Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 61. Vacilaciones por no gozar de riquezas.

Al caer la noche, desde el silencio de su alcoba, Zoé notó algo raro en Elijah y, de inmediato, le preguntó:

—¿Estás bien, Elijah? Te veo un poco distante.

Elijah la miró, sorprendido por su preocupación, y respondió:

—Sí, solo estoy pensando en algunas cosas. No te preocupes.

Zoé frunció el ceño, sin convencerse del todo.

—No me engañes. Sabes que puedes hablar conmigo.

Elijah la miró con mucha seriedad y, tras un momento de silencio, decidió romper el hielo.

—Zoé, escuché lo que hablabas con tu madre —dijo con voz grave y tensa. —Ella mencionó que yo no soy lo suficientemente bueno para darte una vida de lujos.

Zoé se quedó boquiabierta y con los ojos como platos.

—¿Qué? No debiste haber escuchado eso. Mi madre a veces habla sin pensar.

Elijah suspiró, sintiendo el peso de sus palabras.

—No quiero que pienses que me importa el dinero o los lujos. Solo quiero que sepas que estoy aquí por ti, no por lo que puedo ofrecerte.

Zoé se acercó a él, buscando su mirada.

—Elijah, lo que importa es lo que sentimos, no lo que tenemos. No dejes que eso te haga dudar de nosotros.

Elijah respiró hondo, intentando calmar la tormenta de emociones que lo invadía. Miró a Zoé, que se acomodaba en su pecho, y sintió el latido de su corazón.

—Zoé, a veces me siento como si no fuera suficiente. Tu mundo es tan diferente al mío. No tengo riquezas ni lujos que ofrecerte y eso me hace dudar de lo que siento.

Zoé levantó la vista, y sus ojos reflejaron comprensión y ternura.

—Elijah, el dinero no define lo que somos. Lo que realmente importa es cómo nos sentimos el uno por el otro. No quiero que te sientas menos por eso.

—Pero… —Elijah titubeó. — ¿Y si algún día te das cuenta de que mereces más? ¿Y si te cansas de esta vida?

Zoé sonrió suavemente, acariciando su pecho.

—Nunca me cansaré de ti. Lo que tenemos es real y no se puede comprar. No dejes que tus inseguridades te alejen de lo que sentimos. Estoy aquí porque te elijo a ti, no a lo que tienes.

Elijah sintió una oleada de alivio, pero aún había una sombra de duda en su corazón.

—¿Y si un día te arrepientes? —preguntó con voz apenas un susurro.

—No hay arrepentimientos en el amor verdadero, Elijah. Solo hay crecimiento y aprendizaje. Estoy contigo en esto y no voy a permitir que el miedo nos separe.

Elijah la miró a los ojos y sintió que su corazón se llenaba de esperanza.

—Entonces, prometo trabajar en mis inseguridades. Quiero ser el hombre que mereces, sin importar lo que tenga o no tenga.

Zoé sonrió y se acercó más a él.

—Y yo estaré a tu lado en cada paso del camino. Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa.

Velozmente, ambos se entregaron al sosiego de la noche y, acurrucándose con sutileza, se fundieron en un abrazo que hablaba de complicidad y ternura. La brisa suave acariciaba sus rostros mientras sus corazones latían al unísono, llenos de una pasión que nunca había disminuido. Con cada susurro de la noche, se sumergieron en un mundo donde solo existían ellos dos, dejando atrás las inseguridades y los miedos. La calidez de sus cuerpos se entrelazó, creando un refugio de amor y confianza, donde cada caricia era un recordatorio de su compromiso mutuo. Así, se entregaron el uno al otro con la misma intensidad y cariño de siempre, reafirmando que juntos podían enfrentar cualquier impasse que la vida les presentara.

*****

Mansión Hamilton.

—¡Oh, por Dios, Salvador! Solange huyó, solo nos dejó esta carta— advierte Fátima con asombro a su marido.

—¿Qué dice la carta, Fátima? —pregunta Salvador, con el ceño fruncido y una mezcla de preocupación y confusión en la voz.

—Dice que necesitaba tiempo para ella, que se sentía atrapada —responde Fátima, con la voz temblorosa. —No lo entiendo, Salvador. ¿Por qué no nos lo dijo antes?

—Tal vez pensó que no lo entenderíamos. Pero esto no puede quedar así. Debemos encontrarla —afirma Salvador, decidido. —No podemos dejar que se aleje sin más.

—¿Y si no quiere ser encontrada? —pregunta Fátima con un nudo en la garganta. — ¿Y si realmente necesita este espacio?

—Lo sé, pero no puedo quedarme de brazos cruzados. Solange es parte de nuestra familia. Debemos hacerle saber que estamos aquí para ella, sin importar lo que pase—responde Salvador con determinación en sus ojos.

—Tienes razón, pero debemos ser cuidadosos. No queremos presionarla más —dice Fátima, tratando de calmar la situación.

—Entonces, empecemos por buscar pistas. Tal vez haya dejado algo más que nos ayude a entender su decisión —sugiere Salvador, mientras comienza a revisar la habitación de Solange.

—Sí, hagámoslo. No podemos perder la esperanza —asiente Fátima, sintiendo que la preocupación se mezcla con la determinación de encontrar a su hija.

Todo ya se había descubierto. Salvador y Fátima estaban al tanto de las acciones de Solange, y se sentían profundamente decepcionados por su conducta. Había sido ella quien, en un momento de deslealtad, le había revelado a Lucas la naturaleza incorrecta de la relación secreta entre Zoé y Elijah.

Esta revelación no solo destapó una caja de Pandora llena de miedos y rencores, sino que también desató un desenfreno emocional que afectó a todos los involucrados. Salvador y Fátima sentían pena, no solo por la traición de su hija, sino también por el daño que había causado a Lucas, quien había sido un pilar de apoyo para Solange en su camino hacia la medicina.

Lucas había estado pagando su colegiatura con la misma generosidad con la que sostenía los estudios de su hija Linda, sin hacer distinciones entre ellas. Para Salvador y Fátima, la actitud de Solange era una muestra de ingratitud que les resultaba difícil de comprender.

Se preguntaban cómo había podido actuar de esa manera, traicionando la confianza de alguien que había estado a su lado y que había creído en su potencial. La decepción se entrelazaba con la preocupación mientras intentaban encontrar una manera de abordar la situación y ayudar a su hija a entender las consecuencias de sus acciones.




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