Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 64. Ecos del silencio. 

Al llegar a casa, Zoé vio a Elijah de pie en la ventana, mirando al vacío. Se acercó con cautela, temiendo su reacción. Elijah se giró y, al percatarse de su presencia, la miró con una expresión dura y fría. De inmediato, comenzaron sus reclamos.

—¿Qué estaba pasando, Zoé? —preguntó Elijah, su voz cargada de reproche. —Te vi besando a mi padre en la salida del juzgado. ¿Cómo pudiste hacerme esto?

Zoé tragó saliva, sintiendo el peso de su mirada.

—Elijah, no fue lo que parece. No quise que sucediera, fue un momento confuso —respondió, tratando de mantener la calma.

—¿Confuso? —replicó Elijah, cruzando los brazos— ¿Cómo puedes justificar eso? ¿No piensas en cómo me hace sentir?

—Lo sé, y lo siento mucho. Necesito explicarte lo que pasó —dijo Zoé, acercándose un poco más. —Por favor, escúchame. Todo fue un malentendido.

—¿Un malentendido? —replicó Elijah, su voz cargada de incredulidad. — ¿Besar a mi padre es un malentendido? ¿No te das cuenta de lo que eso significa?

—Elijah, por favor, escúchame —insistió Zoé, sintiendo que se le aceleraba el corazón. —No fue intencionado. Estaba confundida y asustada. No pensé en las consecuencias.

—¿Confundida? ¿Asustada? —interrumpió él, con un tono lleno de desdén. —Siempre has estado interesada en lo material. Te casaste con mi padre por su fortuna, y ahora esto. ¿Qué más puedo esperar de ti?

—No es justo que me juzgues por mi pasado —dijo Zoé, sintiendo cómo la rabia comenzaba a mezclarse con la tristeza. —He cambiado, Elijah. No soy la misma de antes.

—¿De verdad? —preguntó él, arqueando una ceja. —Porque parece que sigues buscando lo que te conviene. ¿Qué hay de mí? ¿No piensas en cómo me hace sentir todo esto?

—Lo sé, y lo lamento. —Zoé respondió con la voz temblorosa. —Pero lo que pasó con tu padre no tiene nada que ver con lo que siento por ti. Te quiero, Elijah.

—¿De verdad? —replicó él, con una mirada dura. — Porque tus acciones dicen lo contrario. ¿Cómo puedo confiar en ti después de esto?

Mientras Zoé intentaba explicarle a Elijah lo que había sucedido, él se encontraba atrapado en un torbellino de emociones que le impedía pensar con claridad. La rabia y la confusión se entrelazaban en su mente, creando un caos que lo mantenía a la defensiva. Cada palabra que ella pronunciaba parecía resonar en su interior como un eco de traición, y su corazón latía con fuerza, inundado de dudas. Elijah quería creer en las palabras de Zoé, en su amor, pero la herida que sentía era demasiado profunda. Se preguntaba cómo podía confiar en alguien que le había causado tanto dolor y cada intento de ella por acercarse solo avivaba su frustración. La lucha interna entre el deseo de entender y la necesidad de protegerse lo mantenía en un estado de tensión constante, incapaz de abrirse a la posibilidad de perdón.

*****

Mientras tanto, en la mansión Hamilton, Lucas se desahoga con su mejor amigo y chofer, Salvador. Con la mirada perdida en el horizonte, le confiesa:

—No puedo dejar de pensar en Zoé, a pesar de todo lo que ha pasado. La amo, Salvador. Su ausencia me duele más de lo que puedo soportar.

Salvador, que lo escucha con atención, asiente, aunque en su interior guarda un secreto que podría cambiarlo todo.

—Es normal sentir eso, Lucas. El amor no se olvida fácilmente, incluso cuando hay heridas profundas. Pero, ¿no crees que deberías considerar lo que ambos se hicieron?

Lucas sacude la cabeza, frustrado.

—No quiero pensar en eso. Solo quiero recordar los momentos buenos, la pasión que compartimos. Es como si todo lo demás no importara.

Salvador lo mira con comprensión, pero su corazón se entristece al ver la verdad que no puede revelar.

—A veces, el amor puede cegarnos. Pero, ¿realmente crees que puedes volver a confiar en ella?

Lucas suspira y mira al suelo.

—No lo sé. Pero no puedo evitarlo. La amo y eso es lo único que importa en este momento.

Salvador asiente, sin revelar su secreto, mientras la tensión entre ellos aumenta, sin que Lucas sepa que su amigo guarda un secreto que podría cambiarlo todo.

Salvador, con un tono reflexivo, rompe el silencio.

—Lucas, a veces me pregunto si realmente has considerado las implicaciones de tu decisión. Casarte con alguien tan joven... es como si hubieras tomado un camino lleno de espinas.

Lucas lo mira, confundido.

—¿Qué quieres decir? Ella es increíble y la amo. La edad no debería importar.

Salvador suspira, buscando las palabras adecuadas.

—Entiendo que la amas, pero también debes reconocer que hay una gran diferencia de edad entre ustedes. Ella está en una etapa de su vida en la que está descubriendo quién es, mientras que tú... tú ya has vivido tanto. ¿No crees que eso puede crear un desequilibrio?

Lucas frunce el ceño, sintiéndose atacado.

—No es justo que me digas eso. Ella es madura para su edad y nunca la he visto como una niña. La vi como mi compañera.

Salvador se inclina un poco hacia delante, y su voz baja pero firme se vuelve más intensa.

—Lo sé, pero también debes ser consciente de que, al elegirla, has asumido una gran responsabilidad. No solo por su felicidad, sino también por la tuya. ¿Estabas preparado para enfrentar las consecuencias de esa elección?

Lucas se queda en silencio, con la duda empezando a asomar en su mente.

—Quizás... quizás no lo he pensado lo suficiente. Pero no puedo dejar de amarla, Salvador. Eso es lo que importa, ¿no?

Salvador lo observa con el peso de su secreto aplastándolo, y decide ser honesto.

—El amor es importante, pero también lo es la verdad. A veces, el amor puede cegarnos a lo que realmente está sucediendo a nuestro alrededor.

Salvador se siente atrapado en la incertidumbre sobre qué hacer, pero un intenso temor lo paraliza al pensar en revelar que, a pesar de ser un simple conductor, él es el verdadero padre de Zoé y no el multimillonario Williams, como Grace les hizo creer a todos, incluida Zoé.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.