amigo!
Salvador, manteniendo la calma, respondió con firmeza:
—No lo sabía todo, Lucas. Pero lo que sí sé es que esto no es el camino. No puedes dejar que la ira te consuma. Hay otras formas de afrontar la traición.
Lucas, con la mirada fija en Salvador, sintió cómo la confusión y la rabia luchaban dentro de él. Sin embargo, seguía mirando a Elijah con ira y le volvió a propinar otro puñetazo en la cara. Esta vez, Elijah escupió sangre.
—¡No, Lucas! —gritó Salvador con la voz llena de emoción. —¡Estoy aquí porque te quiero y no quiero que te metas en problemas! ¡No puedes dejar que la ira te controle! ¡Suelta a Elijah, por favor!
Lucas, con la mirada fija en Salvador, sintió cómo la confusión y la rabia luchaban dentro de él. La ira lo cegaba, pero las palabras de Salvador lo conmovieron en lo más profundo.
—¡Pero mi hijo y mi mujer! —gritó Lucas, con lágrimas en los ojos. — ¡Me han traicionado!
Salvador se acercó a su amigo y le puso una mano en el hombro.
—Lo sé, Lucas —dijo suavemente. —Pero no puedes dejar que esto te destruya. Tenemos que encontrar una solución.
Lucas, con la cabeza agachada, se dejó caer en una silla. La ira se desvanecía lentamente, dejando un vacío en su interior.
—No sé qué hacer —susurró. —Todo está tan confuso.
Salvador se sentó junto a su amigo y le dio unas palmaditas en el hombro.
—Lo sé, amigo —dijo. —Pero estamos aquí para ayudarte. No estás solo.
Lucas levantó la vista y miró a Salvador. En sus ojos se veía un destello de dolor y desesperación.
*****
Empresas Hamilton.
Días después, la traición de Elijah y Zoé había quedado al descubierto. Lucas, en medio de su inmenso dolor, desheredó a Elijah de su fortuna y apresuró los trámites de divorcio para salir lo antes posible de tanta carga que sentía que no podía soportar. La verdad había quedado al descubierto ante todos, incluidos Linda y Emma. Lucas informó a su familia de la situación y esta se encontraba destrozada ante todo lo que estaba ocurriendo.
Lucas se sentía perdido y solo, pero Emma y Linda lo apoyaban en cada paso que daba. Juntos, comenzaron a reconstruir su vida y a buscar la forma de enmendar el daño causado por la traición y el sufrimiento.
Lucas decidió seguir adelante y enfrentar los desafíos que se le presentaran con valentía y determinación. Sabía que no sería fácil, pero estaba decidido a no dejarse vencer por la adversidad.
—Hermano, sé que esto debe de ser muy difícil para ti, pero quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti. Te quiero mucho y no puedo imaginar lo que estás pasando.
—Gracias, Emma. Tu apoyo significa mucho para mí. Estoy tratando de entender por qué Elijah me traicionó de esta manera, pero aún no puedo encontrar las palabras.
—No te preocupes por eso ahora, hermano. Lo importante es que estás aquí con nosotros y que nosotros te apoyamos. Elijah hizo algo terrible, pero no define quién eres tú ni el tipo de padre que has sido.
—Tienes razón. Aunque me resulta difícil perdonarlo, sé que debo seguir adelante para poder ser feliz de nuevo.
—Exacto, hermano. No permitas que esto te detenga. Tienes una vida por delante y mucha gente que te quiere. Recuerda que siempre podrás contar con nosotros.
—Gracias, Emma. Tu apoyo significa mucho para mí. Sé que con el tiempo podrás superar esto y volver a ser feliz.
—Claro que podrás, hermano. Y siempre estaré aquí para ti, sea lo que sea lo que necesites. Ahora, vamos a tomar un café y a charlar un rato. Olvida tus problemas y disfruta de mi compañía.
*****
Más que los golpes en la cara, son los golpes en el alma los que duelen más a Elijah. Cometió un error que le costó muy caro: el repudio de su propia familia. Sin embargo, en medio de tantos desmanes, se consuela al ver el rostro de su pequeño Joshua cada día. Ahora trabaja con el esposo de Emily, la mejor amiga de Zoé, en su compañía naviera. Zoé se encarga de cuidar del niño y de las tareas del hogar. Poco a poco, se está adaptando a su nueva vida. Por ahora, los planes de emigrar al extranjero han quedado en pausa. Ahora viven en Portland, lejos de Los Ángeles. Emily, su amiga y abogada, se está ocupando de sus trámites de divorcio con Lucas.
Por otro lado, Grace está destrozada. En medio de su rabia, Lucas la despojó también a ella de todo lo que le había dado y prometido, incluso la manutención que le daba mensualmente. Ahora vive en un modesto apartamento y recibe una pensión del gobierno, y lo hace sola, ya que Ada la tuvo que dejar porque no tenía con qué pagar sus servicios.
Grace, con voz llorosa y airada, dice:
—Zoé, ¿por qué me has hecho esto? ¿Por qué me has arruinado la vida?
—Mamá, ¿qué pasa? ¿De qué estás hablando?
—¡De la fortuna Hamilton, Zoé! ¡La has perdido y ahora estamos en la ruina!
—Mamá, no has perdido nada. La fortuna Hamilton es de Lucas, no tuya. Y yo no tengo la culpa de que papá te haya dejado sin nada.
—Pero si no te hubieras ido con Elijah a esa granja, en cambio, si hubieras insistido en volver con tu marido, no estaría pasando esto. ¡Me has traicionado, Zoé!
—Mamá, no tengo la culpa de que el amor llegara a mi vida a través de Elijah. Solo quiero que vuelvas a ser feliz.
—¡Feliz! ¿Cómo puedo ser feliz ahora que he perdido todo lo que tenía? ¿Cómo puedo ser feliz sabiendo que mi hija me ha traicionado?
—Mamá, no soy tu enemiga. Solo quiero que seas feliz. Pero no puedo hacerlo sola. Necesitas ayudarte a ti misma y dejar de culparme por tus problemas.